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Pepe Viyuela: “No tengo proyecto más ambicioso para lo que me resta de vida que intentar ser mejor payaso”

El actor y cómico riojano ha sido el padrino del XVI Festival de Cortos Villa de La Orotava
Pepe Viyuela ha sido el padrino del XV Festival de Cortos Villa de La Orotava. / Europa Press

El Festival de Cortos Villa de La Orotava ha estado apadrinado en esta edición, la número 16, por Pepe Viyuela. El intérprete riojano no deja de ejercer su oficio en el cine, el teatro y la televisión en proyectos de lo más variopintos. Aunque, eso sí, si tuviera que escoger una sola de las facetas artísticas por las que transcurre su vida se quedaría con la de payaso. Una vocación que, como explica en esta entrevista con DIARIO DE AVISOS, le ha permitido viajar por el mundo, conocer otras realidades y, sobre todo, acompañar a muchas personas que lo están pasando mal.

-Ha venido a Tenerife, a La Orotava, a apadrinar un festival de cortos. ¿Qué representa para usted apoyar un certamen como este, sobre todo en el momento tan complejo que vivimos?

“Este tiempo nos hace ver de forma muy clara que la cultura no es un adorno ni un lujo, sino algo que necesitamos para nuestra supervivencia, para recuperar el ánimo. Contribuye a reforzar los lazos entre la gente, a la esperanza. Una iniciativa como esta tiene que ver con algo a lo que llevo dedicándome desde hace más de 30 años. Creo que tengo que estar en los lugares que defienden mi oficio, en los que se habla de la cultura y, en este caso, del cine”.

“En las redes sociales hallas francotiradores, pero si tú crees en una causa, la autocensura hay que saltársela”

-Actor, payaso, escritor. Literatura, teatro, cine y televisión. ¿Todas estas vocaciones y estos medios en los que se expresan forman parte de una misma inquietud o han ido llegando de forma paulatina a su vida?

“Son ramas del mismo tronco, de mi gusto por comunicarme, por expresarme y, de alguna manera, por intentar entenderme y entender el mundo en el que vivo. Más allá de eso, daría una explicación más sencilla: me permite vivir mejor, ser feliz. Todas estas facetas las utilizo para encontrarme más a gusto en el sitio en el que estoy. Si tuviera que hablar solo de una, sería de la interpretación. Y sobre todo del teatro. No me considero merecedor del apelativo de escritor. Soy un aficionado a la escritura, me gusta escribir y a veces algún loco se decide a publicar lo que escribo”.

-En todas ellas se establece un contacto con el público. ¿Cómo vive hoy ese diálogo y esa cercanía con los otros en un tiempo en el que se imponen las distancias de seguridad?

“Recuperar ese contacto es esencial, pese a las dificultades que tenemos para ello. No somos nada sin los otros. Es necesario hablar, comunicarse, expresarse… Y también escuchar lo que los demás nos tienen que decir. Además, de forma paradójica, en un momento histórico en el que parecía que la comunicación iba a mejorar muchísimo, a través de las redes sociales y de todo lo que tiene que ver con lo digital, todo eso ha contribuido precisamente a lo contrario. A depauperar el contacto físico más directo, a hacerlo más raquítico y a que perdamos capacidad expresiva. Nos intercambiamos imágenes y mensajes llenos de emoticonos, pero usamos cada vez menos la palabra. El diálogo vivo, en directo, está siendo relegado, justo cuando más lo necesitamos. El cine, por ejemplo, es un lugar ideal para encontrarse con los otros, para dialogar, para contar, te haya gustado o no lo que has visto, con un motivo del que tirar para comunicarte”.

“Para mí el teatro, el cine o la televisión son ramas de un mismo tronco, me sirven para entender el mundo y entenderme”

Pepe Viyuela compagina en su trayectoria el teatro, el cine y la televisión. / DA

-¿Son similares la forma que tiene de acercarse a un texto teatral y subir a un escenario y la de trabajar en un plató de televisión o en un rodaje?

