Desde que era niño Salvador Pérez tenía una auténtica obsesión por ser periodista. Esa pasión lo llevó a publicar su primera crónica sobre fútbol a los 14 años en el periódico Aire Libre dirigido por Julio Fernández. El fútbol era otra de sus pasiones, hasta el punto que en su pueblo, La Guancha, no había campo y los chicos jugaban en cualquier huerta, así que organizó un equipo y se convirtió en entrenador y dirigente. Salvador empezó a escribir y poco a poco se fue lanzando en el mundo periodístico de aquel tiempo. Su seudónimo era Paladín. Colaboraba con Jornada Deportiva y se atrevió con crónicas, críticas y entrevistas e informaciones de cultura en un municipio ávido de ellas.
El escritor portuense Juan Cruz le mandaba por teléfono sus primeras crónicas y Salvador les ponía los puntos y las comas. Ahí se gestó una amistad que continúa en la actualidad.
La pasión de Salvador por el periodismo se fue acrecentando durante su juventud. En el momento de elegir una carrera su padre le dijo que sugirió que primero hiciera Magisterio, ya que periodismo solo se podía cursar en Madrid, Barcelona o Navarra.
Tras aprobar las oposiciones de maestro su destino fue Las Palmas, desde donde colaboró con el desaparecido periódico El Eco de Canarias. Allí estuvo cuatro años, conoció a su mujer Aurora, con la que sigue casado, también maestra, y al regresar a Tenerife volvió a El Día, que se editaba en el mismo edificio que Jornada Deportiva.
Ambos fueron destinados a la escuela de La Mancha, en Icod de los Vinos, durante 19 años y vivieron en la parte alta de la escuela. Fue en esa etapa en la que comenzó a escribir sobre La Guancha y a hacer el Primer Curso de Periodismo Escolar organizado por la Universidad de La Laguna (ULL). La Tarde, el otro periódico de la época, tenía una página semanal denominada Tiempo de niños, en la que Salvador Pérez exponía las ideas e inquietudes de los más pequeños de su pueblo, pero también de los municipios aledaños como Icod de los Vinos o Garachico, que él recogía previamente durante su visita a los colegios.
En la década de los 70 y los 80 La Guancha vivió un momento de esplendor en muchos aspectos. El Centro Unión y Fraternidad se convirtió en un referente de Canarias con sus charlas-coloquio, conferencias, conciertos, ciclos de cine, mesas redondas, concursos literarios y fotográficos, obras de teatro y diversas manifestaciones artísticas y culturales. Llegó a organizar en año más de 120 actos culturales, y allí se hizo la primera presentación del Partido Comunista de España.
Salvador llegó a convertirse en secretario del centro y contribuyó a que este tuviera su sede en un edificio de nueva construcción. Para ello peleó un buen precio junto con su padre y buscó ayudas y subvenciones de las distintas instituciones. Finalmente, logró su objetivo. El inmueble fue inaugurado el 7 de diciembre de 1975. Fueron muchas las personas que lo entusiasmaron para que escribiera ya no de todo lo que acontecía en el pueblo, sino en el Norte de la Isla. “Desde Tacoronte a Buenavista, a excepción del Valle de La Orotava, donde estaban otros compañeros, el Norte era mío” , subraya.
“Francisco Ayala, quien fuera director de El Día, reconoció que fui el creador de la página de los pueblos del Norte, que no existían en ninguno de los tres periódicos de ese momento”, sostiene.
Al mismo tiempo que daba clases, su trabajo como periodista trascendía las fronteras de La Guancha. Ya era un periodista todoterreno que se animaba con los partidos del Tenerife, fue enviado especial a Venezuela, a Alemania para asuntos de promoción turística y a Madeira hasta que dio el salto a La Gaceta de Canarias, como miembro del equipo fundador.
En las primeras elecciones democráticas, en 1979, entrevistó a todos los candidatos desde Tacoronte a Guía de Isora. “A Paulino Rivero y Paco Afonso les hice la primera entrevista de su vida”, recuerda. Pero su pueblo natal nunca desapareció de su objetivo periodístico. Si La Guancha tuvo páginas en los periódicos que contribuyeron a que fuera más conocida en la Isla fue gracias a su labor.
Su gran amistad con César Manrique llevó al prestigioso arquitecto lanzaroteño a pasar dos días en la localidad norteña y a pensar en proyectos futuros en el Charco del Viento o en la montaña Cerrogordo, al pie del casco guanchero, desde donde se divisa una panorámica del mayor pinar de Canarias, dos proyectos que nunca llegaron a materializarse.
