conversaciones en los limoneros

José Carlos Rendón: “El plátano de Canarias le debe todo a Leopoldo Cólogan”

"El secreto de la calidad de nuestros plátanos son los vientos alisios”, asegura

“El secreto de la calidad de nuestros plátanos son los vientos alisios”. Así, sin anestesia, me lo dice, sentados los dos en Los Limoneros, el empresario tinerfeño José Carlos Rendón Gómez (Venezuela, 60 años). Me ha contado cosas muy curiosas de la crianza de peces para consumo en los viveros marinos –unos cincuenta, anclados a cuarenta metros bajo el nivel del mar—que explota su grupo de empresas, Geremar (Grupo de Gestión de Recursos Marinos), y que tiene instalados en las costas canarias. Y me habla de su familia, concretamente de su suegro, un famoso alcalde palmero de Tijarafe al que llamaban El Mandarria y a quien Carlos –así llama todo el mundo a José Carlos Rendón- adoraba. Licenciado en Económicas por la Universidad de Santa María (una de las históricas de Caracas), convalidó sus estudios en la Complutense. Se pasa mucho tiempo en Madrid. De hecho, hoy está en Madrid, aunque su patria chica sea La Palma y su lugar de residencia, Tenerife. Por eso, por el cariño hacia la Isla Bonita, ahora Carlos está sufriendo, aunque me suelta algo que va a sorprender al desocupado lector: “El volcán puede llegar a inspirar tranquilidad. Sí, es cierto que muchos han perdido sus casas y sus huertas, pero el futuro estará lleno de sorpresas agradables”. Preside Apromar, la asociación de productores acuícolas de España y es miembro del comité ejecutivo de ASPROCAN, la asociación de los productores plataneros de Canarias, que nos suena más porque es la que también promociona el plátano de las islas en los medios de comunicación. Carlos tiene una afición: los coches antiguos. Posee una nave llena de coches, con dos personas que los cuidan y los mantienen; y llega, como si fuera un pibe –que lo es—, a Los Limoneros en un Mercedes descapotable rojo de los años 50, impecable.

-Tu colección tiene que ser maravillosa.

“Para mí es un hobby; de vez en cuando los saco a pasear y disfruto de lo que no se disfruta conduciendo un automóvil moderno”.

-Viveros de pescado en las aguas canarias. ¿Ventajas sobre otras aguas?

“Sin duda, la temperatura, mucho más cálida que en otros lugares, como el Mediterráneo, y esto es fundamental para el crecimiento, el sabor y la calidad de las lubinas y doradas que criamos”.

-Voy a ir saltando del tingo al tango. También cultivas plátanos y aguacates.

“Y te diré que el aguacate canario es mucho mejor que el famoso de Motril (Granada), por varios factores, pero fundamentalmente por su sabor”.

-En La Palma la producción ha caído. Del plátano y del aguacate, por los efectos de la erupción del volcán.

“Es coyuntural. Volverá a resurgir, no tengas la menor duda. De todos los terrenos agrícolas arrasados por el volcán, el 21% corresponde a cultivos de aguacate”.

-Y una pregunta tópica. La del futuro del plátano.

“Mi suegro decía que el futuro dependería siempre de las protecciones. Yo creo que nuestros plátanos gozan de una calidad tan grande que siempre estarán en los mercados. Aunque, por supuesto, las ayudas son esenciales y lo serán siempre. Los 147 millones de euros del POSEI son un auténtico beneficio para la economía canaria. Es preciso motivar a los jóvenes para que se ilusionen con la agricultura, porque el sector primario ofrece un mundo enorme de posibilidades”.

-¿Esos viveros, y vuelvo al pescado, no ensucian la costa?

“Algunos lo dicen, pero es falso. Están instalados a menos de un kilómetro de la costa tinerfeña y grancanaria. Las defecaciones de los peces se las lleva la corriente. Los ingredientes con los que se les alimenta, desde alevines hasta que son adultos y están listos para la comercialización, son harinas de pescado y proteínas, que quedan diluidas en el mar. No existe contaminación posible, debido a las corrientes atlánticas”.