“Son muy diferentes. En el teatro hay mucho más tiempo para preparar todo y en el cine trabajas al albur de lo que decida un director, lo que tú haces queda expuesto a la manipulación de otros creadores. En el teatro eres tú ante el público, viviendo todos los días una misma historia que se puede ver modificada en cada ocasión. En el cine, aparte de que no eres dueño y señor del último repintado, luego eso va a quedar para siempre. He trabajado mucho más en el teatro y es el elemento en el que me encuentro más cómodo, quizás porque lo conozco mejor. Pero eso no significa que no me interese el cine. En ambos lados se trata de una labor colectiva apasionante, en la medida en la que tienes que escuchar las ideas de otros”.

-Usted ha manifestado su compromiso con iniciativas como Payasos Sin Fronteras y Pallasos en Rebeldía. ¿Qué aprende de la gente con la que se cruza cuando se embarca en estas propuestas solidarias?

“Si como ser humano no dejas de aprender de los demás, cuando viajas a lugares donde la situación es tan distinta a la tuya, a sitios en los que la risa ha emigrado, valoras más las cosas. Aprendes a valorar lo esencial, lo que es fundamental para la convivencia y también para la supervivencia. Cuando viajamos a un sitio, nos suelen preguntar por qué hemos ido. Nuestra respuesta es porque sí, porque queremos estar junto a esas personas. Se trata de encontrarnos y, en la medida de nuestras posibilidades, de aliviar su sufrimiento. Y eso une, estimula y da esperanza. A ellos y a nosotros. En esas situaciones aprendes que lo esencial está más al alcance de la mano que un montón de cosas por las que nos vamos dejando la piel cada día”.

“El cine es un lugar ideal para encontrarse con los otros, para contar con un motivo del que tirar y comunicarse”

-Cuando insultar y descalificar sin argumentos sale gratis en las redes sociales, ¿ese compromiso es un deporte de riesgo?

“Cada uno tiene que hacer lo que cree que debe hacer. Al margen de las opiniones y, sobre todo, de los insultos que pueda recibir. Y más en el caso de las redes sociales, donde muchas veces lo que te encuentras son francotiradores. Gente escondida disparando, que no sabes de dónde viene y a la que tampoco le puedes responder en condiciones. Y ni siquiera sé si merece la pena, porque a veces lo que se práctica es un canibalismo a ultranza, sin escucha previa. Creo que uno tiene que ser firme en sus principios. No te puedes arredrar porque de pronto te embista un montón de palabrería”.

-¿Y cómo se rebela uno contra la autocensura?

“A veces es incómodo opinar porque sabes que te va a caer un chaparrón. Y cuando lo sabes y lo esperas tienes dos opciones: o te dices que no quieres complicarte la vida o decides defender hasta donde haga falta lo que tú crees que merece la pena. Si piensas que solo vas a provocar ruido, enfrentamiento, tiranteces y desgarro no vas a ponerte a decir lo que te apetece, pero cuando crees que hay una causa que tienes que defender, la autocensura hay que saltársela y ser valiente y consecuente con lo que piensas. Es un ejercicio democrático, de uso de la libertad de expresión. Cohibirse es un peligro no solo para ti, sino para toda la sociedad”.

“Cuando vas a un sitio donde lo pasan mal y la risa emigró aprendes de las personas con las que te encuentras a valorar lo esencial”

-Últimamente se le ha podido ver en el cine, con la película ‘García y García’; en el teatro, con ‘Tartufo’, y en televisión, con ‘La noche D’. ¿Qué proyecto le gustaría afrontar, por muy descabellado que le parezca hoy?

“A mí lo que más me apetece es volver al origen. Nunca he abandonado al payaso, el personaje con el que empecé, que es el espacio en el que mejor me encuentro. Te vas dando cuenta de que no te queda tanto tiempo de vida, o de que por mucho que te quede nunca será suficiente para lo que te gustaría. Y comienzas a plantearte las cosas en esos términos. Ahora no tengo ningún proyecto más ambicioso que ese. Trabajar, investigar nuevas formas de estar sobre un escenario y, sobre todo, continuar haciendo reír a la gente: ser mejor payaso cada día”.

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