
Sucedió el sábado de madrugada en Madrid y la protagonista fue una candelariera que lleva 18 meses de agente de la Policía Nacional en el distrito centro de Madrid. Abigail Cazorla, de 32 años, protagonizó una espectacular persecución de un peligroso delincuente, primero a pie y luego a bordo de un taxi, que culminó con el arresto del argelino de 27 años, pese a que este amenazó a la agente primero lanzándole unas botellas y, cuando se sintió acorralado, trató de herirla con una botella cortada.
“No sé si ha sido mi intervención más seria, pero sí la más peligrosa, porque estaba sola y no sabía cómo iba a responder el individuo. Me envalentoné quizás porque estaba cerca el taxista y pensé que si me pasaba algo había alguien que podía avisar”, relata la tinerfeña, quien ha sido considerada una heroína por sus compañeros, trascendiendo su intervención a los medios de comunicación madrileños y nacionales.
Los hechos se produjeron cuando Abigail y su jefe superior, de los Grupos de Atención al Ciudadano, que patrullaban de madrugada en un coche Zeta, detectaron a tres hombres que se encontraban robando en el interior de una cafetería en la calle Carretas, en el distrito centro de Madrid, “tras petar la caja registradora e intentar llevarse parte del mobiliario de la cafetería ”, señala la tinerfeña.
En el momento de ser sorprendidos, uno de ellos arrojó una cafetera industrial que pretendían sustraer y se fugó del lugar. Mientras el compañero de Abigail reducía a dos de los implicados, la agente emprendió la persecución a pie del tercer asaltante.
“Comencé a correr detrás de él y cuando ya lo tenía cerca me lanzó varias botellas y le perdí de vista. Un taxi que pasó por allí, cuando vio que estaba lanzando botellas al cristal del coche, me dijo que me subiera y, aunque intentó ponerle el coche delante para frenarle, siguió corriendo y comenzamos a callejear hasta que le acorralé en un callejón sin salida. Me amenazó con una botella rota, pero, tras un forcejeo, logré reducirle, aunque logró escapar de nuevo”.
Con la ayuda de Adolfo, el taxista, la agente natural de Candelaria logró seguirle hasta la cercana calle San Bruno, “por donde había huido, pero no lo localizamos pese a estar a diez metros; estaba escondido debajo de un coche. Ahí llegó un compañero de la radiopatrulla Zeta y me ayudó a reducirle y a engrillarle. Nos costó, pero al final lo conseguimos. No fue fácil, porque en 18 meses nunca me habían amenazado o intimidado con ninguna arma o objeto contundente o cortante, como ocurrió en esta ocasión”, señala la agente candelariera.
A los arrestados, dos ciudadanos de nacionalidad argelina de 52 y 27 años y un libanés de 49, se les imputa su presunta participación en un delito de robo con fuerza y al detenido más joven, además, un delito de resistencia y atentado a los agentes de la autoridad.