conversaciones en los limoneros

“Me enamoré de Sigrid, la novia del Capitán Trueno, y le dediqué un cuento”

Manolo E. Darias, al que le han concedido la Medalla de Oro de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, ha superado los 80 años, pero todo el mundo dice que posee el secreto de la eterna juventud
“Me enamoré de Sigrid, la novia del Capitán Trueno, y le dediqué un cuento”

Manolo E. Darias ha superado los 80 años, pero todo el mundo dice que posee el secreto de la eterna juventud. Le pregunto a Jose, metre de Los limoneros, que cuántos años le echa y me responde, sin titubeos: “Unos 65”. Pues no, Manolo Darias, al que le han concedido la Medalla de Oro de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, ha cumplido los 80 porque nació en el año 42 del siglo pasado. Aparejador, arquitecto técnico, trabajó en Dragados, fue delegado de Urbaser, pero la medalla se le concede por una página periodística, primero en el vespertino La Tarde, en 1973, y a partir de 1976 en DIARIO DE AVISOS, dedicada al comic. Se encuentra abierta una exposición en su honor en la sala del parque García Sanabria con unos mil paneles dedicados a este escritor de cuentos y especialista en la historieta, cuya página nació, precisamente, cuando yo le dije: “Manolo, invéntate algo para un suplemento que quiero sacar los sábados en La Tarde, algo original”. Me lo recuerda en Los Limoneros, porque yo lo había olvidado. “Es que ya somos unos dinosaurios, amigo”, me dice, antes de confesarme que lee mis artículos cada día y que tiene guardadas todas mis páginas de entrevistas de los lunes; y la suya es la número 203. ¿Saben lo que esto significa?: pues unos 3.600 folios. Menos mal que para ahorrar espacio se inventaron los pen-drives. Manolo Darias era jugador de pin-pon, como él dice, aunque en puridad se llamara la cosa tenis de mesa. Tenemos muchos amigos comunes. Y él una memoria de eso, de dinosaurio.

-¿Te acuerdas de cómo fue?

“Yo iba a La Tarde a entregarte, una vez en semana, los artículos dedicados al pin-pon”.

-¿Y?

“Pues un día me dijiste: “Manolo, voy a montar un suplemento para los sábados, que es cuando la gente tiene más tiempo para leer. Invéntate una página original. He hablado con Chela y escribirá de cine; he hablado con Pardellas y con Juan Pedro Castañeda. Será interesante, nadie lo ha hecho aquí”.

-¿Año?

“En el 73. La primera página del comic salió en enero de ese año”.

-¿La conservas?

“¡Claro! No sólo esa sino las 2.329 restantes que aparecieron, primero en La Tarde y después en el Diario de Avisos, donde continúan publicándose”.

-¿Quién te propuso para la medalla?

“El alcalde Bermúdez, a él también le gusta el comic”.

-¿Y cuándo tendremos el acto de entrega, al que pienso ir, en contra de mi costumbre de no ir a nada?

“No lo sé. Están con lo del expediente y esas cosas”.

-Yo tengo algún fan, Manolo, pero tú estás en mi cuadro de honor.

“¿Pero cómo no voy a ser fan si tú eres el autor del titular más gracioso que yo he leído en mi vida?

-Refréscame el coco.

“Te he dicho que somos dinosaurios. ¿Recuerdas cuando robaron el Chicharro, que acabó en una chatarrería de Valencia?”.

-¡Claro!, yo era director de La Gaceta de Canarias.

“Pues titulaste, a toda plana: Se mamaron el Chicharro. Para mí ese titular es antológico”.

-Vamos a hablar del comic, que yo estoy muy visto. Aquí vive uno de los grandes historietistas de Europa.

“Sí, señor, el maestro José Carlos Gracia. Él era miembro del grupo al que llamaban Los siete magníficos. Trabajaban para editoriales de toda Europa. Ahí estaban Covarrubia, Lafont, Bermejo, López Rubio, creo que Pizarro y José Carlos (pido perdón al lector si tomé mal los nombres). Quizá otros. Pero eran extraordinarios”.

-José Carlos lo puede contar. Sigue vivo y coleando en su chalé portuense.

“Yo lo visito una vez al mes. Además de un extraordinario pintor, admirador y seguidor de Fortuny, es un retratista fuera de serie. Ha tenido mucho éxito en la vida y es uno de los grandes de la historieta”.

-¿El comic sigue de moda?

“Totalmente. Y con la digitalización de la vida cobra mayor interés. Quizá sea porque los colores y porque las historietas en general se iluminan mejor en las pantallas”.

-O porque ya no hay kioscos.

“Hay menos, es verdad, pero en la isla tenemos hasta una librería especializada, Comicsería, que trae cosas muy buenas”.

-Cuando tú comenzaste a ocuparte de esto apenas había cosas interesantes en España.

“Hombre, las había, pero yo estaba suscrito, de niño, a revistas francesas. Y después estaba Bruguera, cuyo propietario era de izquierdas y dio entrada a aquellos dibujantes catalanes, también de izquierdas, que hacían trabajos maravillosos”.

-¿Quién fue el mejor personaje de nuestra historieta?

“¿Qué quieres, que te hable de El Capitán Trueno, de El Jabato, de Hazañas Bélicas, del Jinete Fantasma, de Chispita, de Roberto Alcázar y Pedrín, esos entre los españoles”.

-¿Y entre los cómicos?

