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Alejandro Martínez: “Cuando cogí al equipo, el 95% no sabía ni mi nombre, pero creyeron en mi trabajo”

El tinerfeño Alejandro Martínez sorprendió a todos en su primera experiencia en China. Tomó las riendas de los Liaoning Flying Leopards después de la destitución del anterior entrenador y, contra todo pronóstico, llevó al equipo a la final, cediendo solo en el último partido. Ahora piensa en crecer allí, pese a lo duro que es, a veces, sobrellevar la distancia
Alejandro Martínez, durante un partido con los Leopards LFL

El tinerfeño Alejandro Martínez sorprendió a todos en su primera experiencia en China. Tomó las riendas de los Liaoning Flying Leopards después de la destitución del anterior entrenador y, contra todo pronóstico, llevó al equipo a la final, cediendo solo en el último partido. Ahora piensa en crecer allí, pese a lo duro que es, a veces, sobrellevar la distancia.

– Se habla mucho de la soledad del entrenador, algo alejado de los focos y las alegrías. En su caso, hablamos de soledad y lejanía. ¿Cómo la lleva?
“Tratas de llevarlo bien, pero los días son largos y lo que intento es estar lo más entretenido posible, ya sea con el trabajo del equipo, ahora con clases de chino o haciendo deporte, que lo tenía bastante abandonado. Hablo con la familia y los amigos por teléfono pero, aún así, tienes muchas horas en las que la cabeza da muchas vueltas. Debes intentar que eso no te afecte. Mentalmente soy una persona bastante fuerte, siempre lo he sido, pero, al final, es complicado y se hace duro porque estás lejos de casa y sabes que a la familia le afecta que estés a tanta distancia”.

– El tema familiar es duro, supongo, tanto para usted como para ellos.
“Mi madre tiene 80 años y hace casi seis meses que no veo a mi mujer, además de a mis hermanos, mis sobrinos y mis amigos. En Tenerife yo sé dónde está todo, sé que puerta tengo que tocar si es necesario y aquí no, aquí te tienes que buscar la vida en el más amplio sentido de la palabra. Pocas personas hablan inglés, por lo que he establecido vínculos de amistad con españoles que viven aquí. Una chica del Bierzo que está casada con un chino y tienen un restaurante de comida española, con el director del Colegio Alemán de aquí, que habla español al estar casado con una chica colombiana, algunos trabajadores de BMW que han trabajado en plantas en España… En ese restaurante, que se llama LOK, nos solemos reunir porque suele haber gente de ese grupo casi en cualquier momento. Quizás yo soy el que está más solo al no tener a nadie de mi familia, por lo que se hace difícil. Pasan los días y lo que intento es estar entretenido trabajando todas las horas que estoy despierto. Por la noche me despejo viendo alguna película o alguna serie. Los días son bastante rutinarios porque se entrena mañana y tarde”.

-Tendemos a creer que los profesionales de un deporte son de hierro, no les afecta nada lo personal y disfrutan de una posición envidiada pero, en esas cuestiones personales, tampoco es sencillo tener a su pareja a 1.000 kms de distancia
“Se hace duro, claro. Es complicado que Patri venga. Ahora mismo la cosa no es sencilla porque empezamos a entrenar con todo el equipo el lunes y el 14 de octubre nos vamos a una burbuja en la que no puede estar mi mujer. Los tiempos no darían entre permisos y cuarentena en dos ciudades distintas. Hay que esperar a que dejen entrar turistas en las condiciones oportunas, por lo que hay que tener paciencia. Ha tocado así. Justo cuando Patri iba a venir se cerró la frontera unos días antes. Es algo excepcional a nivel mundial, no hay que darle demasiadas vueltas”.

– ¿Se llega a dudar? ¿Dan ganas de dejarlo? Digo en algún momento, aunque sea solo un instante

“En mi caso no ha ocurrido. Es verdad que estoy muy valorado tanto deportiva como económicamente y soy muy consciente de que tengo una responsabilidad familiar tanto con mi mujer como con mi familia ya que, ahora mismo, la situación en España es muy delicada y yo aquí tengo un trabajo bien remunerado, por lo que si España volviera a entrar en algún tema de alerta, con ERTE masivos, podría ayudar a la familia. No me han entrado dudas de ningún tipo, esa responsabilidad que tengo ha hecho también que sea así. Eso puede más que cualquier pensamiento dubitativo que pudiera llegar en algún instante”.

– En Europa, muchas veces, tendemos a analizar o enjuiciar todos según nuestra perspectiva. ¿Con qué se encontró a su llegada a China?

