economía y empresas

Teletrabajar desde y para Canarias

El nuevo paradigma poscoronavirus ha acelerado el teletrabajo en el Archipiélago, donde el buen clima y la seguridad sanitaria lo convierten en uno de los destinos favoritos. Para Rebeca Maria, procedente de Bucarest, la vida aquí "es lo más parecido al paraíso"

Saborear un té negro con unas gotas de leche y una cucharadita de azúcar, contemplando todo un horizonte atlántico antes de iniciar la jornada laboral es un auténtico privilegio; ahora, el de muchos. La pandemia de coronavirus ha acelerado la implementación del teletrabajo en numerosos negocios, permitiendo así que los profesionales continúen desempeñando su labor desde cualquier parte del mundo. Y, como no podía ser de otra forma, Canarias se ha posicionado como uno de los destinos favoritos para muchos europeos.

Sin apenas contrastes estacionales, su seguridad sanitaria o el mismo huso horario que Reino Unido son algunas de las ventajas del Archipiélago que impulsan el trabajo a distancia. Tal es así, que la Consejería de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno regional puso en marcha hace unos meses una campaña para captar a los denominados remote workers en el mercado internacional.

Rebeca Maria escogió Tenerife por casualidad. Esta rumana de 34 años, procedente de Bucarest, ya teletrabajaba parcialmente pero fue a raíz del confinamiento y las medidas sanitarias para contener la Covid-19 cuando su compañía decidió hacerlo al cien por cien. “Trabajo para una empresa de producción de software y lo hago constantemente en remoto, es decir, no necesito ir a la oficina”, declara a este periódico. La ingeniera, que había visitado Canarias con anterioridad, tenía previsto volver para disfrutar únicamente de agosto. Este febrero, cumplirá su sexto mes en Tenerife. “El teletrabajo me aporta la flexibilidad de trabajar desde diferentes ciudades y la posibilidad de crecer como persona gracias al cambio y la independencia que ofrece”, explica, aunque, a su vez, reconoce que “las relaciones con los compañeros son más virtuales que reales”.

Rebeca reside en el barrio de Costanera, perteneciente al término municipal de El Rosario, junto a “una mujer que me trata como a una hija, una amiga que he conocido aquí y que, a día de hoy, es como una hermana para mí y un profesor de francés muy simpático”. Asegura que la vida en el Archipiélago es lo más parecido al paraíso: “La gente es maravillosa, las vistas son únicas y hay un sinfín de actividades divertidas que poder hacer ; no hay manera de aburrirse en este lugar y cada día es una aventura”. La bucarestina tiene claro que sus planes a corto y medio plazo son aprender a nadar mejor, practicar senderismo, avanzar en sus estudios de alemán y lenguaje de programación Java, seguir conociendo gente y regresar, siempre y cuando las restricciones lo permitan, a sus clases de baile. Todo ello, eso sí, desde las conocidas por muchos como Islas Afortunadas.

De Canarias al mundo

Carlos Jonay durante su estancia en Portugal. | DA

La otra cara de la moneda la representa Carlos Jonay. Se dedica a la consultoría de estrategia digital desde hace años pero no fue hasta 2015 cuando se topó con un programador de Estonia que se denominaba a sí mismo nómada digital y, literalmente, “me explotó la cabeza”. “Empecé a informarme porque soy autónomo y puedo llevar a cabo mi labor a distancia sin problema, virtualizando mis reuniones”, cuenta el lagunero de 37 años. En ese mismo periodo, conoció al creador del evento Nomad City -ahora Repeople-, que congrega anualmente a numerosos trabajadores y empresas en remoto en Gran Canaria con el propósito de aprender y avanzar en la citada práctica. “Hicimos un pequeño experimento de actividades sencillas en Las Palmas, considerada una ciudad emergente en cuanto al teletrabajo, y fue todo un éxito; acudió mucho público norteamericano”, indica.

Paralelamente, Carlos fundó Digital Nomad Experiences, una plataforma en la que compartir vivencias con otros teletrabajadores experimentados. Y fue entonces cuando “comenzaron todas las cosas divertidas”. En 2017 se trasladó a Lisboa para saborear el teletrabajo de primera mano y los tres meses que tenía previstos en su maleta de viaje se convirtieron en ocho. “Portugal supuso muchos cambios para mí, ya que continuaba trabajando como consultor y, a la vez, me nutría constantemente de una de las ciudades más punteras en teletrabajo -junto con Berlín- de Europa”, afirma el tinerfeño, quien admite que eligió la del alma de fado por su amplia oferta de experiencias con otros remote workers. “Los espacios coworking son estupendos, la capital cuenta con diversas cafeterías donde tomarte un café y trabajar sin problema, se realizan eventos de networking (actividad socioeconómica en la que profesionales y emprendedores se reúnen para formar relaciones empresariales)” y, haciendo honor a su apego isleño, “es una mezcla entre pueblo y ciudad”.

El lagunero disfruta recorriendo cada rincón del país que visita. | DA

Pese a que Carlos tuvo que regresar a Tenerife por un problema personal, esto no le impidió seguir viajando en sus días laborables, ya que visitó Budapest, Londres… A finales de 2019 cofundó la empresa Escuela de Trabajo Remoto para ayudar a otros negocios -pymes en su mayoría- durante su transición al teletrabajo e, inevitablemente, la pandemia propició el resto. “El 14 de marzo nos vimos obligados a acelerar la iniciativa que, afortunadamente, tuvo muy buena acogida: aparecimos en medios de comunicación, nos invitaron a congresos internacionales…”. Ahora, buscan posicionarse como la primera agencia cien por cien en español para el asesoramiento en remoto. “No somos una agencia al uso, sino seis especialistas en el trabajo a distancia que nos hemos unido para ayudar a otros”, concluye.

Ingenieros, informáticos, economistas, consultores… El nuevo paradigma poscoronavirus deja claro que el teletrabajo ha llegado a nuestra jornada laboral para quedarse y, a pesar de que muchos añoren el empleo tal y como se conocía hasta ahora, es evidente que sus ventajas son infinitas.

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