medio ambiente

Polizones de la calima: miles de millones de microbios viajan en las tormentas de polvo

Las partículas saharianas que enrojecieron el cielo canario transportan bacterias, virus, hongos y arqueas biológicamente activos
Episodio de calima en la isla de Gran Canaria. | EUROPA PRESS

Por Mónica G. Salomone (Agencia SINC)

Hace dos años que la investigadora Cristina González Martín, de la Universidad de La Laguna, toma muestras de polvo cerca del volcán Teide, a 2.400 metros de altura en Tenerife, para estudiar qué microorganismos viajan como polizones pegados a las partículas. También hace lo mismo en la ciudad de La Laguna, a unos 600 metros de altitud. Su objetivo es averiguar si parte de estos microbios que sobrevuelan el espacio aéreo isleño hacen parada en la isla.

Es el punto de partida para analizar su posible efecto sobre la salud humana, por ejemplo, dispersando genes de resistencia a antibióticos. Hay evidencias del transporte aéreo de estos genes, así como de patógenos —sobre todo hongos que atacan a plantas— en otros puntos del planeta. En Sierra Nevada y Pirineos, en concreto, se han encontrado microorganismos aerotransportados potencialmente perjudiciales para plantas, animales y humanos.

González recuerda que en Canarias está bien documentada la relación entre la llegada de polvo sahariano y una mayor incidencia de asma y alergias. Pero esto se ha atribuido tradicionalmente al efecto físico de las paŕtículas inhaladas, nunca hasta ahora se ha estudiado si con ellas llegan patógenos.

En realidad, la toma de conciencia de la importancia biológica del polvo atmosférico es relativamente reciente. En los últimos años se ha descubierto que en la atmósfera hay millones y millones de bacterias, virus, hongos y arqueas. Toda una comunidad microbiana, un microbioma de la troposfera, que es desconocida en más de un 99 %. Algunos lo describen como un genoma global que envuelve a la Tierra.

Uno de los pioneros de su estudio es Dale Griffin, microbiólogo del U.S. Geological Survey y director de tesis de Cristina González. “Cuando empezamos a estudiar la dispersión aérea de microorganismos, hace unos veinte años, había mucho escepticismo”, dice a SINC Griffin. La troposfera se consideraba un ambiente prácticamente esterilizado por la radiación ultravioleta.

“Ahora sabemos que hay grandes nubes con polvo del desierto que alberga microorganismos muy diversos, que sobreviven y se desplazan a distancias muy grandes”, añade Griffin. “Pero nos queda mucho por aprender”.

10.000 bacterias en un gramo de polvo

Los desiertos emiten cada año 5.000 millones de toneladas de polvo, diminutos granos —de entre media y varias milésimas de milímetro— que forman auténticas autopistas aéreas de partículas en torno al planeta. Las imágenes de satélite las muestran procedentes sobre todo del Sahara, pero no solo. Un millón de toneladas llegan cada año a Japón desde el Gobi y el Taklamakan.

A los granos se adhieren los microorganismos, un ‘aeroplancton’ enormemente abundante y diverso. En un gramo de polvo aerotransportado hay unas 10.000 bacterias.

En su inmensa mayoría son seres que no se sabe cómo cultivar en el laboratorio, así que su diversidad solo ha podido salir a la luz mediante marcadores genéticos.

“Los marcadores nos dicen que tenemos miles de entes distintos, pero en realidad no sabemos quiénes son ni qué hacen”, explica a SINC Emilio Casamayor, director del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, del CSIC.

El polvo y sus inquilinos viajan miles de kilómetros y después caen, en seco o con la lluvia o nieve. Del Sahel a los Pirineos pueden tardar tres días; en cruzar el Atlántico, una semana. Los más pesados caen antes; los virus, en los granos más pequeños, llegan más lejos. Lo que ocurre en el lugar donde aterrizan apenas empieza a investigarse ahora.

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