medio ambiente

Rainer Schimpf: “La vida es cuestión de segundos”

Fue engullido por una ballena y vivió para contarlo. Con ese objetivo ha viajado, durante treinta horas, desde Sudáfrica a Tenerife

Por Marcos Espejo

“Estaba nadando y filmando las sardinas y los tiburones alimentándose como locos, alrededor mío, cuando, de repente, todo se oscureció y sentí gran presión en mi cintura, en la zona donde llevo colocado el cinturón de pesos. Inmediatamente, supe lo que me estaba sucediendo. Una ballena de Bryde [de 15 metros de largo y 25 toneladas] me había atrapado fortuitamente, cuando pegó un bocado al cardumen de sardinas para alimentarse. Conservé la tranquilidad porque estaba convencido de que la ballena no me iba a tragar. No había tiempo para el miedo. Por experiencia, contuve la respiración porque pensé que la ballena iba a sumergirse para liberarme en las profundidades del Océano Índico. Luego, sentí que la presión en mi cintura aumentaba y pienso, ahora, que fue debido a que el rorcual se había percatado de la situación anómala y realizó un movimiento lateral, abrió la boca y me soltó con una gran bocanada de agua. Todo discurrió en menos de dos segundos. Recuerdo que en cuanto me sentí liberado, mi instinto fue agarrar mi valiosa cámara fotográfica y subir a la superficie. Una vez en el exterior localicé a los dos buzos que me acompañaban cuando apareció el cetáceo. Ellos no se habían percatado de lo que me había pasado. Luego, busqué el bote donde estaba mi mujer, Silke, y Heinz Toperczer, el fotógrafo que captó la escena que ha dado la vuelta al mundo en la que se ve como tengo mi cabeza y medio cuerpo hasta la cintura dentro de la boca de la ballena. Nos abrazamos, comprobé que no tenía nada roto y volví rápidamente al agua en busca de tiburones. Cuando regresamos a tierra, por la tarde, revisamos bien las imágenes y fue cuando tomé conciencia de la suerte que había tenido. Pensé que la vida te da segundos para obtener la mejor foto, para convertirte en presa o para salvar tu vida. Es cuestión de segundos”.

Así reconstruía, de un tirón, Rainer Schimpf (Mannheim, Alemania – 52 años) el suceso de su vida, dedicada al activismo medioambiental y al contacto diario con orcas, ballenas gigantes, tiburones y delfines en su cuartel general de Port Elizabeth (Sudáfrica), el punto más al sur del continente africano, donde dirige su empresa de experiencias subacuáticas Expert Tours. El relato, lo sigue atentamente con la mirada, como si fuera la primera vez que lo escucha, alguien que lo vivió en vivo, su esposa Silke, que comparte con él las expediciones marinas, y que a buen seguro todavía no ha logrado superar el impacto emocional vivido, a finales de febrero, en plena Carrera de las Sardinas, el escenario donde la metáfora bíblica de Jonás y la ficción literaria de Geppetto y Pinocho, engullidos por la ballena, se hizo realidad.

De Port Elizabeth a las aguas de Arona

Rainer y Silke Schimpf giraban la moviola de su memoria reciente para refrescar, hace horas en Tenerife, una vivencia que pocos meses atrás corrió como un reguero de pólvora por los medios de comunicación del mundo. Es la primera vez, después del susto con la ballena de Bryde, que volaban desde Sudáfrica a Europa, invitados por el Festival Arona Son Atlántico, para compartir con el público el acontecimiento de sus vidas y, de paso, visibilizar una actividad profesional, la del experto en excursiones marinas de la que, posiblemente, hay poco conocimiento.

Treinta horas de viaje para subir hasta Canarias y reencontrarse con una vieja amiga, la submarinista alemana Claudia Weber-Gebert, testigo presencial también del milagro en aguas sudafricanas, y, casualmente, antigua colaboradora del Festival a través del asesor oficial del mismo, el cámara de fauna marina belga, afincado en Tenerife, Sergio Hanquet, que será maestro de ceremonias en las charlas y proyecciones audiovisuales previstas para el público general el miércoles 23, a las ocho de la tarde, en el Auditorio Infanta Leonor de Los Cristianos [las invitaciones se pueden retirar en www.arona.org y en el Centro Cultural de Los Cristianos] y para los estudiantes el jueves 24. Estos días Rainer, Silke y Claudia aprovecharán, junto a Sergio, para zambullirse en las aguas de la costa de Arona y descubrir la riqueza de sus fondos marinos.

