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Un programa pionero en Santa Cruz ya ha sacado de la calle a 20 personas sin hogar

El área de Atención Social ha dado luz verde a una red municipal de recursos y plazas de acogida temporal destinada a los ‘sintecho’

 

El proyecto del IMAS pretende dar un techo a las personas sin hogar para luego ayudarlas a la inserción social. / DA

Muchas de ellas se han perdido y no saben cómo volver a casa. Otras muchas, simplemente no tienen una vivienda a la que volver o un motivo para buscar un hogar que hacer suyo. Las causas por las que una persona acaba viviendo en la calle son múltiples, algunas son comunes, otras únicas de cada individuo. Conseguir que al menos una sola persona pueda abandonar la calle y volver a esa ansiada normalidad, la misma que en estos días todos hemos perdido por la pandemia de coronavirus, es para muchos todo un logro. Si en vez de una, son 20, puede considerarse una pequeña gran victoria. Y eso es lo que el área de Atención Social de Santa Cruz ha conseguido, sacar a una veintena de personas sin hogar de la calle, darles un alojamiento definitivo o temporal, y acompañarlos en el regreso a la vida en sociedad. Entre esas personas se encuentran algunas con los que muchos vecinos de la capital se cruzaban a diario. Desde aquella que no quería abandonar la calle si no le permitían hacerlo con su perro, hasta el que cada noche dormía en un banco de la calle San José, pasando por el que lo hacía bajo el puente Galcerán. Algunos otros acudían cada noche a albergue, a pesar de que tenían una edad para estar en un centro sociosanitario. Todos ellos, y desde hace ya semanas, duermen a cubierto, comen caliente, se asean, y algunos incluso han llamado a sus familias. Ese es el resultado esperanzador del proyecto pionero puesto en marcha por el Instituto Municipal de Atención Social (IMAS) y que cosiste en crear una red municipal de recursos y plazas de acogida temporal y acompañamiento social para la inclusión de personas sin hogar del municipio de Santa Cruz.

Para la concejal de Atención Social, Marta Arocha, sacar de la calle a 20 personas, no deja de ser una pequeña gran victoria para unos servicios sociales capitalinos, en los que, ahora mismo, no hay cabida para nada más que no sea la emergencia generada por el coronavirus. “Pusimos en marcha este proyecto antes de que se desatara la pandemia y hemos tenido que paralizarlo, porque ahora, lo importante es que no le falte la comida a nadie en el municipio”. Aún así, la concejala afirma que nada va a impedir que se retomen las acciones que van aparejadas a esta red una vez que pase la actual situación.

La concejala conoce todos y cada uno de los casos personalmente, ha participado en la estrategia para “convencer” a estas personas para que salgan de la calle. Explica como ella y la consejera delegada del IMAS, Carmen Acosta, pero también muchas otras personas de los servicios sociales y ajenas a ellos, han recorrido la ciudad en varias ocasiones visitando a las personas sin hogar. “La primera a la que conseguimos convencer está ahora una pensión. Ha dado un cambio radical, es otra persona. Tiene el perfil idóneo para irse a un piso”, explica Arocha. “Estamos intentando -continúa- que el Gobierno de Canarias se sume y nos ceda algunas viviendas para este proyecto, pero con todo esto se nos ha parado”.

La concejala de Atención Social admite que esta iniciativa le ha servido para constatar que lo fundamental para ayudar a estas personas es que tengan un techo en el que refugiarse. Explica Arocha que “ahora lo que hay que conseguir con la trabajadora social que tenemos en el proyecto, es mandar a este primer caso a un piso, empezar a tramitar la Prestación Canaria de Inserción (PCI) a la que tiene derecho, darle los instrumentos para que siga su vida, hacerle un acompañamiento, e incluso, si pudiéramos, darle apoyo psicológico, porque esa es otra de las patas en las que queremos apoyar la red, contar con un psicólogo que les ayude a superar problemas como la depresión u otros más graves incluso”.

A la vez que se trabajaba con este primer caso, también se lograba sacar del albergue a perfiles que claramente debían estar en centros sociosanitarios. Hasta diez personas han podido salir hacia esos otros recursos, sobre todo usuarios con más de 65 años o con algún tipo de discapacidad. Dos han entrado en el asilo de Santa Cruz y a uno de ellos, como admite la concejala, “costó mucho convencerlo”. “Durante un mes -detalla-, todos los días, la gente de la Unidad Móvil de Acercamiento (UMA), que no está ayudando mucho, se acercó a esta persona para convencerla. Hasta que un día dijo que sí, y ahora está en el asilo y está encantado”. “Es como si estuvieran en estado shock, como si algo les impidiera abandonar la calle”, añade.

Otro de los casos que finalmente ha aceptado dejar el sinhogarismo es el de un hombre del que, poco a poco, UMA y concejal se ganaron su confianza. “Durante dos semanas lo visitamos a diario, y así, un día tras otro, hasta que, de pronto, un día me llama y me dice que sí, que le hemos ayudado tanto y hemos sido tan pesados (risas) que lo va a intentar”. Ahora está una pensión. Explica la concejala que a los pocos días de estar comiendo caliente, durmiendo bien, sintiéndose cuidados y atendidos, estas personas van como volviendo a la realidad, “y comienzan a recuperar una vida que daban por perdida”.

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