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COVID-19 y crisis climática: dos caras de una misma moneda

El fin del confinamiento, con el aumento del CO2 y los objetos de un solo uso, evidencia la amenaza de una pandemia medioambiental
Imagen del Teide
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La pandemia por la Covid-19 paralizó los últimos dos meses España y el mundo. Un tiempo en el que la problemática del calentamiento global parecía olvidada debido al descenso en las emisiones de CO2 a causa del confinamiento decretado para frenar el avance del virus. Sin embargo, ahora que los países comienzan a desescalar medidas, la progresiva puesta en marcha del mismo modelo contaminante y el auge de los objetos de un solo uso evidencian que cada vez está más cerca la amenaza de una pandemia climática.

En ese período de pausa, se estima que las emisiones de CO2 se redujeron en torno a un 30% en España, mientras que en el resto del mundo, el descenso de estos gases contaminantes habría alcanzado un 17%. Más allá del alivio circunstancial que el confinamiento pudo darle al planeta, los expertos alertan de que la bajada de emisiones debe ser sostenida en el tiempo para que sea “significativa”.

En concreto, el investigador Abel López, de la Cátedra de Reducción de Riesgos de Desastres de la Universidad de La Laguna, advierte de que el descenso anual de las emisiones globales apenas alcanzará un 7%, mientras que del Acuerdo de París de 2015 se extrae que la bajada de CO2 debe mantenerse en estos valores durante un período mínimo de diez años.

Es por ello que el mayor reto al que podría enfrentarse la humanidad en las próximas décadas no será la Covid-19, sino a los efectos del cambio climático: “Es cierto que es un proceso mucho más prolongado en el tiempo, pero cuyo impacto será mucho mayor al que estamos viviendo”, aseguró López.

La crisis climática no afectará por igual a todos los territorios, sino que golpeará en mayor medida a aquellos en vías de desarrollo y a los insulares, como las Islas Canarias. Los territorios archipelágicos son áreas vulnerables “tanto por el incremento del nivel del mar como por otras afecciones como el aumento de la frecuencia de fenómenos de origen tropical, la torrencialidad de la lluvia, los episodios de calor, la calima o los incendios forestales”.

Para caminar hacia un futuro diferente, López apunta que se deberá atajar el origen de la causa de estos fenómenos, “que no deja de ser otra que las emisiones de CO2” y llama a los gobiernos e individuos a propiciar “un cambio de mentalidad” que nos acerque a alcanzar en 2050 la neutralidad de emisiones de CO2: “Hasta que ese momento llegue, no debemos darnos por satisfechos”.

Pero si algo ha tenido de positivo la pandemia ha sido “su capacidad para demostrar la necesidad de mejorar los ecosistemas urbanos para tener una mejor calidad de vida”, recuerda López. Y es que cuando el deporte y los paseos eran las únicas actividades permitidas al aire libre, algunas ciudades se patentizaban hostiles para los peatones.

“La propia Ley de Cambio Climático, que en breve pasará a tramitación parlamentaria, habla de que en 2030 los municipios insulares y los de más de 50 mil habitantes deben establecer zonas de bajas emisiones, tipo Madrid Central”, explicó López, quien incidió en la importancia de evitar que la crisis por la Covid-19 se traduzca en recortes en las políticas de acción climática.

 

RESIDUOS
La inocente acción de tirar toallitas u otros objetos sólidos a través de baños o desagües puede derivar en una situación de emergencia. Esta problemática ha crecido un 44% en las zonas urbanas durante los dos meses de confinamiento, según ha constatado Antonio García Lara, jefe de Depuración y Desalación de Aqualia Canarias.

“Cuando los objetos entran en la red de saneamiento pasan por zonas donde hay menos velocidad de caudal o codos, produciéndose atascos que pueden derivar en inundaciones”, trasladó García Lara, quien advierte de que se han hallado guantes y mascarillas en las depuradoras y de que estas situaciones son prevenibles si se tiene consciencia ciudadana.

Asimismo, en las zonas turísticas, donde apenas se ha producido caudal de agua, los vertidos de grasas por parte de algunos locales de restauración están causando también atascos, por lo que desde la compañía han emprendido una campaña informativa dirigida al sector.

OBJETOS DE UN SOLO USO
Las pajitas de plástico o el empaquetado de frutas y verduras estaban en cuestión antes de la pandemia. Sin embargo, ante la Covid-19, algunos comercios han establecido la obligatoriedad del uso de guantes como parte de su protocolo y los grandes comercios ya venden por miles las cajas de estos productos protectores, que acaban en aceras, autopistas y mares.

Yasmina Encinoso, integrante del colectivo ecologista Ben Magec, señala que la actual situación respecto a los objetos de un solo uso responde a intereses del mercado y recuerda que los guantes “solo deben usarse en situaciones puntuales” y que las mascarillas de tela “ya son alternativas seguras y accesibles”.

Volver a los métodos tradicionales, como la compra de productos a granel o el uso de bolsas de tela reutilizables para transportar la compra, permitirá reducir escenas habituales “como los peces que aparecen muertos y que, tras abrirlos, se encuentra que están llenos de partículas de plástico”.

La ecologista también destacó otro de los defectos climáticos evidenciados durante la pandemia, como la dependencia alimentaria de territorios como Canarias: “Los productos básicos no deben depender del mercado, porque el mercado está para crecer y ganar y, en muchos casos, no pone la vida en el centro”, insistió Encinoso, quien también defendió que el trabajo de los productores debe ser “justo” y “rentable”, y no suponer un “sacrificio”.

UN FUTURO EN JUEGO
La preocupación por el auge de los objetos de un solo uso ha llegado hasta el Ejecutivo regional, una institución que situaba en febrero a Canarias como la primera región de España en prohibir estos plásticos. A la norma, que entrará en vigor a partir del 1 de enero de 2021, se suma tras la pandemia una estrategia de comunicación que comenzará a mitad de junio.

“Buscamos reunirnos con los sectores implicados, como los centros de distribución, los hoteleros, y los grandes centros de utilización de menaje de plásticos. A esas tres líneas de actuación se sumará un plan de comunicación dirigido a la ciudadanía”, compartió Miguel Ángel Pérez, viceconsejero de Lucha Contra el Cambio Climático.

Debido a que la demanda de plásticos de un solo uso, sobre todo guantes y mascarillas, “ha desbordado todas las previsiones”, Pérez ha reincidido en que estos objetos deben ser depositados en el contenedor de restos, que es de color verde o marrón en función del municipio en que esté ubicado, y nunca en “en el amarillo o en el azul”.

El borrador de la Ley de Cambio Climático que el Gobierno ultima también se dará a conocer en esa estrategia comunicativa, un documento que según Pérez, está dirigido a “protegernos contra un cambio drástico del que todos los indicadores advierten y del que nadie debe pensar que es mentira”.

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