gimnasia rítmica

30 años del primer oro de la gimnasia rítmica nacional de la tinerfeña Ana Bautista

La deportista tinerfeña recuerda para el DIARIO la mágica Copa de Europa en la que logró cuatro medallas y subió por primera vez a lo más alto del podio en una cita oficial por delante de rusas y búlgaras
Ana Bautista realiza un ejercicio con la pelota a diferentes niñas durante una de las clases magistrales que imparte cuando suele visitar Tenerife. DA

Descontando las últimas horas del año 2019, debemos recordar uno de los mayores éxitos del deporte femenino canario. Ocurrió hace 30 años, el 27 de agosto de 1989 en Hannover (Alemania), la tinerfeña Ana Bautista logró la primera medalla de oro oficial en la historia de la gimnasia rítmica para España, un deporte donde las gimnastas de la Unión Soviética y Bulgaria copaban los podios continentales y mundiales. Un campeonato en el que sumó un oro, una plata y dos bronces individuales.

Ana de 17 años, 42 kilos y 1,55 metros de estatura, estaba muy feliz por su trabajo en la Copa de Europa, donde había logrado su pase a las cuatro finales individuales por aparatos tras obtener la medalla de bronce del concurso general empatada con la búlgara Baicheva. Ese domingo, bordó su ejercicio de cuerda logrando el oro con una puntuación de 9,90, empatada con la búlgara Dunavska, y superando a las rusas Alexandra Timoshenko y Oksana Skaldina. En pelota logró la plata tras Timoshenko y empatada con Skaldina, mientras que en aro fue bronce, igualada con las búlgaras Baicheva y Dunavska, por detrás de las rusas Skaldina y Timoshenko. Solo le faltó subir al podio en cinta, donde Timoshenko, Dunavska y Skaldina privaron por cinco centésimas la medalla a la tinerfeña.

“Todo fue muy mágico”

DIARIO DE AVISOS recordó con Ana Bautista esta gran efeméride de la que se cumplieron 30 años, una Copa de Europa de Hannover de 1989 que recuerda con mucho cariño. “Todo fue muy mágico, nadie lo esperaba, yo tampoco, pero di lo mejor de mí misma. Fue una Copa de Europa muy intensa y no era fácil, competía contra enormes rivales rusas y búlgaras. Emilia [Boneva] siempre confió mucho en mí, pero de ahí a poder alcanzar todas esas medallas que conseguí, la verdad es que era muy complicado”, porque no solo era la hegemonía de las deportistas rítmicas rusas o búlgaras, es que ‘condicionaban’ a los jueces.

“Han pasado los años, ahora tengo 47, y aquello fue una gran experiencia, fue una de las cosas que más me marcó y aportó en mi vida, sobre todo, en mi etapa adolescente. El deporte continúa conmigo en muchos niveles, pero la vida continúa, sigues formándote y realizando cosas que te apasionan. Para mí fue una experiencia y una etapa que me ha servido a muchos niveles. Recuerdo el cariño y el apoyo que me ofreció Tenerife. Siempre que estoy de vuelta siento ese calor”, reconoció.

Cuestionada por su separación del primer plano deportivo y mediático, Bautista reconoció que “mi vida es muy discreta y me gusta así. Desde que dejé el deporte me han llamado para hacer un montón de cosas, pero me dedico a lo que me apasiona, y no soy un personaje público. Mi vida es más tranquila. Desde hace años me dedico a la psicología, con proyectos para gimnastas retiradas, trabajo en labores educativas, psicología del deporte, y colaboro con varios clubes realizando proyectos de planificación y tecnificación, danzaterapia y también imparto charlas por toda España con un equipo de trabajo de compañeras de la época del deporte. El año pasado dimos unas charlas en la Isla sobre deporte y valores. Siempre que me lo piden vuelvo a casa”.
Cuestionada por lo que supuso en su vida las figuras de Nelva y Emilia, recientemente fallecida, señaló: “para mí Emilia fue una segunda madre, un referente en mi vida y a muchos niveles, y estoy todavía en ese proceso de asimilar su muerte. El año pasado fui a Bulgaria a verla, estuvimos con ella un fin de semana y este año quería volver. Tanto Nelva como Emilia fueron dos grandes referentes en mi vida, no solo en el deporte sino a nivel humano. Con Nelva crecí deportivamente pero, a partir de los 14 años, Emilia fue un referente por su forma de ser y sus valores, y marcó mi vida”. Ya retirada, Boneva la reclamó para ayudarla en la selección nacional.