“Cuando vas a un sitio no puedes ir en plan colonizador. Primero tienes que ver cómo trabajan y luego ves qué cosas de las que tú haces puedes adaptar. No es buena idea tratar de llegar a cambiar un baloncesto que llevan x tiempo practicando porque no vas a lograrlo. Sí puedes meter pequeñas modificaciones. Algunos hábitos que creo que eran malos los hemos erradicado del grupo, de la rutina del día a día. Creo que los entrenamientos son monótonos, son muchas horas, mucha repetición con pocas correcciones, por lo que los jugadores tienen defectos muy pronunciados, ya sean gestos técnicos o situaciones tácticas. Puse el foco en tratar de cambiar esos malos hábitos a nivel táctico, porque pensé que nos podía ayudar más. Aquí casi todos los equipos juegan de la misma manera, con los mismos sistemas y, casi, casi, marcando las mismas jugadas. Uno lado es, igual, el mismo sistema para toda la liga, así que, simplemente, cambiando la orientación de un bloqueo teníamos una situación diferente, pero el equipo contrario seguía defendiendo la forma original. En casi cada partido variábamos algo, ellos veían que funcionaba y creo que eso fue la base del éxito. Tácticamente fuimos capaces de cambiar cosas y los jugadores vieron que aquello marchaba. Al final eran ellos los que pedían que metieras variaciones. Los jugadores más importantes del equipo tenían hambre de conocimientos tácticos”.

– Lo suyo fue un poco como la Cenicienta, pero, desde dentro, sería todo como vivir en un torbellino…

“Cuando me dan el equipo el dueño y el mánager quieren que los jóvenes tengan protagonismo y que los veteranos con contrato para el año que viene no se lesionen. Hay una situación muy violenta porque los jugadores, conmigo delante, se enfrentan al mánager y a un directivo. Se quejan de que echaran al otro entrenador y que ahora ponían ‘a este, que no tienen ni idea, que no habla chino’… Entiendo que son reacciones normales en un grupo que lleva mucho tiempo con un entrenador. Al día siguiente hablé con el entrenador para que vieran que no estaba usurpando el sitio de nadie, Guo, el técnico, era el que me había llevado al equipo. Es más, yo hablé con él, le dije que me iba con él, y me dijo que no, que sabía que podía ayudar a los jugadores. Con su bendición hablé con el capitán y él con el resto, también en mi presencia, y les pegó una bronca tremenda. Ganamos los dos primeros partidos de más de 30 puntos ante rivales bastante complicados y los jugadores empezaron a ver que lo que hacíamos funcionaba. Hay una cosa curiosa. Una vez venía de una rueda de prensa en ese segundo partido que ganamos y Ailun Guo, sobrino del entrenador que habían echado y base del equipo y de la selección, me pregunta: ¿Dónde dices que has entrenado? Yo llevaba tres meses en el equipo pero yo era el español que hacía técnica individual, nada más. Estoy seguro que el 90% del equipo no sabía ni cómo me llamaba”.

– Ahora será todo lo contrario.
“Ganamos 12 partidos seguidos y veían que aquello funcionaba. Pasé de que nadie te saludara nunca a dejarte pasar el primero en el ascensor o en la cola para comer. Entrenadores chinos te ven tomando un café y te piden si pueden sentarse contigo y te preguntan aspectos tácticos. Pasé de ser alguien anónimo a una persona accesible, que les extrañaba mucho, porque les contaba cuestiones tácticas y hablaba abiertamente. Es normal, a mí alguien me los explicó antes, así que yo los explico. En la ciudad todo el mundo te saluda, te quieren pagar un refresco, se quieren hacer una foto contigo. Es bastante agradable. La gente se está portando muy bien. Y eso que de muchas cosas no me entero porque no hablo nada de chino”.

– Desde la distancia igual no se entiende: ¿por qué quedarse como segundo tras esta magnífica temporada?

“He tenido tres ofertas para ser primer entrenador. Dos de equipos de mitad de tabla y una de la zona baja. Exceptuando los tres o cuatro primeros, la verdad es que la clasificación suele cambiar bastante, menos Bayi, que suele quedar último porque es el club del Ejército, con gente nacional y muy joven, el resto de los equipos depende de la suerte que tengas con los americanos. Tuve dos ofertas en Japón y Corea y otra para ser segundo en mi equipo y otros dos. Sinceramente, no estoy preparado para ser principal, porque el idioma es una barrera muy grande pese a tener traductor. Una cosa es esto de siete semanas, pero necesito un par de años de estar en la liga, de conocer a los rivales, conocer a los árbitros y, por supuesto, el chino. Estoy en uno de los clubes más importantes del país, que en los últimos cuatro años ha jugado dos finales y ha ganado una y que tiene muy buenos jugadores nacionales. Es un sitio ideal para seguir mejorando como entrenador en este país”.

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