Por Benjamín Reyes
La chaqueta metálica (1987) cumple 35 años y la Asociación Charlas de Cine le dedicará el 25 de marzo una de sus sesiones cinematográficas en Multicines de Tenerife, en La Laguna, que ya se han convertido en cita obligada de todos los cinéfilos que siguen acudiendo al cine a ver una película en pantalla grande y luego hablar largo y tendido sobre los entresijos de cada film.
Tras las particulares visiones de la guerra de Vietnam de Francis Ford Coppola (Apocalypse Now) y Oliver Stone (Platoon), Stanley Kubrick ofreció la suya con La chaqueta metálica. Para lo cual se apoyó en la novela autobiográfica The Short-Timers, de Gustav Hasford, que participó en el guion junto a Michael Herr (autor de Despachos de guerra) y el propio Kubrick. Hasford y Herr vivieron en primera persona la guerra de Vietnam. Una curiosidad cinéfila es que Herr escribió la voz en off de Apocalypse Now. El proceso de escritura del guion se dilató dos años y medio y fue básicamente un mano a mano entre Kubrick y Herr. Guion que fue nominado al Óscar sin conseguirlo.
En la retina de los cinéfilos siempre permanecerá la magistral interpretación de R. Lee Ermey como implacable oficial de instrucción, que no en balde fue militar, así como la epatante escena del recluta patoso (encarnado por Vincent D’Onofrio). El sargento Hartman (R. Lee Ermey) simboliza que la guerra es la forma institucionalizada de la violencia y su implacable instrucción militar, aderezada por un carrusel de insultos, persigue arrebatar a los soldados su identidad y convertirlos en máquinas de matar. El proceso de instrucción presenta claros paralelismos con el régimen de entrenamiento de gladiadores de Espartaco (1960), otra de las cumbres del cine de Kubrick.
LA GUERRA
El decimosegundo filme de Stanley Kubrick es un espectáculo visual que muestra la terrible experiencia de la guerra. De hecho, el tema más recurrente en su filmografía fue el conflicto bélico. Hasta cinco veces abordó este tema: Fear and Desire (1953), Senderos de gloria (1957), Barry Lindon (1975), Teléfono rojo: ¿volamos hacia Moscú? (1964) y La chaqueta metálica.
Uno de los principales decorados del filme fue una fábrica de gas abandonada al borde del río Támesis, en Londres. El decorador Anton Fust pasó seis semanas supervisando a los obreros, que a golpe de maza asemejaron el edificio a una zona de guerra de Vietnam. Curiosamente, se trasladaron 200 palmeras procedentes de las Islas Canarias.
Una de las claves del éxito de La chaqueta metálica fue su banda sonora, compuesta por Vivian Kubrick (hija del cineasta), que incluye éxitos como These Boots are Made for Walking (Nancy Sinatra), Surfing Bird (The Trashmen) o Chapel of Love (Dixie Cups). El título de la película alude a una parte de las balas. Es el recubrimiento metálico que da forma al proyectil y que abierto por la parte inferior se rellena de pólvora. Una metáfora de que los soldados son solo máquinas de matar. La película, que dura 116 minutos, contó con un presupuesto de 17 millones de dólares y recaudó la friolera de 120 millones. Dejando entrever que a los seres humanos nos encanta el espectáculo bélico en toda su magnitud.
El afán meticuloso de Stanley Kubrick le llevo a rodar solo 13 largometrajes, pero como dijo en una ocasión Martin Scorsese: “Un filme de Kubrick equivale a diez de otro”. Amén.