Teodoro, Santiago y Roberto Ríos son el retrato del gene artístico de ese gran pintor cubano de ascendentes palmeros. El mayor lleva su nombre.
-¿El proyecto Atlantes sigue adelante?
“Al no haber recibido la ayuda del Gobierno de Canarias, hemos decidido desarrollarlo con nuestros recursos”.
-¿Cuáles son?
“Con la productora que lleva mi hijo Guillermo. Yo estoy jubilado, aunque eso no significa que deje de crear”.
-¿Cómo marcha?
“Se ha puesto en marcha lentamente, en la medida de nuestras posibilidades”.
-¿Explorando el camino?
“Hemos traído a un guionista, que ha visitado los museos y las cuevas pintadas para documentarse”.
-¿Ya está trabajando?
“Sí, ha estado trabajando en un tratamiento inicial que estamos a punto de recibir”.
-La idea se mueve…
“A paso de tortuga”.
-¿Para cuándo se espera que esté lista la serie?
“Hay un gran entusiasmo, pero el capítulo piloto todavía está lejos de plasmarse”.
-¿Qué explicaciones ofrecieron desde la Dirección General de Cultura?
“Presenté una reclamación de cinco páginas y contestaron de forma automática”.
-¿La habrán leído?
“Lo que sé es que ni se dignaron a remitir una respuesta lógica a mi planteamiento”.
-Un disgusto de aúpa…
“Fue una ofensa poner en duda nuestra capacidad”.
-¡Uh!
“Así lo siento”.
-¿De qué trata el argumento en cuestión?
“Pretendemos hacer una serie sobre la conquista de Canarias para recuperar el relato que nunca se admitió”.
-¿El legado extraviado?
“El de los vencidos. Se ha borrado, no existe”.
-¿Con qué intención abordan esta obra audiovisual?
“Enfrentarnos con nuestra historia, sin maniqueísmo”.
-¿Para qué?
“Para conocer nuestro pasado, no solamente el de una parte. Somos herencia”.
-¿La autoestima perfila la identidad colectiva?
“Esa falta de autoestima está en nuestros genes. Y eso quiero trasladarlo a las plataformas de televisión”.
-¿Héroes autóctonos?
“Hay que asumir esa realidad con rigor y fuerza, siendo justos con la historia”.
-¿Esto es una precuela de la aclamada trilogía cinematográfica? Guarapo, Mambí y El vuelo del guirre.
“Ni siquiera estaba planificada la trilogía. Simplemente, surgió. Tampoco imaginábamos el éxito de Guarapo”.
-¿Qué hubo?
“El orgullo de ver una historia propia en la gran pantalla, que entronca con Atlantes”.
-¿Qué queda?
“Se va a remasterizar el original de Guarapo, en 35 milímetros, a través de la Dirección General de Patrimonio”.
-¡Muchos años!
“Una copia en alta calidad, 4K, irá a la Filmoteca Canaria. También hemos cedido Mambí y El vuelo del guirre”.
-¿El ADN transmite arte?
“Naturalmente. Lo estoy viendo en mis cuatro nietas y el nieto. Expresan interés por la pintura, la danza, el cine…”.
-¡Asombroso!
“¡Es fantástico!”.
-La naturaleza es sabia…
“Es lo que ha permitido la evolución de las especies”.
-Pinceladas…
“Mi padre, Teodoro Ríos Rodríguez, era uno de los grandes retratistas canarios del siglo XX”.
-Nacido en Cuba…
“En Cabaiguán [provincia de Camagüey], de ancestros palmeros. La mitad de sus hermanos nacieron en Cuba”.
-Las manos de la cultura mecían la cuna…
“A él le hubiera gustado que alguno de nosotros fuera pintor. No obstante, siempre nos trató con libertad”.
-Se intuye que no había un cuadro de mando en la casa…
“Yo soy el mayor y él me animaba sin llegar a forzarme”.
-La fuerza del cariño aprieta, pero no estrangula…
“Recuerdo haber ido en Cuba a unos grandes murales que pintó en un hospital o en la Marina de Guerra”.
-Dio la batalla por perdida…
“Sin embargo, mi afición al cine salió de él”.
-Una frustración gratificante, después de todo…
“Con sus cámaras de 8 milímetros de cuerda y el proyector Kodak empezamos los hermanos Ríos”.
-Luces, cámaras, acción…
“Se conservan en el salón de mi casa”.
-El foco de la vocación iluminó otro escenario…
“Influyó más la afición de mi padre que su profesión”.
-¿Hay más antecedentes?
“Mi tío Santiago, mayor que mi padre, fue el primer actor dramático de la televisión cubana”.
-¿Un galán?
“Con él comenzaron las telenovelas. Cuando salíamos de excursión, las fans se le tiraban para los autógrafos”.
-¡La fama!
“Estamos hablando de los años 52, 53…”.
-¿Y anteriormente?
“Mi abuelo Ignacio era hijo de comerciantes que vendían desde caramelos hasta ropa, como en las tiendas del Oeste”.
-¡Qué ingenio!
“Y carabinas”.
-¡Impresionante!
“De niño estuve en Cabaiguán, un paisaje rural con bohíos de tabaco”.
-¡Un ambiente puro!
“Para Mambí rodamos a los torcedores en la fábrica de Partagás en La Habana”.
-¡Una cortinilla de humo!
“De cincuenta años”.