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Tenerife, la isla ‘de ola en ola’ que va a contracorriente de España

La ineficacia de los protocolos impulsados por Sanidad ha desembocado en un hondo malestar de los hosteleros, que acuden a la Justicia para recurrir el cierre de los interiores

Ningún representante público de Canarias ha cuestionado la necesidad de poner freno a la pandemia en Tenerife, donde se concentran la mayoría de los casos de COVID-19 del Archipiélago. Pero la fórmula, que para la Consejería de Sanidad que dirige Blas Trujillo ha sido que la Isla asuma la totalidad de restricciones propias del nivel 3 de alerta epidemiológica, sí que ha generado controversia; especialmente, por su afección en un sector tan castigado a lo largo de la crisis del coronavirus como el de la hostelería.

De hecho, es tal el descontento devengado de la rigidez del Gobierno canario, que los representantes de esta actividad productiva han anunciado que recurren ante la Justicia la medida de cerrar los comedores interiores. Y es que el Ejecutivo regional ha hecho caso omiso a las solicitudes del Cabildo tinerfeño y varios ayuntamientos, que sugirieron abrir la mano precisamente en este punto y que, por ejemplo, aquellos bares y restaurantes que no contaran con terraza, pudieran hacer uso al menos parcial de sus salones, para no abocarlos a un cierre absoluto.

No obstante, tras la reunión celebrada el jueves en el Teatro Leal de La Laguna entre el Gobierno, el Cabildo y los municipios, poco se sacó en claro. Es más, las prisas del consejero autonómico una vez culminado el encuentro para marcharse al aeropuerto no cayeron bien. Abundan los interrogantes sobre la mesa respecto a la falta de previsión de Sanidad.

Tenerife no ha estado más de un mes en nivel 2, y ello da pie a distintas interpretaciones, pero la que más fuerza ha adquirido entre los críticos con la labor desarrollada por el Departamento de Trujillo es que los protocolos han de revisarse. No en vano, el resto del Archipiélago ha atravesado momentos de dificultad derivados de las llamadas olas, mientras que Tenerife parece haberse visto revolcado por una de carácter interminable. El propio portavoz del Gobierno, Julio Pérez, llegó a reconocer la semana anterior que se debía hacer una revisión de los métodos aplicados, teniendo en cuenta que en la Isla no arrojan los resultados deseados; una autocrítica que, posteriormente, el consejero de Sanidad no quiso secundar, señalando que las acciones emprendidas desde su área estaban funcionando.

Pero los datos no avalan la tesis de Blas Trujillo: el rastreo se salda con un resultado negativo en Tenerife, pues se desconoce la procedencia del 20% de los contagios registrados en la Isla, frente al 10% de Gran Canaria. Un valor que fue dado a conocer por el director general de Salud Pública, José Juan Alemán, quien achacaba a la dispersión de la población tinerfeña la dificultad para hacer un seguimiento de los positivos. Ahora bien, teniendo en cuenta que se lleva hablando de esa variable desde Navidad, la pregunta es: ¿y no se buscó solución? Hay quienes achacan “pachorra” al consejero, y “de aquellos barros, estos lodos”.

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