-Me imagino que para la comercialización necesitas toda una organización.

“La tenemos, desde camiones frigoríficos hasta barcos para el transporte de los alevines que llegan a los viveros para su engorde. Para lograr una lubina o una dorada de 450 gramos se necesitan 14 meses y para conseguir una de dos kilos entre dos y tres años. No creas que todo es flor de un día”.

-¿Y los mercados?

“España, incluidas las Islas, y varios países más, reciben nuestros pescados, que tienen mejor sabor y aspecto que los que viven en libertad, porque comen productos apropiados y porque no consumen la porquería que hoy existe en los mares y en los océanos”.

-¿Cuál es la temperatura de nuestras aguas?

“Ahora, en Los Cristianos, unos 23 grados. Nosotros no trabajamos en temperaturas por debajo de los 18 grados jamás. 23 grados, incluso algunos más, son ideales para la crianza de lubinas y doradas. Por eso las nuestras son mejores que las del Mediterráneo”.

(Les tengo que decir que Carlos Rendón es una enciclopedia. No se aburre tampoco, porque su trabajo le ocupa horas y horas. Lourdes Rodríguez, su esposa, es farmacéutica y regenta una oficina de farmacia en La Orotava. Sus hijos están involucrados en los negocios familiares. Me cuenta que los alevines de doradas y lubinas se traen a las islas en camiones cisternas, desde Francia y otras procedencias, y se depositan en los viveros, que jamás deben llamarse jaulas, porque no lo son. Los alevines tienen un peso de cuatro gramos cuando llegan. Cuando se van, porque se han sacado del mar, ya con el peso apto para ser consumidos, jamás se interrumpe su cadena de frío. Se venden en horas. A los mercados llegan en perfectas condiciones y de eso se ocupan los 110-120 empleados que permanentemente están trabajando en el grupo de empresas).

-Se me ocurre, Carlos, volviendo a la agricultura, recordar la labor de Leopoldo Cólogan y de lo que trabajó por el plátano isleño en Europa.

“Además de un señor, Leopoldo logró lo inimaginable para el cultivo del plátano en las islas. Y para su futuro. Y fue condecorado por ello. A él se le deben todos los beneficios conseguidos y se convirtió en el verdadero artífice de la modernización del sector. No hay palabras suficientes para agradecerle lo que hizo”.

-¿Tienes una idea de lo que pasará en La Palma con la agricultura?

“La isla seguirá su camino. Y resurgirá de las cenizas del volcán. Pero, ojo, con ayudas. Que no se prometan, que se entreguen. Porque las pérdidas han sido grandes y la merma en la producción puede repercutir en otros sectores, como el marítimo. Porque hasta ahora los barcos llegan con suministros a Canarias y se van con plátanos y otras frutas que se exportan. ¿Y qué pasará si hay menos fruta? Pues que se encarecerá el transporte. Es muy complicado y muy grave”.

-¿Qué será de nosotros si no se protege el plátano en el futuro?

“Pues que tendría consecuencias catastróficas para la economía de Canarias. Es impensable que esas ayudas se dejen de prestar. Para eso se creó Europa, para que sus regiones, incluidas nuestras islas, tuvieran justicia económica”.

(Carlos Rendón ya digo que habla mucho de su suegro, Juan el Mandarria, que gobernó el Ayuntamiento de Tijarafe durante 18 años o así, en los tiempos de Franco. En cierta ocasión el alcalde se coló en una delegación del Cabildo, que iba a Madrid a pedir cosas para la isla. Y no consiguieron que la electricidad llegara a un municipio tan pequeñito como el suyo. Les rechazaron el proyecto en el ministerio, sobre la marcha, cuando se enteraron de que en Tijarafe vivían cuatro gatos. Ante el ministro del ramo, Juan el Mandarria tomó la palabra, saltándose todas las normas protocolarias, a pesar de la advertencia previa que le había hecho, conociéndolo, el presidente del Cabildo de La Palma. Y dijo: “El caudillo prometió, en Las Raíces (Tenerife), en su viaje a Canarias, que el agua y la luz eléctrica llegarían a todos los pueblos de España, por pequeños que fueran. Y la palabra del caudillo es ley. Así que yo espero que mi pueblo goce de ese beneficio”. Y las casas de Tijarafe recibieron la luz, porque el ministro firmó allí mismo el proyecto, tras escuchar al alcalde. Cualquiera contradecía tan oportuno discurso. En honor a su suegro, Carlos Rendón etiqueta sus plátanos con el nombre de Mandarria. Y lo hace en su propio empaquetado”).