“Carpanta, El Loco Carioco, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape y muchos más. No te sabría decir cuál es el mejor porque todos son extraordinarios”.

-¿Te enamoraste de algún personaje?

“Por descontado, yo soñaba noche enteras con Sigrid, la novia del Capitán Trueno”.

(El Capitán Trueno, personaje principal de uno de los grandes comics españoles, fue creado en 1956 por el guionista Víctor Mora y el dibujante Miguel Ambrosio, que firmaba como Ambrós. Sigrid, “la fiera nórdica”, era la novia del Capitán Trueno, una rubia bellísima que enamoró a media España).

-Hablemos de ti como autor de cuentos. Ganaste varios premios de relatos cortos. Recuerdo uno, que te concedió La Tarde.

“Sí, fue gracioso. Competía con gente como Almadi, Elfidio Alonso, me lo dieron ex aequo con Enrique Lite. Cuando fui a recoger el premio, con mi cara de niño, don Víctor Zurita, que era entonces el director del periódico, me preguntó que por qué no había venido mi padre a recoger su premio. “No, don Víctor, el ganador soy yo”. Se quedó muy sorprendido”.

-¿Cuántos cuentos escribiste?

“Tengo unos setenta, el más largo de 60 folios, y algún que otro relato corto. A mí siempre me ha gustado escribir. Y déjame que te recuerde otra cosa”.

-Avanti.

“Cuando me fichaste para la página del comic de La Tarde me dijiste algo que no he olvidado”.

-Joder, Manolo, otra vez yo.

“Sí, me dijiste: “No por escribir más largo la gente te va a leer más; tienes suerte, porque el comic te da oportunidad de construir una página con ilustraciones; ten en cuenta que muchos lectores no se fijan sino en el título, en los subtítulos y en los pies de fotos; y en vez de un artículo solamente mete dos o tres temas. Y todo esto lo he seguido al pie de letra en los cincuenta años que llevo dedicado a la historieta”.

-Me emocionas, amigo. Yo no sabía que era tan sabio. De Ibáñez, Escobar, Conti, Vázquez, Ambrós, Boixcar, etcétera, ¿quién era el mejor?”.

“Todos”.

-¿Y de sus personajes?

“Creo que no te dije que escribí un cuento declarándole mi amor a Sigrid”.

-¿Podemos presumir de buenos historietistas en Canarias?

“Estamos viviendo buenos tiempos. Incluso hay algunos que venden al extranjero. Le hemos dado un premio al Mejor Dibujante Realista a Eduardo González por su adaptación de Mararía, la famosa novela de Rafa Arozarena. En Las Palmas están Jaime y Rayco Pulido, que trabajan para el mercado norteamericano. Y, ¿sabes una cosa?, los hermanos López Aguilar, uno de ellos, como conoce todo el mundo, miembro del Parlamento Europeo, son grandes historietistas y caricaturistas”.

-Existe un cómic llamado realista, que tú has nombrado, que se aleja un poco de la historieta, de la hazaña más lejana…un género más duro.

“El maestro de este género en España es Carlos Jiménez y su mejor obra es la titulada Paracuellos, que habla de los hogares de Auxilio Social que vivió en su infancia”.

-¿Las capitales del comic en España?

“Barcelona, sin duda alguna; y luego Madrid, Valencia y San Sebastián. Ahí están o han estado los creadores principales”.

-¿Sigues yendo a los salones del comic?

“Mira, no, ya no estoy para aguantar a nadie. Una vez, en Barcelona, un grupo de amigos se puso a hablar en catalán, sin tener en cuenta que yo estaba presente, que no sé catalán. Entonces metí, en un momento de la conversación, los nombres en guanche de las siete islas. Se quedaron sorprendidos, entendieron la indirecta y comenzaron a hablar en castellano. Yo no tengo ya ganas de majaderías. Y tengo un hijo arquitecto viviendo en Barcelona y muy a gusto. No recuerdo el dibujante latinoamericano que me confesó que se había sentido muy humillado, porque a él le hicieron lo mismo”.

(La esposa de Manolo Darias, María Victoria, ha trabajado toda su vida profesional –42 años– en el Colegio Alemán, formando a generaciones de alumnos. Es filóloga, licenciada en Filosofía y Letras, como se denominaba esta carrera antes. Se trata de un matrimonio muy unido y ella sufre el orden de su marido, que lo guarda todo, lo archiva todo y debe tener un tesoro, sólo con su propia obra).

-Tú has sido amigo de Ibáñez, el creador de Mortadelo y Filemón. ¿Es un tipo gracioso?

“He estado días enteros con él y gracioso no es. Es un tipo normal”.

-Esa medalla, ¿qué significa para ti? Perdona, pero la pregunta era obligada.

“Un honor, un reconocimiento a mi trabajo de 50 años y estoy muy agradecido a quienes me la han concedido, porque siempre es bonito que el lugar en el que uno ha vivido se acuerde de que existo. Incluso, ¿recuerdas?, superamos aquella huelga salvaje en este periódico, en 1976. Yo les dije a los compañeros que pretendieron que el periódico no saliera a la calle: “Ustedes están locos, los van a echar a todos, porque esta huelga es una locura”. Y los echaron a todos, claro”.

-Eso sí que lo recuerdo, como si fuera hoy, Manolo. Me dejé algunas canas en el lance. Y enhorabuena por esa medalla, amigo.

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