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Dos activistas ecologistas intentan pegarse al marco de ‘El grito’ de Munch en Oslo

Los guardias de seguridad del Museo Nacional de la capital noruega han reducido a tiempo a las dos personas y a una tercera que grababa la escena
el grito

Dos activistas ecologistas han intentado, sin éxito, pegarse al marco del célebre cuadro El grito, de Edvard Munch, en el Museo Nacional de Oslo, en Noruega. Se trata del enésimo acto de protesta contra la contaminación y el cambio climático en un museo ocurrido en las últimas semanas.

A diferencia de lo sucedido el pasado sábado con Las majas de Goya en el Museo del Prado, en esta ocasión los guardias de seguridad del museo han reducido a las dos activistas y a una tercera que estaba grabando el acto.

Las dos activistas forman parte del grupo Stopp oljeletinga (Detener la exploración petrolera, en castellano). Su intento solo ha dejado restos de pegamento en el cristal que protege el cuadro, según la policía noruega, mientras que el lienzo ha quedado intacto.

Las tres detenidas son ciudadanas de Noruega, Dinamarca y Finlandia, según ha informado la policía. El grupo ecologista al que pertenecen ha lanzado un comunicado en el que exige la suspensión de todas las licencias de explotación de nuevos yacimientos de gas y crudo en Noruega, uno de los mayores productores del mundo.

El grito es la obra más célebre del pintor noruego Edvard Munch (Løten, 1863 – Oslo, 1944), de la que hizo cuatro versiones. Esta que atesora el Museo Nacional de Oslo es la más famosa de ellas y fue realizada en 1893.

Este intento de las dos activistas por pegarse a su marco no es el peor sobresalto que ha tenido la obra. En febrero de 1994 fue robada, y doce semanas más tarde fue recuperada por la policía.

La directora del museo, Karin Hindsbo, es una de las firmantes de la declaración emitida ayer conjuntamente por casi un centenar de directivos de los principales museos del mundo en la que condenan las “agresiones” ecologistas a obras de arte. “Los activistas responsables subestiman la fragilidad de estas irreemplazables obras de patrimonio cultural mundial, que deben ser conservadas”, decía el comunicado.

El Museo Munch, dedicado completamente al artista —ubicado también en Oslo y firmante también de la declaración contra los ataques—, tiene otras dos versiones de El grito. Una de ellas también fue robada en 2004, siendo recuperada dos años más tarde.

Una cuarta versión de El grito, la única en manos privadas, se subastó en 2012 en la casa Sotheby’s de Nueva York por 119,9 millones de dólares, convirtiéndose en la obra de arte más cara vendida en una subasta hasta esa fecha.

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