Carlos Díaz-Bertrana Marrero (Gran Canaria, 67 años) es director de los centros de arte del Gobierno autónomo en Tenerife, director de la Biblioteca de Artistas Canarios (que él fundó) y coordinador editorial de la colección Biblioteca Atlántica. En realidad, es muchas cosas más. O lo ha sido. Entre otras, premio extraordinario de Licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna (1981). Es también vicepresidente primero del Ateneo de La Laguna desde 2018 y ha estado en la movida cultural de Canarias desde siempre. Fundamentalmente en la movida del arte, que también existe, como el Sur de Benedetti. Ha sido director artístico del Instituto Óscar Domínguez, actual TEA, y comisario del centenario del nacimiento del gran pintor lagunero, organizado por el ejecutivo regional. Le he hecho alguna que otra pregunta comprometida y me responde con su consabida rotundidad, agudizada por los años. Carlos es amigo, por eso me atreví con esas preguntas, sin miedo a que me mandara a la mierda.
-En la literatura canaria siempre se cita a unos cuantos; ellos mismos y la oficialidad.
“No, no quiero responder a eso. Es que no sé muy bien cómo va la literatura, me ocupo más de las artes visuales”.
-Ya, Carlos, ya lo sé, pero puedes opinar. Mójate.
“Mira, ciñéndome a lo mío, normalmente un buen artista se impone solo y los otros buscan excusas. Que si el Cabildo no me ayuda, que si el Gobierno me ignora, que no hay galerías, ni editoriales que promocionen mi obra. Esto es lo habitual, porque la mayoría de los artistas no nacen en Nueva York, Londres, París, Berlín o Madrid”.
-¿Y?
“Pues que los buenos se mueven buscando su espacio en el mundo del arte y de las letras, sin esperar ayudas externas. Ni César, ni Millares, ni Óscar Domínguez, ni Chirino, ni Alfredo Kraus, ni Pérez Galdós se instalaron jamás en la queja. Siguieron adelante, haciendo camino al andar”.
-O sea, que el que vale, vale.
“Sí, claro. Intento lograr cierta ecuanimidad desde que me ocupo de las salas del Gobierno. Hacemos una convocatoria pública. Y con los proyectos presentados, una comisión decide la programación. Una comisión que no tiene nada que ver con la Viceconsejería de Cultura en su mayoría. Y, además, formada por mujeres, también en su mayoría”.
-¿Tiene cuerda para rato la Biblioteca Atlántica?
“Espero y deseo que sí”.
-Hombre, dame datos. No me seas tan parco.
“Yo la coordino y hago el trabajo, pero quienes la dirigen son los premios Canarias José S. Gómez Soliño y Juan-Manuel García Ramos. Profundiza en el imaginario atlántico que comparten las literaturas hispanoamericanas, en especial del Caribe; y las de la Macaronesia, Canarias, Cabo Verde y Madeira”.
-Agradezco especialmente a sus mercedes la publicación de obras de autores portuenses. De mi pueblo.
“Pues, sí. Hemos publicado dos novelas formidables de autores portuenses. Una, El Cacique, de don Luis Rodríguez Figueroa, que fue diputado de Izquierda Republicana y asesinado en 1936. Y otra, Sor Milagros o Secretos de Cuba, de Aurelio Pérez Zamora”.
-Que ha demostrado que una historia de piratas que creíamos real era ficción.
“Pues sí, porque del texto de esta novela surge Cabeza de Perro, un personaje ficticio tan potente que se ha metido en la memoria colectiva de los canarios; todavía mucha gente cree que este pirata es un personaje real. Y no lo es”.
-¿Y para la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC), tienes buenos candidatos?
“Nació esta colección, es verdad que por iniciativa mía, en 1992 y la dirijo desde 2016. El objetivo fue, y se mantiene, poner a disposición de los ciudadanos una serie de libros, concretamente monografías, de los artistas canarios más destacados de la historia de Canarias. A un precio muy asequible y en ediciones de calidad”.
-¿Están todos los que son, son todos los que están, Carlos?
“No creo que sobre nadie, pero aún quedan muy buenos y buenas artistas que incluir en la colección”.
-El Gobierno parece que pide igualdad de monografías entre hombres y mujeres. ¿Es que se edita por mitades, por sexos o por valías?
“Vamos por partes, como dicen los forenses”.
-Me parece bien.
“En el siglo XXI no se registran más hombres artistas que mujeres, más bien al contrario. Pero esto no siempre fue así. La primera mujer artista de la que tengo noticia es Georgiana Hougthon, precursora del arte abstracto, pero es más inglesa que canaria. Nació en Las Palmas a comienzos del XIX y creo recordar que era hija de unos comerciantes británicos. Después, ya a finales de ese siglo, nace en el Puerto de la Cruz Lía Tavío, que además de pintora era fotógrafa y poeta. Y en torno a 1910 nace Eva Fernández. Ambas entrarán pronto en la BAC”.
-O sea, que las cosas están cambiando.
“¡Claro!, cuando se organizan exposiciones sobre toda la historia del arte en Canarias es bueno considerar que hasta mediados del siglo XX hay muchos más hombres que mujeres dedicándose al mundo del arte. Y ahora ocurre lo contrario”.
