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El “milagro clínico” de Dani, el niño de El Médano que luchó por su vida tras sufrir un ictus

Ha logrado superar la enfermedad que contrajo con tres años al tragar agua contaminada en una playa de El Médano, según afirma su padre. Una bacteria le provocó un ictus “de amplio tamaño” que obligó a practicarle una craneotomía y otras múltiples operaciones
El pequeño Daniel. Cedida
El pequeño Daniel. Cedida

El día de playa había sido perfecto. Daniel y su hijo, que se llama igual, llegaron en torno a las diez de la mañana a El Cabezo, en El Médano, y se marcharon a las cinco de la tarde. El padre del pequeño, que por aquel entonces tenía tres añitos, se sentía orgulloso porque le había visto coger olas con una tabla de surf por primera vez. La única pega de aquella maravillosa jornada fue el estado del mar, pues “olía a mierda, básicamente”. La misma satisfacción siente hoy cuando relata la valentía con la que Dani le ganó la batalla a meses de operaciones y complicaciones a causa de una bacteria de origen desconocido que derivó en un ictus.

Todo se torció por la noche, cuando el niño empezó a sufrir temblores y calambres por todo el cuerpo. Daniel y su esposa Inmaculada no se lo pensaron dos veces y le llevaron al pediatra, quien tras una primera valoración les mandó para casa. Al día siguiente el estado de salud del menor empeoró y fueron directamente al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.

Dani (hijo) ingresó en el centro hospitalario el martes, 4 de febrero de 2020, a causa de una bacteria de origen desconocido que le provocó una anemia hemolítica autoinmune. Daniel (padre) está convencido de que el pequeño enfermó porque el agua del mar estaba contaminada, si bien matiza que “no tiene pruebas”. Asegura que “desde hacía meses estaba mosqueado porque olía muy mal” y añade que “no hacía falta ser científico para saberlo”. De hecho, indica que los médicos le confirmaron que había altas probabilidades de que así fuera.

Daniel (padre). DA
Daniel (padre). DA

La situación no mejoraba y el sábado, ya con los niveles de hemoglobina muy bajos, el niño sufrió un ictus “de amplio tamaño” que obligó a los médicos a practicarle una craneotomía. Daniel señala que los siguientes ocho meses fue sometido a muchas operaciones y complicaciones hasta que finalmente fue intervenido en un hospital del norte de Alemania, donde acabó la pesadilla, eso sí, con final feliz.

Lo único que pide este padre es que no enferme nadie por este motivo y que se informe en tiempo real del estado del mar con boyas, pues cree firmemente que “los muestreos no funcionan”. Y es que “si coges una muestra el lunes, lo más probable es que los resultados los tengas el martes”. En este sentido, apunta que “las aguas contaminadas no solo producen malestar, diarrea, hepatitis o reacciones alérgicas, como fue el caso de Dani; la cosa puede complicarse e ir más allá de un simple ingreso en el hospital”.

“Fue un milagro clínico”

Que un niño de tres años sobreviva a una operación de estas dimensiones es un “milagro clínico”, apostilla Daniel. Antes de la craneotomía, en la que le quitaron la mitad del hueso del cráneo, los neurocirujanos advirtieron a los progenitores que debían tener claro que había posibilidades de que la operación no saliera bien, “pero había que hacerlo”.

Los padres del niño también tuvieron que adaptarse a una situación tan dura como la que estaban atravesando. Y uno de los momentos que marcó un antes y un después en su manera de gestionarlo todo fue la conversación que mantuvo ella con uno de los neurocirujanos. “Le dijo que Dani estaba luchando por su vida, que no podía hablar ni moverse y que ella estuviera llorando a su lado no le hacía ningún favor”. Por ello, le recomendó que le pusiera la mano en el pecho, le hablara, contara historias o pusiera música”. Desde entonces, “ese fue nuestro ABC”, confiesa Daniel. Afortunadamente el calvario se acabó en agosto con la última intervención quirúrgica en Alemania.

Dani ya ha comenzado a cursar Primaria en el colegio junto con sus compañeros. Cedida

Cada 10 de febrero, fecha en la que el niño fue sometido a la craneotomía, esta familia del sur de Tenerife se presenta en el Hospital Nuestra Señora de Candelaria con una tarta en agradecimiento al trato exquisito que recibieron durante los peores meses de su vida. “El funcionamiento médico de este hospital lo puedo comparar con el de Alemania; fue espectacular y no tiene nada que envidiarle”.

La lucha de Dani por aferrarse a la vida ha inspirado a numerosas personas que atraviesan un mal momento, tal y como asegura su padre. Mientras, su hijo sigue ganando batallas cada día con cada paso que da. Una de las grandes metas que ha logrado ha sido empezar Primaria junto con sus compañeros. “Siempre ha sido un niño feliz”, sentencia su padre.

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