Rainer Schimpf ha dedicado más de veinte años a la conservación, ecoturismo y a la elaboración de programas de educación y conocimiento del medio marino. Su trabajo ha contribuido, por ejemplo, a conocer mejor el comportamiento de las orcas y su estructura en manada. Fue el primero en rodar a una orca discapacitada [Sira] en Algoa Bay, su lugar de residencia en Sudáfrica. Ha colaborado en la realización de los documentales Oceans y Sea Wolves, este último para Discovery Channel, sobre la estrategia de las orcas cazando delfines. Ha sido galardonado con el premio Mejor foto de la naturaleza, el periódico The Herald lo distinguió como Ciudadano del Año y el Consejo de Turismo de Sudáfrica le concedió el Premio a la Innovación. Ama el mar. “Si volviera a nacer lo haría como ballena”, sentencia.

La Carrera de la Sardina

Submarinistas, observadores de ballenas y equipos de rodaje del mundo lo consideran uno de los grandes expertos en un acontecimiento natural, la Carrera de la Sardina, que ocurre todos los años de febrero a julio, y que parte desde donde él tiene instalado su centro de operaciones. Fue en ese escenario, precisamente, en el que se produjo el encuentro imprevisto de Rainer con la ballena de Bryde. Recuerda él mismo que hace algunos años otra ballena casi le alcanza pero esa vez el monumental ejemplar supo esquivarlo en el último momento.

“La Carrera de la Sardina es uno de los acontecimientos más emocionantes que he conocido, la visibilidad en el mar es reducida y es importante afinar las medidas de seguridad”, señala Rainer. En la Carrera de la Sardina miles de millones de estos peces recorren, desesperadamente, siete kilómetros de distancia, desde Cabo Agujas hasta el Océano Índico, a través del canal de Mozambique, en busca de alimento para supervivir, sorteando el peligro de los mayores depredadores del mar (ballenas, tiburones, delfines, pingüinos y aves marinas), espectáculo de la naturaleza que se considera la mayor migración de un ser vivo en la Tierra.

Claudia Weber-Gebert: “La ballena fue amable y nos perdonó la vida”

Claudia Weber-Gebert, profesora de arte y reconocida artista de la fotografía submarina, que ya participó el año pasado en el programa Sea Experience Arona, en el marco del Festival sostenible Arona Son Atlántico, estaba allí en febrero, en las aguas sudafricanas de Port Elizabeth, asistiendo a la Carrera de la Sardina, cuando una ola se interpuso entre Rainer, la ballena y ella antes de que el submarinista alemán, que era el guía de la excursión marina, desapareciera de su vista. La ballena también. “Fue como una película que pasó volando delante de mí”, recuerda ahora.
“Acabábamos de entrar al mar, que estaba algo picado, para vivir la experiencia de la Carrera de la Sardina. Ninguno nos esperábamos lo que iba a suceder pocos instantes después. Yo tenía a Rainer cerca cuando, de repente, irrumpió, desde el fondo, una majestuosa ballena. No me dio tiempo de mucho. Una ola se interpuso acto seguido después de que me quedara con la imagen del cetáceo atrapando en su mandíbula el cuerpo de un buzo. Luego, sí recuerdo que fue un momento enorme y largo cuando sentí como la ballena pasaba por debajo de mí”, rememora con detalle Weber-Gebert.

Lo siguiente fue descubrir que Rainer estaba sano y salvo en la superficie con otros dos submarinistas. “El tiempo que tardé en nadar hasta él para saber si estaba bien duro una eternidad. Le pregunté si tenía alguna costilla rota; él estaba todavía algo confundido, apretaba con fuerza su cámara fotográfica, no era para menos. Todos volvimos al barco de apoyo, todos estábamos bien…la ballena también”, agrega.

“No pasé nunca miedo; bueno, realmente en una situación como esa no hay oportunidad para esos sentimientos. Todo ocurre muy rápido. Yo sé que las ballenas de Bryde no son devoradoras de seres humanos y son muy sensibles. Quiero resaltar que, en realidad, tuvimos un encuentro muy especial con esa enorme ballena. Fue una demostración palpable del carácter noble de estos animales. La ballena podía habernos aplastados a todos con un solo movimiento porque estábamos nadando en su plato de comida. ¡Pero no lo hizo!. Incluso trató de escupir a Rainer lo antes posible y sin hacerle apenas daño. Pero, ahora pensemos en un humano al que le cae una mosca en la sopa. ¿Cuál es su reacción?: Coge la mosca y la aplasta. La ballena hizo todo lo contrario. Liberó a Rainer, se lanzó hacia las profundidades y nos dejó ir. La ballena fue amable, sensible y social. ¿No es increíble?”, señala, feliz, Claudia, que lanza piropos a las bellezas marinas de la costa de Arona, que ya conoce de ocasiones anteriores, y pide que todos cuidemos y respetemos la vida de las ballenas que viven en las aguas de Tenerife.

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