santa cruz

José Acosta, un padre coraje tinerfeño más allá del coronavirus

Este vecino de Los Gladiolos, en paro y sin ingresos de ningún tipo, saca adelante, solo, a sus dos hijos de 12 y 15 años, con todo lo que supone el añadido del confinamiento actual
La principal preocupación de José Acosta es llenar la nevera para poder atender las necesidades de sus hijos mientras dure el confinamiento. DA
La principal preocupación de José Acosta es llenar la nevera para poder atender las necesidades de sus hijos mientras dure el confinamiento. DA
La principal preocupación de José Acosta es llenar la nevera para poder atender las necesidades de sus hijos mientras dure el confinamiento. DA

La definición de padre coraje es la que mejor se ajusta a José Acosta. A sus 43 años, lleva ya cinco haciéndose cargo en solitario de sus dos hijos, y lo hace con los escasos recursos de los que dispone en estos momentos: en paro, sin ingresos, y usuario de los servicios sociales. La situación de confinamiento en la que se encuentra el resto de la población, en su caso, ha venido a sumar preocupaciones a las que ya suma este padre de un niño de 12 años y de una chica de 15. “Económicamente estoy muy mal. Estoy yendo a coger alimentos a las ONG cuando dan. Tengo cita para tramitar la PCI (Prestación Canaria de Inserción) el 26 de este mes, con la trabajadora social, que por lo que me habían dicho podía cobrarla ya en abril, pero es que, ahora mismo, no se si me la tramitarán o no”, lamenta.

En esta situación, como es evidente, la principal preocupación de José son sus hijos, a los que sacó de la Casa Cuna hace ya tres años. “Saqué a los niños de la Casa Cuna, donde estaban porque los habían separado de su madre. Estuve unos dos años visitándolos allí hasta que menores me autorizó para que me los llevara”. Preocupado por la estabilidad de sus hijos y por sus necesidades entró a formar parte del programa CaixaProinfancia de refuerzo educativo. “Cuando recuperaron un poco la normalidad avanzaron bastante en el colegio, porque cuando estaban con la madre ni si quiera iban al cole. Entonces vieron que sí que necesitaban un apoyo extra y desde Casa Cuna me recomendaron las actividades extraescolares y el programa de refuerzo de la Caixa. Ya llevo tres años tanto con ellos y también con las demás actividades extraescolares”.

Admite que no está siendo fácil intentar que sus hijos se mantengan al día en los estudios mientras él intenta sacar adelante todo lo demás, por eso el apoyo que recibe de CaixaProinfancia alivia algo la carga. “Al estar solo, me veo un poco superado porque estoy de aquí para allá con todas las actividades que hacen. Todo es por su bien, pero uno se va aflojando al no encontrar trabajo, ver la nevera vacía muchas veces…”.

José fue militar durante seis años, pero un accidente lo apartó del servicio y lo dejó en la actual situación de desamparo. “Sufrí un accidente por el que no me han indemnizado aún, y me temo que después del tiempo que ha pasado, no creo que lo hagan. Me ha costado bastante salir adelante”, cuenta. Este padre coraje se repone y añade que no se para. “Estoy haciendo un curso de microinformática con el Servicio Canario de Empleo y en cuánto termine ese haré otro”.

Confinamiento

Ahora, en la situación de confinamiento que se encuentra, lo que más le preocupa es la comida y los suministros. “Ahora necesitamos alimentos para llenar la nevera, también me preocupa la bombona que dentro de nada se acabará. Con esto me estaba ayudando Cáritas, pero tengo que bajar hasta Residencial Anaga, y tengo que hacerlo caminando porque estoy sin bonos de transporte”. Estos días su preocupación ha disminuido un poco gracias a la leche que le han hecho llegar desde la Asociación de Vecinos de Achamán, en Los Gladiolos, donde vive José. Con lo que le han dado tendrá para dos semanas sin problemas.

Reconoce que sus hijos están preocupados ante esta situación. “Ellos ven el avance de la infección, y como no pueden salir, se preocupan un poquito, pero le estoy poniendo sus cositas en casas, las tareas, para que se mantengan ocupados”.

José lo lleva como puede. Un largo suspiro precede a su explicación de cómo se siente. “La verdad es que me encuentro fatal porque tengo que repetir la comida. Solo nos dan espaguetis o arroz. Como soy el que cocina pues soy el que me apuro. Gracias a dios con la tarjeta del Hiperdino hemos ido saliendo adelante”. Se refiere a la tarjeta de alimentos que entrega el IMAS y que le permite introducir algo de variedad, pero cuando se acaba José debe recurrir a las ONG. “Ahora me quedan seis euros en la tarjeta, que veré cómo lo gasto”. “Lo que pasa -continúa- es que hasta mayo no me la recargan, cada dos meses me ingresan 120 euros, teniendo en cuenta que somos tres, pues es un poco justo la verdad. Ahora me tocaba arreglarlo a principios de mes, para que me la dieran en mayo, pero no se cómo lo voy a hacer si no me lo renuevan…”.

Esta preocupación de José ha sido respondida por el Ayuntamiento de Santa Cruz con la puesta en marcha de un teléfono para la emergencia alimentaria 900 111 3333, en el que se pueden comunicar las necesidades de las familias. Atención Social también anunció que las tarjetas se recargarán automáticamente cuando toque renovarlas sin que haya necesidad de pasar por las UTS.

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