La venerada imagen del Cristo de La Laguna volvió ayer a descender hasta sus fieles en la tradicional ceremonia del Descendimiento, después de que se tuviese que cancelar el pasado 2020 por la pandemia, limitándose a la eucaristía. Aún así, este año se ha mantenido la supresión del Besapié debido a las medidas sanitarias para evitar la propagación de la COVID-19.
Tampoco se pudo celebrar, al igual que el año pasado, la procesión del traslado del Cristo a la Catedral, limitándose todos los actos religiosos al real santuario o su atrio.
Así, los actos religiosos con motivo de las Fiestas en honor al Santísimo Cristo de La Laguna arrancaron ayer con esta tradicional ceremonia de Descendimiento, precedida por la eucaristía en el real santuario lagunero, presidida por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, y que se puedo seguir en directo a través del canal de Youtube del Obispado de Tenerife.
Junto a monseñor Álvarez, concelebró el obispo de Monterano y auxiliar de Valencia, Javier Salinas, encargado de predicar este año en el día grande de las fiestas y en el solemne quinario. También participaron en la celebración el rector del santuario, Víctor Álvarez; el esclavo mayor de la Esclavitud del Cristo de La Laguna, Francisco José Doblas; el teniente general Jefe del Mando de Canarias, Ceuta y Melilla, Carlos Palacios; así como una representación de la Corporación municipal, un nutrido grupo de esclavos del Cristo y miembros de hermandades y cofradías.
Según informó el Obispado, el prelado nivariense comenzó su homilía recordando que la celebración de esta jornada “nos recuerda a cuando Cristo fue descendido de la cruz y puesto en manos de María, para luego ser llevado a la sepultura”. “El final de ese acontecimiento ya lo conocemos. Cristo resucitó y vive para siempre. Por eso lo honramos y lo veneramos”, indicó.
Monseñor Álvarez explicó que este año se ha tenido que suprimir el gesto del Besapié debido a las medidas de sanidad para evitar la propagación de la COVID-19. “Sin embargo, sí podemos, con el corazón, inclinarnos agradecidos ante Jesucristo porque, por él, ha venido la salvación al mundo”, apuntó.
El obispo, en otro momento de su homilía, destacó que, en estas fiestas, lo que hacen los cristianos es ponerse a los pies de Cristo para pedirle que él actúe. “La salvación que Cristo nos ofrece es una salvación del alma. No nos olvidemos de que los males que hay en el mundo provienen de los deseos del corazón. A veces, hay tormentas, terremotos, pandemias como la que estamos viviendo, pero todo eso es insignificante respecto a la maldad que producimos los seres humanos. El egoísmo, las guerras, los enfrentamientos, incluso en el ámbito de la propia familia… Hacer el bien, en cambio, viene determinado por la Palabra de Dios. Los que creemos en él, nos fiamos de su palabra e intentamos, aunque nos cueste, poner en práctica sus mandamientos”, manifestó.
El prelado nivariense continuó su homilía haciendo referencia al mensaje que este año quiso compartir en el programa de las fiestas: “He querido resaltar la dimensión de que los cristianos estamos llamados no solo a creer en Jesucristo, sino a pensar, sentir y actuar como él”. En este sentido, Álvarez añadió que, en su opinión, lo primero y más difícil es pensar como Cristo: “La conversión significa cambiar la mentalidad. Si no nos identificamos con el pensamiento de Cristo, no lo podemos poner en práctica. Por eso, debemos pedirle la gracia de sintonizar con su pensamiento. Solo así, nos sentiremos más motivados a sentir y a actuar como Cristo”.
Tras la homilía, se bendijeron e impusieron las medallas a los nuevos esclavos. Posteriormente, el obispo impartió la bendición final y se procedió a la tan esperada ceremonia del Descendimiento del Cristo, momento en el que se empezaron a escuchar las salvas en honor a la venerada imagen.
Una pantalla sin público
Mientras, por la tarde, a las 19.30 horas, en el atrio del real santuario, donde se colocó la imagen del Cristo, dio comienzo el solemne quinario con la celebración eucarística presidida por el obispo y predicación a cargo del obispo titular de Monterano y auxiliar de Valencia. Cantó la misa la Unión Artística El Cabo.
La celebración se pudo seguir también en directo por Youtube, así como a través de una pantalla que el Ayuntamiento había habilitado en el escenario de la plaza del Cristo por si el aforo del atrio, reducido a 170 personas se llenaba. Previsión que no ocurrió, por lo que la pantalla de la plaza se quedó sin público.