(Me pongo a contar. Antes de que Carlos dirigiera la Biblioteca de Artistas Canarios (la BAC), en los primeros 52 números sólo aparecen tres mujeres. Por cierto, yo conocí a Eva Fernández, portuense, que era la esposa del médico don Diego Guigou y un encanto de persona, que nació en torno a 1910. Carlos dice entonces, cuando hablamos de ello, que él mira hacia adelante y que no juzga lo que han hecho sus antecesores en la colección. Y añade:)
“Cuando asumo la dirección de la BAC no hace falta que nadie me exija paridad; de hecho, no ha sucedido nada de esto. Tengo claro que la mujer ha tenido enfrente al menos dos muros: la dificultad para dedicarse al arte y una historia machista que hasta hace poco las ignoraba o las trataba con paternal condescendencia”.
-Pues estoy de acuerdo contigo.
“Es que no hay artistas mujeres canarias en el siglo XVII cuando realizan su obra Cristóbal Hernández de Quintana, Bernardo Silva y sus hermanos. Ni en el XVIII y XIX de Luján Pérez, Fernando Estévez, Juan de Miranda, Luis de la Cruz, Gumersindo Robayna, Valentín Sanz, González Méndez, Ponce de León. Pero esto ha cambiado y por eso en la BAC están entrando muchas mujeres y no sólo artistas sino también como autoras de los textos y diseñadoras”.
-¿Qué te sugiere que una mujer canaria, Dolores Corbella, haya sido nombrada académica de la Lengua?
“Nada, no quiero alardear de orgullo patrio. Es decir, deseo que le vaya bonito. Además, todo lo que tenga que ver con las Reales Academias me interesa un carajo. La de Bellas Artes de Canarias es particularmente rancia. No apoya la demolición o traslado de los monumentos fascistas y supongo que también estará de acuerdo con el Museo Rodin”.
-¿Y tú no? Rodin es la leche.
“Mira, los museos no caen del cielo. Los de Picasso, en Málaga, Barcelona y París están ahí porque son ciudades en las que nació o vivió el artista. Además, él y su familia cedieron muchas obras. Lo mismo ocurre con los de Dalí en Cadaqués y Figueras”.
-¿Entonces?
“Sin abundar en el sinsentido histórico y cultural de ese museo en Tenerife y en la “originalidad” de las copias que se expondrían, lo que hace que el proyecto sea un escándalo y una estafa es el plan de viabilidad que pretende justificar la inversión de 16 millones de euros para comprar las esculturas. Y digo estafa porque, en el caso de que este museo se convierta en realidad, va a causar un perjuicio patrimonial al Ayuntamiento de Santa Cruz”.
-O sea, que las cuentas que se han hecho son chimbas. ¿Se ha engañado a la opinión pública, según tu criterio?
“Son un disparate. Prevén en los primeros años entre 3 y 4,5 millones de visitantes y unos ingresos de entre 35 y 51 millones de euros. Parece asombroso que el Ayuntamiento se crea esto. Como diría Cantinflas, una falta de ignorancia. Si siguen adelante podrían caer en un problema de malversación. Que se lo piensen bien”.
-¿Y la restauración del Viera y Clavijo?
“Con eso no me meto. Fernando Menis es un formidable arquitecto, uno de los mejores, y el proyecto es fantástico. Que el pretendido museo no lo contamine”.
-Coño, Carlos, a lo que dices se le llama hablar claro. ¿Es suficiente el dinero que nos gastamos en cultura?
“Para sanidad, cultura, servicios sociales y educación el dinero que se gasta nunca es suficiente. Porque es lo que nos hace crecer y vivir con dignidad”.
-Yo insisto en la literatura. ¿Tú crees que una parida como Panza de burro merece tal éxito editorial? Y, mira, yo he cambiado de opinión sobre el libro, pero al revés. Incluso le hice una crítica favorable. Pero su relectura me derrumbó el ánimo.
“Leí el libro hace tiempo y no es una parida”.
-¿No?
“Recuerdo que estuve a punto de dejarlo por el prólogo narcisista de la editora, que en vez de hablar del libro habla de sí misma”.
-¿Y luego?
“Pues me gustó. Entra con levedad, pero te deja un poso de nostalgia de una adolescencia perdida. Sutilmente hace común una primera amistad y una infancia rural”.
-Y eso tiene éxito.
“No sé qué decir en cuanto al éxito, tal vez era su momento, como no lo fue el de Félix Francisco Casanova, que murió con sólo 19 años dejando una poesía deslumbrante, que ya casi nadie recuerda. Hace poco leí un libro tremendo, Provincia del dolor, de la poeta Silvia Rodríguez, que tal vez pase al salón de las obras olvidadas, como tantas otras”.
(Se acabó el cuestionario que le tenía preparado a Carlos Díaz-Bertrana. Fue un rato agradable, logré descifrar su jerga de Artenara y tomé buena nota de todo lo que me dijo, con mucho cuidado. Porque el tío se ha mojado. Mientras la cultura en Canarias esté en unas manos como las de Carlos todo irá bien. El hombre tiene una edad en la que puede decir lo que piensa. Supongo que su currículo le avala, pero si lo reflejo todo él aquí me quedo sin lo del Museo Rodin, lo de las colecciones que dirige, lo de Cabeza de Perro y lo de Panza de Burro. Y me interesaba una opinión sincera sobre todo esto. Cuando nos levantamos de la mesa ya anochece sobre Guamasa, Carlos se ha mandado un steak tartar, su especialidad, y yo unos huevos fritos. Todo convenientemente regado con un vino de Ribera del Duero).