-Me has dicho, hace un rato, que el volcán de Cumbre Vieja inspira tranquilidad.

“Sí y te lo repito. El palmero sabe vivir entre volcanes, es su destino. Y sabe superar las dificultades que ello entraña. Y sabe resurgir de esa ceniza negra que ahora cubre la isla. El balance final, aunque tendrá que pasar tiempo, será muy positivo, ya lo verás. Otra cosa es que se abandone a los palmeros, esto sería imperdonable. Por eso insisto en que las ayudas tienen que llegar cuanto antes. Ayudas justas. Y que no se olviden de los agricultores”.

-Bueno, toca hablar de tu colección de automóviles antiguos. ¿Acaso la mejor de Canarias?

“No lo sé, hay varias y muy buenas. Lo que sí te repito es que se trata de un hobby, de una afición de siempre, y que tengo ejemplares muy interesantes. Y más que vendrán. No te oculto que su mantenimiento no es barato, pero sí muy entretenido y relajante”.

-¿Cómo te organizas empresarialmente en lo que respecta a los viveros?

“Es muy fácil; son seis sociedades mercantiles, que se integran en Geremar y que se dedican al negocio del pescado en sus diversas facetas, no sólo en lo que se refiere a los viveros, sino también en el sector del pescado fresco. Importamos desde Mauritania, Ecuador, Chile y Noruega. Empresas medianas, que crean muchos puestos de trabajo y aportan riqueza a las islas, como es la obligación de cualquier empresario”.

-¿Y cómo te afectó la pandemia? Y perdona, pero es una pregunta obligada, dicha así, en pasado. Porque parece que la cosa sigue, aunque amortiguada por las vacunas.

“¿Que cómo me afectó? La sufrí en mis propias carnes. Pero yo también prefiero hablar de la pandemia en pasado, por supuesto con todas las precauciones que la ciencia dispone”.

-Me imagino, Carlos, cómo será el trasvase de esos alevines que traes a los grandes viveros sumergidos. Y vuelvo al mar.

“Pues imagínate a 300.000 pececillos, transportados de una sola vez, nadando como locos para encontrar su comida sostenible con todas las comodidades, sin tener que ganársela en el mar, con los peligros que ello entraña. En los viveros tienen, incluso, una vida más larga que en el mar”.

(Me ha prometido que un día me va a llevar, en uno de sus barcos, hasta un vivero para conocer de cerca el proceso. Su grupo de empresas mantiene una concesión oficial, ganada en su día. Y estamos ante un hombre con dos caras empresariales, cosa rara. De una parte, la acuicultura. De otra, la agricultura. Un personaje curioso, educado, sensato, con un ojo especial para los negocios; un canario emprendedor que ha creado un pequeño imperio llamémoslo mixto. Dejo aparte su afición por los coches antiguos, que esa le cuesta dinero. Ha sido muy agradable charlar con Carlos Rendón, del que se sabía bastante poco, la verdad, porque no es demasiado pródigo a la hora de aparecer en un medio de comunicación. La conversación duró bastante tiempo, porque charlamos sobre muchas cosas pero, como siempre, me ha tocado la tarea casi siempre ingrata de resumir lo hablado. Me contó anécdotas del pintoresco Juan el Mandarria, repito alcalde que fue de Tijarafe y suegro de Carlos. Todo un personaje, reflejo del político canario forjado en el amor a su pueblo y a los vecinos. Como los alcaldes de antes. Y preocupado siempre por el futuro del plátano, una fruta que nos ha dado de comer a los canarios durante años y años. Una fruta a la que tendríamos que adorar”.

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