Güímar honró ayer a su patrón San Pedro con unos actos solo circunscrito al capítulo religioso, sin eventos musicales, culturales o sociales tan significados durante todo este mes que ahora acaba, debido a las restricciones sanitarias por la Covid-19 que marca ahora el Gobierno de Canarias.
Sólo la presencia de voladores -de altura- rompió el silencio recogido que se vivió durante toda la mañana en el casco histórico de Güímar, desde el Ayuntamiento, con el traslado del Pendón, hasta la iglesia matriz de San Pedro, donde el santo en su atrio presidió la misa solemne que ofreció el párroco de Güimar, Pedro Pérez, quien por cierto ha renovado cuatro años más su cargo como arcipreste de todo el municipio.
Tanto al traslado como a la eucaristía asistieron casi todos los miembros de la corporación municipal, con la reglamentaria mascarilla de protección, pero ninguna representación del Cabildo -excepto el consejero local, Félix Farina- o de otros ayuntamientos, siquiera los vecinos del Valle, Candelaria y Arafo.
Una vez depositado el Pendón al lado del santo, en su atrio, comenzó la solemne misa con un templo repleto de fieles, pero manteniendo las medidas interpersonales de seguridad, mientras en la plaza solo algunos curiosos esperaban su finalización para ver como se tiraban 1.000 euros en voladores -gracias a una recolecta popular de los cargadores de San Pedro- y a la mediación de la secretaria municipal que interpretó la Ley, ante las dudas de la concejala de Fiestas.
La histórica Danza de Cintas (232 años de historia) puso el colorido y el punto final en el pórtico del templo, hasta donde se acercó la imagen de San Pedro, que desde 1939 no había vivido un día 29 sin festejos populares. Solo se suspendieron en 1938, en plena Guerra Civil.