Una imagen de archivo de Ana Bautista. | DA

Una vida discreta
Bautista niega que no haya sido suficientemente valorada ni desea reclamar un protagonismo mediático por sus éxitos deportivos. “Me apasionaba mi deporte y toda la exposición pública no formaba parte de él, menos con mi juventud. Me gustaba salir a la calle de forma discreta y, para mí, estaba como un pez fuera del agua cuando me paraba la gente y me pedía autógrafos. Disfrutaba entrenando mi deporte, por lo que no fue fácil esa exposición. Me sentí muy arropada, creo que demasiado, y agradecí mucho el cariño de la gente. El hecho de que Santa Cruz rotulara el pabellón con mi nombre fue un regalo maravilloso, no solo para mí, sino por todas aquellas personas que formaron parte y se dedicaron a la gimnasia rítmica”.

Sin embargo otras deportistas posteriores se aprovecharon de ello. “Cada persona tiene su carácter, y su forma de ser. En absoluto reniego de mis éxitos, sino que necesitaba sentirme anónima para seguir adelante con otras ilusiones en la vida. Hice algún anuncio para Kalise y rechacé propuestas para trabajar en películas. No estaba en mi naturaleza, soy feliz en espacios íntimos, en una conversación de tú a tú, y por eso me apasiona mi trabajo. Hago un trabajo muy individualizado y sesiones personales, porque considero que es una relación más profunda y directa”.

Su retirada fue dura por lo que reconoce que estudió psicología para ayudar a otras deportistas a afrontar la competición y su adiós. “Tenía la necesidad de ayudarlas para que no vivieran la experiencia tan dura y difícil que fue para mí dejar el deporte. Vivía en Madrid, en una concentración, y de pronto mi realidad había desaparecido. No fue fácil volver a retomar la normalidad. Agradezco muchísimo que fuera por una lesión y no por una decisión propia, con lo cual dificultó aún más el proceso y, a la vez fue la ayuda para poder decantarme por los estudios de psicología. Yo recomiendo a las deportistas que disfruten plenamente, no solo con la intensidad, la exigencia y la presión que implica la competición y el entorno. Atiendo a jóvenes que les encanta el deporte pero lo viven con un estrés que les bloquea. También es esencial un proceso de preparación previa ante una futura retirada. Lo importante es poder asumir las circunstancias que uno vive en cada momento, y afrontarlas de la manera más adecuada para que no sea un trauma a nivel emocional”.

Para concluir, Ana Bautista pidió a los Reyes Magos que pabellón que lleva su nombre “esté en las condiciones necesarias para que las deportistas puedan entrenar cada día sin riesgo de lesionarse. Sé que los políticos tienen buena voluntad, y espero cumplan con la ilusión de todas las deportistas y entrenadoras que ponen tanto esfuerzo trabajando en ese pabellón”, finalizó.

Ana Bautista durante unas Olimpiadas Baby. |DA

Ana Bautista, una trabajadora incansable y perfeccionista en el entrenamiento

Ana Bautista comenzó en la gimnasia rítmica con 9 años de edad en la Escuela Municipal de Santa Cruz de Tenerife bajo la tutela de Nelva Estévez, que estaba realizando un gran trabajo en el Pabellón. En 1986, con 14 años, dejó Tenerife para concentrarse en Madrid con la selección nacional bajo la tutela de Emilia Boneva. Trabajadora incansable y perfeccionista, dedicaba muchísimas horas al entrenamiento, y lo disfrutaba mucho más que una competición. Su espinita fue no participar en unos Juegos Olímpicos: en Seúl 1988 viajó como suplente del equipo español y cuando preparaba los de Barcelona 1992, los médicos le aconsejaron su retirada (abril de 1990) por las molestias que arrastraba en las cervicales tras una caída entrenando.

Tras “dos difíciles años” en Tenerife donde acabó sus estudios preuniversitarios, regresó a Madrid donde comenzó los estudios en Psicología y trabajó en el staff del equipo español, siendo la seleccionadora individual entre 1996 y 2000, y coordinadora del equipo de los Juegos de Pekín 2008.

Tras abandonar Madrid, Ana Bautista reside en Palma de Mallorca donde ejerce como psicóloga clínica, educativa y del deporte, colabora con la Federación Balear y varios clubes de rítmica, además de asesorar individualmente a deportistas de élite, tanto a nivel técnico, trabajo corporal o coreográfico, como facilitando su retirada deportiva. Su última aparición pública fue el pasado 16 de noviembre, en el Euskalgym de Bilbao, para homenajear a la fallecida Emilia Boneva.

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