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El resurgir de la polio: detección en Londres y un caso en Nueva York

El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades alerta de que sigue existiendo riesgo de que vuelva al continente y al mundo por las bajas tasas de vacunación
la polio

Mientras el mundo mira hacia el coronavirus, patologías que se daban por extinguidas vuelven a nuestras vidas. Ahora es la polio la que preocupa a las autoridades sanitarias, un virus que, pese a estar en vías de erradicación, se han confirmado 242 casos en 15 países, los últimos, un contagio en Nueva York y su detección en aguas de Londres.

El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) advirtió de que “mientras haya grupos de población no vacunados o insuficientemente vacunados en los países europeos y no se erradique la polio a nivel mundial, sigue existiendo el riesgo de que el virus se reintroduzca”.

Hasta el 9 de agosto, se han notificado 19 casos de polio por poliovirus salvaje de tipo 1 (WPV1) y 223 casos por poliovirus circulante derivado de la vacuna (cVDPV). En 2022, los casos de cVDPV se han notificado en 15 países, y el 93% se atribuyen al tipo 2 (cVDPV2).

El caso estadounidense se ha producido en el condado de Rockland, en Nueva York. De hecho, el pasado junio el virus se había localizado en muestras de aguas residuales del lugar, al igual que sucedió en el condado de Orange, y temen que sea solo la punta del iceberg.

En principio, no es extraño que aparezca el virus en restos fecales, pues puede deberse a las excreciones de personas que han recibido la vacuna contra la polio de forma oral, la cual, a diferencia de la inyectada, contiene el patógeno atenuado.

Aquí es donde entran en juego los dos tipos de vacunas que existen para prevenir la enfermedad. Por un lado, está la inyectada, que se formula con el virus inactivo, que es suficiente para evitar que se propague el patógeno cuando ya no está en su estado salvaje y la mayoría de la población está protegida. Mientras que la oral es la que contiene el virus mitigado, y ofrece protección en sangre, mucosa oral e intestinal. Al tener más capacidad de protección, es la que se administra en sitios todavía afectados y donde el virus circula salvaje.

También los restos fecales pueden derivar de personas provenientes de países donde la polio es todavía endémica, como Pakistán y Afganistán, donde no se ha conseguido su erradicación y prevención a causa del fundamentalismo islámico. Nigeria, otro país en discordia, salió de la lista de países endémicos en 2019, después de tres años sin detectar casos.

Por su parte, en Londres, a pesar de que no se ha confirmado ningún contagio, las autoridades sanitarias también están en alerta. Según la ECDC, “la preocupante aparición de brotes de poliovirus se debe a que hay grupos de población no vacunados o insuficientemente vacunados ante la poliomielitis, lo que muestra el riesgo potencial de una mayor propagación”.

En España, el porcentaje de personas que ha recibido al menos tres dosis de la vacuna contra la polio se eleva al 95%. La Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda inmunizar a todos los niños contra la polio. Por norma general, tras cumplir el año de edad, los que hayan seguido las pautas habrán recibido tres dosis -está incluida en la hexavalente (polio, difteria, tétanos, tosferina, H. influenzae tipo b y hepatitis B) que se administra a los dos, cuatro y once meses de edad-. A los seis años, se pondrá la cuarta y última.

¿Qué es la polio?

La poliomielitis es una enfermedad altamente infecciosa que, generalmente, afecta a niños menores de cinco años, aunque nadie está exento del contagio. Se caracteriza por atacar al sistema nervioso y, en algunos casos, llega a producir parálisis, y puede ser mortal. No tiene cura aunque puede prevenirse mediante las vacunas.

El 72% de los afectados son asintomáticos. Una cuarta parte suele experimentar síntomas parecidos a los de una gripe: dolor de garganta, fiebre, fatiga, náuseas, dolor de cabeza y/o dolor de estómago. Un 1% sufrirá algún problema en el cerebro y en la médula espinal, mientras que uno de cada 200 experimentará parálisis. Su desenlace puede ser fatal si afecta a los músculos de la respiración.

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