El conocido popularmente como milenial (del anglicismo millennial) es el término referido a las personas nacidas entre los años 1981 y 1993 aproximadamente. Generación que, hasta ahora, ha hecho frente a tres recesiones de considerable envergadura: la crisis financiera del 2008, que se desató tras el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, afectando a todo el panorama internacional; el impacto económico provocado por la pandemia de COVID-19, que acarreó los aún imperantes ERTE; y la factura de la guerra en Ucrania que, pese a lo inminente de los hechos, conlleva el incremento desmesurado de los precios de la energía y el combustible, entre otros.
El sector poblacional en cuestión, conformado ya por adultos, ha visto mermado sus proyectos vitales, vislumbrados hace una década desde el pupitre de cualquier universidad española, han quedado en su mayoría en agua de borrajas. La precariedad laboral, la falta de oportunidades y la fuga de cerebros que presenció el mercado han convertido a la que es probablemente una de las generaciones más formadas del país en profesionales económicamente frustrados.
Las consecuencias de la falta de libertad financiera son claras: la independización del hogar familiar se retrasa y, por ende, los hitos tradicionales de la vida adulta. Son muchos los ambiciosos con licenciaturas, grados y másteres que se rinden por el camino y renuncian a su vocación. Otros, en cambio, se resignan a contratos de 40 horas semanales (en la teoría, no en la práctica) por 900 euros al mes.
El ‘milenial’ canario
La situación, que es totalmente extrapolable a Canarias, podría incluso agravarse en una comunidad en la que el salario sigue siendo el más bajo de España, precedida solo por Extremadura, con una media de apenas 1.750 euros (brutos, siempre brutos). Varios tinerfeños mileniales -así es como recomienda el plural la RAE- han relatado a DIARIO DE AVISOS su peripecia por el mercado laboral, que no es baladí.
Aldo de 33 años, natural de San Juan de la Rambla, se trasladó hace 15 años a Granada para cursar Ciencias Políticas. Su formación, que ha sido sustancial (un posgrado y dos másteres), lo ha llevado a afincarse en Madrid, donde trabaja desde hace año y medio como técnico de investigación y evaluación en una consultora. “Estoy bastante contento con mis condiciones actuales, pero para llegar hasta aquí he trabajado en muchos sectores ajenos al mío en puestos bastante precarios”, explica el ramblero, quien reconoce que el apoyo económico de su familia ha sido fundamental. Ahora, puede decir con orgullo que “tengo un sueldo digno”. De hecho, plantea adquirir a corto plazo una vivienda porque “el alquiler en Madrid está al alza y no hay previsión de que baje”. “Ya estoy cansado de lidiar con caseros o afrontar subidas de mensualidades repentinas”, agrega.
Carolina de 29 años es recepcionista de hotel. Estudió el Grado en Turismo y, en estos momentos, reside en el municipio de Arona, donde desempeña su profesión. “Llevo 7 años en el sector turístico y estoy satisfecha con mis condiciones ya que, si las comparo con mi entorno, son bastante buenas”, asegura la joven, independizada desde hace unos cuatro años. Sin embargo, su situación -afortunada para muchos- también le ha costado lo suyo: “Cuando finalicé mis estudios, decidí trasladarme a Londres como niñera para aprender inglés, puesto que la situación laboral en España no era la mejor”. A pesar de los testimonios desfavorables que numerosos jóvenes traían consigo en condiciones similares, Carolina admite que “ha sido la mejor experiencia de mi vida”. “Conocí nuevas culturas, gente de todo el mundo y aprendí muchísimo”, afirma.
Luis es un lagunero de 30 años. Se formó como periodista en la Universidad de La Laguna y ejerce como tal desde hace tres años en un medio de comunicación canario. “Me trasladé durante un año a Madrid con el objetivo realizar un máster en Periodismo Multimedia Digital para el que tuve que pedir un microcrédito que, a día de hoy, sigo pagando religiosamente”, declara el entrevistado, quien ha podido formarse gracias a las becas facilitadas por el Gobierno central. Actualmente, reside en su domicilio familiar, pero su prioridad es poder independizarse: “Aún no he podido ni creo que pueda en un futuro cercano”. Aunque confiesa estar contento con sus condiciones laborales, sobre todo tras salir del ERTE de reducción de jornada al que estaba condicionado como consecuencia de la pandemia: “Ahora que cobro mi nómina íntegra espero ahorrar más”.
Claudia también es periodista; en su caso, especializada en Marketing y Comunicación. Esta santacrucera de 33 años ha cursado desde los 18 una licenciatura, dos másteres e idiomas. “Estoy contenta con el empleo que tengo en la actualidad, pero es sueldo es bastante modesto porque llego muy justa a fin de mes”, sostiene la tinerfeña en alusión al pago de facturas, alquiler e imprevistos. Reconoce que no ahorra lo suficiente porque “los salarios son los que son en Canarias” y, desde hace años, prescinde de la ayuda económica de su familia, “salvo en circunstancias muy puntuales”. “Nuestra generación ha sido la gran perjudicada porque enlazamos una crisis con otra”, manifiesta la periodista con vehemencia al agregar que “pretenden que trabajemos mucho por nóminas precarias”. Y es que según piensa Claudia, como muchos canarios de su edad, “la balanza jamás ha estado equilibrada”.