El grupo de 25 africanos que pernocta desde el pasado 20 de junio en las inmediaciones del Pabellón Pancho Camurria, en Santa Cruz, tras llegar en patera a las Islas en busca de un futuro mejor, ha hecho aflorar sentimientos muy diversos en la sociedad tinerfeña. Uno de ellos, y por suerte el predominante, la solidaridad. La Asociación de Vecinos Azorín, que ya recolectaba recursos como ropa y alimentos no perecederos para los sintecho de la zona, ha experimentado, a raíz de la publicación de DIARIO DE AVISOS, un incremento en las donaciones desde distintos puntos de la Isla.
Con sus vehículos particulares, los vecinos del entorno, que debido a su proximidad al albergue municipal se ha convertido en un lugar frecuentado por personas que se han visto abocadas a dormir en la calle, acuden a localidades como Icod de los Vinos, La Matanza, La Victoria, Adeje o Tacoronte, desde donde reciben una ingente cantidad de llamadas preguntando cómo pueden colaborar con aquellos que peor lo están pasando, sobre todo, en un contexto de crisis sanitaria como el actual. Una labor altruista que han secundado organizaciones como la ONG Solican, librería solidaria con sedes tanto en La Laguna como en la capital.
La encargada de dicha entidad en la Ciudad de los Adelantados, Gazmira Rivero, creció en Azorín. De hecho, guarda recuerdos de su infancia vinculados a los más vulnerables. “Les llevaba películas para que vieran en la siesta”, afirma en relación a usuarios del albergue a quienes ya intentaba ayudar siendo una niña. Y ahora, desde Solican, emprende acciones filantrópicas en beneficio de diferentes causas. El mecanismo, explica, lleva funcionando desde hace algo más de una década, y consiste en que “nos hacen donaciones de libros y luego nosotros los vendemos a uno y dos euros”.
Los fondos que recaudan, detalla, “son para campañas” que emprenden por iniciativa propia, a medida que van detectando necesidades en los colectivos, si bien tienen por costumbre colaborar con asociaciones como el Club de Leones o la de amigos saharauis, entre otras con las que el fundador de la ONG, Luis de la Cruz, establece contacto. Sus sedes están emplazadas en el número 16 de la calle Padre Anchieta, en Santa Cruz, y en el local 11 del número 22 de la plaza San Cristóbal, en La Laguna. Ambas permanecen abiertas de lunes a jueves en horario de 10 a 14 y de 17 a 21; los viernes, de 10 a 14 y, en el caso del enclave santacrucero, también los domingos de 9 a 15.
CONEXIÓN CON ‘LOS 25’
“Existe una situación crítica en la zona de Santa Cruz, y 25 hombres más se suman esta semana a las ya bastantes personas que pasan los días y las noches en las inmediaciones del albergue municipal, que se ve desbordado”. Con esta publiación, realizada el pasado 23 de junio en la página de Facebook de Solican, a raíz de que el DIARIO desvelara la situación de la veintena de inmigrantes, que habían decidido abandonar el recurso habilitado por Cruz Roja en La Montañeta (Garachico), en el que permanecieron durante ocho meses, por no ver satisfechas sus aspiraciones -basadas en formarse y buscar empleo-, la librería hizo un llamamiento a la donación de “ropa y calzado de hombre, mantas y almohadas” en coordinación con Azorín.
También fueron colocados carteles en los locales de la ONG, para darle aún más difusión, y el resultado “fue una sorpresa, porque se movió muchísimo por todos lados”, reconoce Gazmira. Es más, asegura que “tenemos los dos almacenes llenos”, dado que recibieron enseres, incluso, de otras organizaciones que como consecuencia de la pandemia tenían dificultades para operar. “Nos han traído un montón de cosas”, explica. Y esos útiles, se los ha hecho llegar a los africanos afincados en las inmediaciones del Pancho Camurria, dando hasta tres viajes en coche, puesto que “me di cuenta que la gente donaba ropa, zapatos y mantas, pero no tenían ropa interior”. Así que, con la recaudación de la venta de libros, “hicimos una compra grande y se la llevamos”.
Se trata de una labor desinteresada, y pone de manifiesto que la solidaridad forma parte del ADN de los residentes en Azorín, del mismo modo que de los integrantes de Solican, pues han sido promotores de gestos generosos a los que se ha sumado la sociedad tinerfeña, haciendo más llevadera la espera del grupo de jóvenes a un ansiado reencuentro con sus familias, que en la actualidad viven en la Península o en el extranjero. Una incansable lucha que, al menos para seis de ellos, ha pasado a otra fase, pues según ha podido saber el DIARIO, han hallado una fórmula para viajar fuera de la Isla y estar más cerca del anhelado abrazo con sus seres queridos.