la victoria de acentejo

Licenciaturas de vida en La Victoria

Los 25 mayores usuarios del Centro de Estancias Diurnas, reciben un merecido reconocimiento por los valores que transmiten y han transmitido siempre a sus familiares, cuidadores y personal del centro
Las autoridades y los trabajadores del centro junto a los graduados. | Sergio Méndez
Las autoridades y los trabajadores del centro junto a los graduados. | Sergio Méndez

“Es uno de los mayores más activos, siempre buscando algo que hacer, se ha hecho pintor de mandalas y hasta se atrevió a realizar un tour en bicicleta, muchas veces acompañado de su inseparable sombrero de cowboy”. Se referían a Isidoro Rodríguez Barreda, el usuario que más tiempo lleva en el Centro de Estancias Diurnas de La Victoria de Acentejo (13 años), y que formó parte de la primera promoción de graduados en la Universidad de la Vida.

Junto a Isidoro estaban sus 24 compañeros, quienes fueron distinguidos por los valores que transmiten y han transmitido siempre a sus familiares, cuidadores y a los trabajadores del centro, de quienes partió la iniciativa, la organización y el desarrollo de un emotivo acto en el que recibieron sus birretes, escudos, diplomas, medallas y orlas además de muchos aplausos y el cariño de los familiares.

Los valores son parte de la esencia que tiene cada persona y lo que la define ante los demás en cualquier sociedad. Su licenciatura de vida. Así lo aprendieron en uno de los talleres que realizaron y por eso, cada uno fue reconocido por las cualidades en las que destacan, como María Candelaria, quien le pone apodo a todo el personal del centro y es muy cariñosa, o Arsenia, la usuaria de mayor edad (tiene 95 años) a quien felicitaron por ser emprendedora y hogareña.
Pero también estaba Teodomira, quien lleva la música en su cuerpo y ayer lo demostró haciendo palmas e invitando a todos a bailar, o Damián, una persona a la que definieron como “culta, deportista y educada”.

Son solo algunos ejemplos, pero hay muchos más ya que todos los nuevos licenciados y licenciadas han recibido la educación que les ha dado la vida, esa que es esencial y que ayuda a formar buenas personas. Una educación que aprendieron desde pequeños, influenciada por padres, madres y amigos, que mantuvieron y enseñaron a sus hijos y nietos, que moldearon su personalidad y que mantienen intacta.

Muchos de ellos no fueron a la escuela porque les tocó vivir una época compleja, en la que había otras prioridades en sus hogares y los pocos que saben leer o escribir se formaron ellos mismos porque desde muy temprana edad tuvieron que salir a trabajar.

Sin embargo, si algo tienen en común es que en sus familias nunca faltó el inculcarles el amor, el respeto, la empatía, la solidaridad “y muchos otros valores que hoy, desgraciadamente, han ido mermando”, destacó Roberto de la Rosa Martín.

Roberto es animador sociocultural, el responsable de organizar las actividades junto con el equipo multidisciplinar conformado por una fisioterapeuta, psicóloga, enfermeros y auxiliares de geriatría, además del personal de cocina y limpieza, y uno de los fundadores del centro, que abrió sus puertas en 2001.

“La idea surgió espontáneamente, cuando empezaron las promociones de orlas, institutos y universidades de hijas e hijos de compañeros y familiares. Pensamos en darle una vuelta y plantear una graduación de orlas pero no de una formación reglada, específica, sino en valores”, relató. A partir de ese momento hubo un revulsivo en el centro. Se organizaron talleres, se empezaron a diseñar y elaborar los birretes y diplomas, a ensayar la entrada y una canción. Nadie dudó en sumarse y participar. El jueves, subrayó, había nervios por la vestimenta que se iban a poner y los encargados de las lecturas estaban preocupados porque temían equivocarse. Ocurrió todo lo contrario.

Ambos expusieron con éxito las conclusiones del taller de valores. Hubo recuerdos para los que ya no están, una actuación musical, un brindis y un photocall. El alcalde, Juan Antonio García Abreu, les dedicó unas emotivas palabras a los graduados y animó a aprender de ellos “porque son auténticas bibliotecas andantes”.
Junto a la directora del centro, Sandra González Ledesma, y a la concejal de Bienestar Social, Estefanía Fernández, entregó los diplomas, colocó el birrete, y abrazó cariñosamente a cada uno de los egresados.

El mandatario también felicitó al personal “porque demuestra el equipo humano que cuida a nuestros mayores” y esperó que sea “la primera de muchas” graduaciones de la vida.

No faltó nada, el acto contó con todos los ingredientes para vivir un día especial que siempre recordarán, tanto los graduados como sus familiares, amigos y los trabajadores, que se volcaron en cuerpo y alma para hacerlo inolvidable.

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