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Moisés Pires: de temer al mar a vivir de él

El buceador tinerfeño ha visitado más de 80 países para trabajar en el rescate de barcos como el Prestige o Costa Concordia

Ha buceado en más de ochenta países del mundo participando en rescates tan mediáticos como los del Prestige o Costa Concordia. Pero nadie lo diría conociendo los antecedentes juveniles de Moisés Pires Amador, cuando estuvo a punto de ahogarse en una piscina en Melilla o cuando cerraba los ojos mientras nadaba hacia el rompeolas de Las Teresitas “por el miedo a los cambios de colores del mar” señala quien hoy es uno de los buceadores profesionales más cotizados para el rescate de portacontededores, petroleros o cruceros en cualquier océano.

Aquel incidente en la piscina de Melilla, donde su padre estaba destinado como militar, quedó grabado en la memoria de Moisés, que ya en Tenerife terminó un curso de buceo en el Cidemat, después de iniciarse en 1989 en uno en Estados Unidos, básicamente para quitarse el miedo al mar y, sobre todo, a lo que había bajo de él, sin imaginarse, que años después, iba a vivir de las profundidades marinas, “muy bien, por cierto”, remarca Moisés Pires, quien nos atendió a escasas horas de coger un avión para las Bahamas. “Tengo una empresa y ofrezco mis servicios a una gran multinacional americana, en la cual estoy situado, por decirlo de alguna manera, en el equipo sudafricano; siempre tengo que estar preparado porque cuando me llaman tengo que estar a las 24 horas en el lugar del incidente”, explica el buceador profesional.

Tras un período en que trabajó de fotógrafo de prensa, Moisés Pires empezó como buceador profesional en el sur de Tenerife, interviniendo en diferentes obras para puertos, y desde ahí fue ampliando su horizonte profesional con trabajos exigentes y duros, pero bien recompensados económicamente, mejorando su capacitación, al obtener hace dos años en Escocia, el título de mayor rango, el de buceador de saturación con mezclas, lo que le permite sumergirse en aguas con todo tipo de contaminación, por ejemplo.

Se ha sumergido en aguas del Caribe hasta Libia, desde las costa de la Muerte en Galicia a las selvas panameñas y ha alcanzado, sin robots, una máxima profundidad de 117 metros, hace dos años, cuando realizó el curso de mayor rango que haya en el buceo profesional. Aunque también recuerda “la inmersión a 90 metros de profundidad para instalar en el Pacífico unas jaulas para atunes”, aunque los grandes trabajos en los que ha intervenido Moisés Pires están relacionados con el rescate de barcos encallados, sumergidos o semisurmergidos, “con el objetivo de ponerlos a flote o mayormente desguazarlos”, casi siempre con la motivación de “impedir la contaminación medioambiental, rescatando primero el combustible que contienen esos barcos”.

Del Prestige al Costa Concordia

Uno de sus primeros trabajos fuera de la Isla fue la intervención en la catástrofe del Prestige, ocurrida en noviembre de 2002 en Muxía, la Costa de la Muerte gallega. “No había nada que no estuviera inundado de chapapote, farolas, papeleras, todo el paseo de aquella costa, como si hubiera llovido piche a manta. Desde entonces, no he visto un mayor impacto medioambiental que aquel del Prestige. En estos casos el tiempo de reacción es fundamental y allí falló casi todo”.
También participó en el rescate del portacontenedores Kota Kado, hundido frente a Hong Kong, pero también lo hizo, hace ocho años, en el reflotamiento del crucero Costa Concordia, en la isla italiana de Giglio hace ocho años, donde Moisés compaginó su labor de buzo con la de oficial de seguridad. “Allí estuvimos trabajando casi dos años, para entregarle a la empresa Costa Cruceros las virutas del barco, tras un larguísimo desguace al ser imposible reflotarle. En estos casos, los restos del barco se venden como metal”, manifiesta con cierto desconsuelo.

Pires reconoce que su profesión “está muy bien pagada, ya seas un simple buzo o el capitán de seguridad” y que hoy en día “no se necesita ser un superatleta, aunque debes cuidar tu físico, porque desde hace quince años se ha incorporado mucha tecnología que permite, por ejemplo, sondeos de bolsas de gas o petróleo hasta dos mil metros de profundidad y perforar con pinchazos hasta nueve mil metros la corteza”.

Sobre estas perforaciones, el buceador residente en El Médano, recuerda que “si Repsol desestimó el segundo pinchazo frente a Lanzarote fue porque el gas&oil encontrado no era de suficiente calidad o porque dejaron esa bolsa para sacarla cuando fuera más rentable. Con la incorporación de nuevas tecnologías hoy sabemos que las reservas de petróleo han aumentado, y podemos tener una reserva para unos 60 años más”, afirma con rotundidad, quien tiene en el petróleo uno de sus principales reclamos laborales.

Dentro de su continuo aprendizaje, y al ritmo que marca la propia tecnología, Moisés Pires también ha pilotado el ROW (Robot para actuar a grandes profundidades) allí donde no se llega con el buceo tradicional. Así, con estos robots, el tinerfeño ha intervenido en plataformas de extracción de crudo en el Golfo de México y en la refinería de Repsol en Tarragona, donde desarrolló labores de mantenimiento de instalaciones sumergidas y descarga de petroleros de más de 160.000 toneladas.

Siempre trabajando fuera, porque “en Canarias seguimos dando la espalda al mar”, señala con lamento porque “no solo hay que mirar hacia el mar, sino vivirlo. Las Islas son un punto geoestratégico de primer orden, al pasar por sus aguas el 70% del tráfico del cono sur. Los puertos, como el de Granadilla, pueden funcionar como refugios para reparaciones y no solo para mantenimiento de plataformas petrolíferas”, poniendo como ejemplo el Cheshire, “ese barco de fosfato que ardió hace unos meses al sur de Gran Canaria y que no se trajo a puerto”.

Por propia experiencia, Moisés Pires entiende que “el conocimiento del mar y el saber nadar, debería estar incluido en ciclos formativos en los colegios”, recogiendo, además, “ese sentimiento medioambiental que tanto ha crecido ahora, que se habla del cambio climático y la transición ecológica”. Sobre el cambio climático opina que “realmente algo está ocurriendo, porque lo que es seguro es que algo está interfiriendo en el clima, con mucho más oleaje y huracanes más seguidos, en Bermudas y Puerto Rico, con tormentas muy dignas de ver”.

Tormentas que él ha soportado por mar e incluso por aire, aunque aún no puede dedicarse profesionalmente al pilotaje aéreo al no acabar el curso que inició en Daytona Beach (Florida) en 2001, cuando en esa misma escuela aérea estudiaban los islamistas que provocaron el 11-S con la caída de las torres gemelas. “Tras el atentado, cerraron la escuela a finales de 2002 y perdí ocho millones de las antiguas pesetas; tengo el título, pero me faltan horas de vuelo”.

Hijo de militar, nació en El Aaiún hace 50 años y reside en El Médano

Moisés Pires Amador nació en El Aaiún hace 50 años, donde su padre estuvo destinado como coronel del Ejército, aunque desde muy joven se traslado con su familia a Tenerife. Reside en El Médano, desde donde ha partido a más de ochenta países del mundo. Antes de convertirse en buzo profesional trabajó como fotógrafo de prensa en diferentes medios de Tenerife como La Gaceta de Canarias y DIARIO DE AVISOS, en este último caso, en el Sur de la Isla, donde reside. Tiene la titulación de piloto aéreo, aunque le faltan las horas, habla inglés y se defiende en italiano, portugués y alemán.

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