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El proyecto Teidesat ultima el diseño de un nanosatélite de comunicación óptica

Con la colaboración de la Fundación Cepsa, la iniciativa, liderada por universitarios canarios, apuesta por convertir al Archipiélago en referente tecnológico
Joshua Barrios Pérez, coordinador general de TEIDESAT

Un equipo liderado por estudiantes de la Universidad de La Laguna concluirá este año el diseño de un nanosatélite con el que llevarán a cabo un experimento de comunicaciones ópticas espaciales. Una iniciativa pionera en las Islas que, bajo el nombre de Teidesat (TEchnical Inves tigation and DEvelopment for SATellites), aspira a ser un referente tecnológico para las Islas.

Fundación Cepsa es una de las entidades que ha depositado su confianza en este proyecto estudiantil, a través de su Cátedra de Transición Ecológica e Innovación de la Universidad de La Laguna, y en línea con su apuesta por promover iniciativas que favorezcan la investigación y el desarrollo científico, además de por divulgar el papel de la ciencia y la tecnología como elemento transformador de la vida de las personas.

El propósito del nanosatélite es potenciar las comunicaciones ópticas entre espacio y tierra, una vía que permite trabajar a frecuencias mucho mayores que la comunicación por radio y, por tanto, transmitir información a velocidades también muy superiores.

El objetivo principal del proyecto consiste en realizar un experimento en el espacio para emitir pulsos de luz mediante ledes de alta potencia desde el nanosatélite (que cabe en la palma de la mano), y recibirlos en los observatorios de Canarias a través de un telescopio robótico que también será desarrollado por el equipo. La calidad de los cielos del Archipiélago le con- vierten en el lugar ideal donde realizar este tipo de comunicaciones ópticas con la mayor fiabilidad posible.

El coordinador general de Teidesat, Joshua Barrios Pérez, explica que en estos momentos el proyecto, iniciado en 2017, se encuentra al 70% de la fase de diseño del satélite, en la que se está ultimando los trabajos correspondientes al diseño de los sub- sistemas electrónicos, mecánicos e informáticos, así como realizando las simulaciones orbitales.

El paso siguiente vendrá de la mano de la evaluación del diseño final por parte del equipo del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) que mentoriza el proyecto, que se encargará de examinarlo y de determinar los aspectos que requieran una mejora. Una labor   que se prevé que culmine este año, y tras la que se iniciará la compra de elementos para la fabricación del nanosatélite.

Desarrollo

La fabricación del nanosatélite se llevará a cabo mediante la incorporación de piezas estándar compradas a proveedores del sector espacial, a las que habrá que sumar otras que deberá desarrollar el propio equipo. Estas últimas, según explica Joshua Barrios, son los subsistemas más importantes para conseguir el objetivo principal de la misión, que es realizar un experimento de comunicación óptica en espacio libre.

Posteriormente, se procederá a la integración de las piezas para afrontar las pruebas finales de funcionamiento en condiciones extremas de vacío, radiación, vibración, así como frío y calor. Algunas de ellas se podrán hacer en el IAC y otras en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial o en la Agencia Espacial Europea.

El paso final

El equipo prevé realizar el lanzamiento al espacio del nanosatélite (que irá contenido en un cohete junto a muchos otros), tras la correspondiente validación de la ESA, a lo largo de 2025. Aunque la fecha definitiva dependerá de la competición que esta entidad celebrará entre las universidades europeas para el lanzamiento del cohete. El nanosatélite operará durante un máximo de un año y medio en la órbita baja terrestre, tiempo durante el que se realizará el experimento de comunicaciones ópticas y se contactará con los observatorios de Canarias a través de pulsos de luz. También lo hará mediante radio, con estaciones en otros países, así como con radioaficionados de todo el mundo.

Al terminar su vida útil, entrará en la atmósfera, convirtiéndose en una estrella fugaz, contribuyendo así a no aumentar el problema de la basura espacial.

Más de 80 personas

Uno de los principales objetivos del proyecto es el académico, lo que brinda la oportunidad de que los alumnos que intervienen en el proceso pongan en práctica lo aprendido durante su forma-ción. Además, ejercen un importante papel divulgativo, sirviendo de inspiración para el alumnado de colegios e institutos.

El proyecto ha contado hasta el momento con la participación de más de 80 personas, en su inmensa mayoría estudiantes, principalmente de la Universidad de La Laguna (ULL) de nivel de grado, máster y doctorado.

“Somos estudiantes unidos por nuestra pasión por el espacio, y un satélite no se pone en órbita solo con físicos o ingenieros; necesitamos apoyo de otras muchas ramas del conocimiento y todas son cruciales”, señala Joshua Barrios. De ahí que el equipo sea multidisciplinar, de las ramas de Ingeniería Industrial, Mecánica, Electrónica, Informática, Física, Astrofísica, Matemáticas, Diseño, Bellas Artes, Periodismo, ADE y Derecho. Y también ha incluido a algunos estudiantes de las universidades de Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Barcelona, Valencia y Milán, entre otras.

Un proyecto que se enriquece combinando el trabajo de un equipo consolidado con el de otros estudiantes que ciñen su aportación a objetivos concretos.

Permitirá establecer comunicación óptica con el espacio mediante ledes de altísima potencia, que emitirán pulsos de luz con los que el nanosatélite enviará mensajes codificados, atravesando la atmósfera, hasta la estación de tierra ubicada en Canarias, un telescopio robótico que el equipo construirá el próximo curso.

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