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“Mi hijo pequeño come ahora más que nunca, pero está pegado a mí como una lapa”

Eva Bos nos relata, en el Día Mundial del Autismo, las dificultades para sobrellevar el confinamiento con dos niños autistas
David Noda Delgado, hace dos años cuando participó en una carrera de obstáculos en La Victoria / DA

Hoy se celebra el Día Mundial del Autismo, un trastorno con el que convive a diario Eva Bos, madre de dos niños autistas. El confinamiento por el decreto de estado de alarma ha situado al autismo en el centro del debate, al conseguir una excepción a ese confinamiento, que algunos, “los justicieros de los balcones”, como los define Eva, no entienden.

“Yo personalmente -afirma- no he tenido problemas cuando saco al pequeño a dar un paseo por mi calle y regreso, pero sé que ha habido quienes han lanzado insultos. Aquí, en edificios de tres y cuatro plantas, es difícil que te puedan grabar e insultar, porque le podría denunciar, pero en edificios más altos si ha sucedido, escondiéndose en el anonimato”, comenta la madre.

Eva Bos tiene dos hijos, uno mayor que ya va al instituto, con síndrome de Asperger (AS) y el pequeño David, de 10 años, que estudia en el CEIP Adeje en el aula enclave por la que tanto luchó su madre, que sufre el denominado TEA (trastorno del Espectro Autista), cuyo neurodesarrollo provoca deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social.

Eva, aunque pudiera parecer lo contrario, afirma que el confinamiento lo lleva “bien dentro de lo que cabe”, porque “los niños se han relajado y han priorizado lo que es un confinamiento. David, eso sí, come ahora lo que no ha comido nunca y está pegado a mi como una lapa, como si le faltara seguridad”.

“Lo peor -continúa´- es cuando se despierta a la dos o tres de la mañana y empieza a caminar por la casa, con lo que eso significa en un piso pequeño”, algo que no ocurre con su hermano “con un autismo muy diferente, que le permite ser más independiente”. Por eso, Eva, solo saca a pasear al pequeño David, “aunque trato de hacerlo lo menos posible”, aunque es consciente que “hay niños más activos que necesitan salir más a menudo, porque algunos incluso se pueden hacer daño, sufrir convulsiones y con esa ansiedad llegan hasta morderse e imagínate, con el coronavirus, tener que llevarlo a un hospital y, porque son de los que lo tocan todo, puedan transmitir el contagio”.

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