FERIAS
El periodista y maestro también se implicó en las ferias, una de las iniciativas más importantes en la historia de La Guancha que la situó en el epicentro de Canarias y por las que fue reconocida a nivel nacional.
Desde la primera, que tuvo lugar en 1966, denominada Exposición Agrícola-Ganadera y fue organizada por el Plantel Juvenil Agrario, hasta las últimas que se desarrollaron en 1988, en las que participaron 500 artesanos, trabajando in situ, de las siete islas, la mayor concentración de España.
De libros, de tecnología, de agricultura, de artesanía, llegaron a convocar a 120.000 visitantes en los cuatro días que duraban llegando a competir con las fiestas de Candelaria y la Romería de San Roque, en Garachico. Él fue el coordinador junto con Juan José Rodríguez González.
Su gran repercusión y la masiva afluencia de visitantes conllevaron que La Guancha dejara de ser un pueblo desconocido, casi invisible, a ser un referente organizativo, a un lugar deseado y visitado.
La implicación con su pueblo también se refleja en sus libros. La Banda en la vida, sobre la historia de la Agrupación Musical La Guancha. Primero fue el árbol, en referencia al baloncesto, un deporte que comenzó en un árbol de la plaza y por el que el municipio ha sido reconocido, o la publicación sobre el IES La Guancha, un centro educativo de referencia, con motivo de su 25 aniversario.
Sin duda, es en sus libros donde Salvador Pérez ha podido compaginar sus dos profesiones. ¿Con cuál se queda?, le pregunto.
Y cuesta admitir su respuesta: “Con la de maestro, toda
la vida. Yo con esta profesión descubrí el cielo” y resume su pasión con una frase de su autoría. “Igual que yo sí, pero no hay nadie en el mundo que amara tanto la escuela como yo”.
En la actualidad, Salvador trabaja en un libro sobre los viajes que realizó a los cinco continentes, en los que recorrió un total de 58 países, los dos últimos fueron en 2019; Japón, en junio y Costa Rica, en octubre. Por eso se define como “un guanchero universal” , porque hay pocas cosas que le proporcionen tanto placer como viajar. Viajar no solo para conocer y disfrutar, sino también para aprender y ayudar.
Gran parte de estos viajes lo realizó con la Fundación Carlos y Beatriz, que lleva el nombre de sus hijos, de 27 y 23 años, quienes fallecieron en un trágico accidente de tráfico en 2001.
“A partir de ese momento, Aurora y yo tuvimos que inventar una vida”, cuenta, y así surgió la Fundación, creada en febrero de 2006, con la que pretenden dar forma a su herencia, basada en el recuerdo y la esperanza de un mañana mejor. El patronato está conformado entre otros, por Luis Balbuena Castellano, primer consejero de Educación de Canarias, y amigos de sus hijos.
Una fundación que se mantiene con la cuota de los socios y sus aportaciones personales y que desde su creación ha ayudado al estudio de muchos alumnos de toda Canarias. En total, 595 beneficiados y un presupuesto destinado de 131.800 euros.
Sin embargo, su labor no se limita a las Islas. En sus 15 años de actividad también ha construido escuelas en Latinoamérica, en países como Perú, Colombia y Argentina, comprando los materiales necesarios en los lugares de origen para que los beneficios repercutieran en la economía local. Su última labor en el exterior fue en África, en concreto, Gambia, donde en 2019 se construyó un pozo de agua en el patio de un colegio para que tanto alumnos como maestros pudieran tener acceso al agua potable.
En 2018 fue pregonero de las fiestas patronales, ocasión en la que anunció que donaba todo su archivo a su pueblo natal.
Fue en agosto del año pasado cuando el alcalde de su pueblo, Antonio Hernández, le dijo que quería hablar con él y le propuso ser cronista oficial, pero su respuesta fue “que se olvidara de él, que no quería saber de eso, pese a que había escrito mucho de La Guancha”. Cada mes lo llamaba hasta que en un momento se reunió con el director del IES, Jerónimo Morales, que es muy amigo de Salvador para pedirle que ayudara a convencerlo y así lo hicieron ambos con la complicidad de Aurora.
No sorprende que la propuesta inicial, presentada al Pleno de la Corporación, fuera aprobada por unanimidad dada la dedicación y el amor que Salvador Pérez siempre profesó por su pueblo en el que todavía quedan muchas cosas por descubrir.
En apenas unos meses, una vez que el expediente esté finalizado y vuelva al Pleno, previsiblemente para finales de julio, este “guanchero universal” se convertirá en el primer cronista oficial del municipio.