el sauzal

Don Pancho: rey y guardián de la reineta

Tiene 89 años, la mayoría de ellos dedicado cultivar esta variedad de manzana que se da en el municipio y de la que acaba de recoger la mayor cantidad de toda su historia
En el almacén de la finca en la que trabaja, don Pancho se encuentra rodeado de miles de kilos de manzanas reinetas, que desprenden un aroma embriagador. Sergio Méndez
Foto: Sergio Méndez

Don Pancho tiene 89 años, la mayoría de ellos dedicado a la agricultura y especialmente a una variedad de manzana que se da en El Sauzal, la reineta. Este año, en la finca Valdeflores, que regenta desde hace 57 años, acaba de recoger la mayor cantidad de su historia.

Ubicada en la calle Camino El Pozo, en los altos del barrio de Ravelo, es el mayor paraíso de la manzana reineta. Cuida especialmente cada árbol y lo mismo hace con los miles de kilos que se agolpan en el almacén donde los vende al público que desprenden un aroma embriagador.

Ni él sabe cuántos puede haber, pero llama la atención que están perfectamente acomodados. “Tenemos las manzanas así de bonitas para que vengan ustedes y las fotografíen, pero eso me cuesta mis perras, porque me tienen que ayudar ya que yo solo no puedo”, bromea el agricultor. “Antes había unas mujeres trabajando que eran muy entendidas y se ponían con una regla a tres o cuatro metros de altura y calculaban todo, parecía que estaban haciendo las alfombras de La Orotava. Pero hoy hay más fruta, y no hay tiempo para esas cosas”, añade.

Foto: Sergio Méndez

Su verdadero nombre es Francisco Fernández Ramos y es natural de La Laguna, donde nació un 4 de octubre de 1930. La mayor parte de su vida vivió en el núcleo de Punta del Hidalgo hasta que en 1962 llegó a El Sauzal de la mano de la empresa Sabanda, en la que trabajaba, “la que le dio el nombre a Los Sabandeños”, apunta.

De muchacho iba caminando por todo el Norte, y ahí fue aprendiendo y luchando por sacar adelante la tierra y presume de eso. Conoce el terreno como nadie, desde Tacoronte a La Orotava, sabe qué productos se cosechan en cada lugar.

Don Pancho vive en la finca de la que es medianero pero que siente como suya. Para tener más salud camina “de aquí para allá” juntando manzanas. “Por los cuatro días que me quedan no voy a ir a enfermarme con la bebida allá abajo, para mí estar caminando todo el tiempo y entretenerme en un árbol, es más salud”, expone.

Es un experto en el cultivo de manzana reineta y no le importa revelar su fórmula para conseguirlo. “Son como las personas, si usted las trata bien, le dan cariño, yoa los árboles los trato bien y me responden con muchas manzanas”.

El sabio agricultor defiende también la labor que hace para el público, ya que por no dejarlas sin coger o tiradas en la tierra, le pone un precio módico, un euro el kilo, “para que las pueda comprar y comer todo el mundo”.

“¿Sabe usted cuántas variedades de manzana reineta puede haber?”, pregunta. “Más de 20 y yo tengo una que no la tiene nadie y no la encuentra en otro lado. Es la del Canadá”, se responde a sí mismo.

Sin embargo, cuando él llegó a la propiedad, “ésta no era más que un jardín”. A este veterano trabajador del campo le costó mucho que diera sus frutos y por eso hace hincapié en la importancia de cuidarla. “Ahora todo se va modificando. La papa que teníamos antes no la tenemos ahora, ha perdido la originalidad. Aquí la gente no está preparada para conservar esa semilla y lo mismo pasa con los tomates”, señala.

Debido a su edad y a la gran extensión del terreno, muchas veces tiene que buscar más personas para que le ayuden en el trabajo, caso contrario, resultaría imposible mantener esa cantidad de árboles.

Francisco es famoso en la comarca. A la finca llegan a diario muchas personas a las que no solo les vende manzanas sino les explica cómo las recoge del árbol y el tiempo que le dedica a sus tareas. Le encanta hablar con la gente mientras pesa los kilos en una antigua báscula, construida en madera y hierro con pesas de bronce, de esas que no admiten errores de cálculo. Como tampoco los admite él en el cultivo de la manzana reineta, de la que es rey y guardián. Títulos que se ganó a pulso, con su trabajo, y que nadie cuestiona.

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