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La Cueva del Viento demanda protección urgente contra los vertidos

Las aguas residuales de las viviendas próximas ponen en peligro el principal patrimonio subterráneo de Tenerife y amenazan la supervivencia de determinadas especies
La Cueva del Viento demanda protección urgente contra los vertidos
Los vertidos de aguas residuales de las viviendas de la zona son imperceptibles para el visitante, dado que afecta a un tramo que no está abierto al público. DA

La Cueva del Viento, el principal patrimonio subterráneo de la Isla, y un atractivo para miles de personas que visitan Tenerife, demanda protección urgente contra los vertidos de aguas residuales de las viviendas de la zona.

El problema no es nuevo y la advertencia de muchos expertos sobre las consecuencias a largo plazo, tampoco. El Grupo de Espeleología de Tenerife Benisahare lleva denunciando desde hace décadas que gran parte del complejo de la Cueva del Viento es utilizado como red de alcantarillado. Décadas atrás, ha habido proyectos, algunos con financiación incluida, pero lo cierto es que las casas construidas en el barrio de Icod de los Vinos que lleva el mismo nombre vierten las aguas residuales a la Cueva, aunque ello sea imperceptible para el visitante dado que afecta a un tramo que no está abierto al público.

Uno de los inconvenientes más graves de la falta de saneamiento es la supervivencia de determinadas especies, como confirma el catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna (ULL) Pedro Oromí.

Oromí lleva varias décadas estudiando la fauna de la Cueva y ha podido comprobar con sus observaciones y visitas (la primera de las cuales realizó en el año 1982) cómo se han ido deteriorando en determinados tramos, como puede ser en la llamada galería Belén, la parte inferior de Breveritas, y el tramo inferior, la llamada ‘galería Piquetes, “que está contaminada desde hace mucho tiempo porque ha tenido casas encima desde hace más de 100 años”, subraya.

El mayor problema está en Breveritas superior y en Sobrado inferior, dos zonas de gran interés arqueológico donde han ido apareciendo y construyendo cada vez más viviendas sin sistema de alcantarillado. El experto sostiene que hay especies “que quizás no se perderán en su totalidad”, pero reconoce que “cada vez hay más tramos en los que no se encuentran algunas de las especies cavernícolas que deberían ser habituales en este ambiente”.

Pedro Oromí cree que, “en gran medida”, el tubo volcánico está desamparado “porque hay segmentos que cada vez se deterioran más sin que se haga nada ni se inviertan recursos para intentar frenar este desgaste, que pasaría por eliminar las aguas residuales”.

El catedrático apunta que la red de alcantarillado es una inversión muy grande “que quizás ahora mismo no se pueda ejecutar”. Sin embargo, añade, “hay métodos, como pequeñas depuradoras naturales e incluso particulares para las viviendas que están en las inmediaciones que se pueden construir” con un presupuesto más reducido.

Una medida importante, a su juicio, y por la que claman los espeleólogos, es convertir el terreno donde está la Cueva del Viento en espacio natural protegido. Esta declaración contribuiría a proteger la zona al conllevar la prohibición de construir viviendas y de algún modo, obligaría a ejecutar, de una vez por todas, la red de saneamiento.

En 1995, hubo un proyecto Life Nature, financiado con fondos europeos del que el catedrático participó para hacer un estudio de la fauna y conservación de las cuevas y también estaba contemplada una partida presupuestaria para construir un alcantarillado alrededor de la misma, pero nunca se concretó.

En 2009, Icod de los Vinos de tenía la aspiración ser el primer municipio de Canarias en contar con un Ecobarrio, una iniciativa que apostaba por el aprovechamiento de las energías renovables y la adecuada gestión de los residuos con el fin de reducir los niveles de contaminación.

Pero, por sobre todas las cosas, el proyecto contemplaba la creación de una red de alcantarillado y un sistema de depuración natural de aguas residuales que pusiera fin a los vertidos que sufría y sufre este tubo volcánico de más de 18 kilómetros de extensión y tres niveles de pasadizos, terrazas, simas y otras formaciones lávicas.

La inversión que se estimó en su momento, superaba el medio millón de euros y el último dato encontrado es que en 2009 el proyecto se encontraba en fase de elaboración en la Gerencia de Medio Ambiente, Urbanismo y Patrimonio Histórico Artístico, cuyos responsables eran Francisco González (actual alcalde) y Agustín Díaz.

El proyecto se incluía entre las 17 iniciativas que presentó el Ayuntamiento al Gobierno central con cargo al Fondo Estatal de Sostenibilidad y Empleo Local (Plan E) para el año 2010 con el compromiso de generar, además, 100 empleos directos. A partir de ese año se corrió un tupido velo y el Ecobarrio quedó en el olvido, ni siquiera llegó a ser una iniciativa “experimental”, como se había anunciado.

Fue en 2019 cuando en su discurso de investidura Francis González lo trajo a colación. Entre los compromisos marcados para su gobierno, estaba el de “darle continuidad al Ecobarrio en el entorno de la Cueva del Viento con la implantación del sistema de depuración y de medidas de ahorro energético”.

Un objetivo que ha corrido la misma suerte que en 2009, ya que en estos tres años de gobierno nada se ha adelantado en este proyecto o al menos que se haya informado. El mandatario ha declinado hacer declaraciones sobre este asunto.

Plan de protección

La Cueva del Viento-Sobrado cuenta con un plan de Ordenación de sus Recursos Naturales, aprobado a través del Real Decreto 53/1998 de 17 de abril y publicado el lunes 4 de mayo en el Boletín Oficial de Canarias (BOC). Así lo constataba el cartel que estaba ubicado hasta hace dos años en la fachada del Centro de Visitantes del centro.

En el mismo se establece que, debido a sus características volcánicas y a su fauna, compuesta por 147 especies, algunas endémicas o raras como la araña Dysdera esquiveli o el escarabajo Oromia hephaestos, unida a su valoración geomorfológica, hacen que la Cueva “sea meritoria de recibir una protección que garantice la supervivencia de sus valores naturales para el disfrute de las generaciones actuales y futuras de forma compatible con su generación”.

El citado plan establece 24 limitaciones, entre las que destacan la número 9 y 13. La primera hace referencia a que “la parcela máxima edificable en el ámbito del plan no podrá ser inferior a 10.000 metros cuadrados prohibiéndose toda edificación sobre la cueva o en un radio en torno a ella de 100 metros cuadrados”. La segunda alude a que “todo vertido, directo o indirecto, de cualquier tipo de efluente líquido de origen industrial, agrícola, ganadero o urbano, deberá pasar por un proceso de depuración adecuado”.

Lo único cierto a día de hoy es que este gran tubo volcánico en el que se han descubierto hallazgos únicos en Canarias y a nivel mundial, sigue demandando una protección urgente que nunca llega.

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