La tasa de supervivencia del cáncer se sitúa en un 60%, pero no es uniforme. Se estima que se superarán los 279.000 cánceres en España en 2023. Por tanto, las asociaciones insisten en la prevención, la detección precoz acudiendo a los cribados poblacionales y la investigación para reducir el número de fallecidos y avanzar en los tratamientos y curas. La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) impulsa 525 proyectos de investigación con más de 92 millones de euros en los que participan más de 1.000 científicos. La AECC en Tenerife financia un proyecto para mejorar el tratamiento del cáncer de colon a cargo de Yaiza Pérez, investigadora en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC). Consta de una dotación económica de 88.000 euros y tendrá una duración de cuatro años. Aunque se graduó como aparejadora, sentía que esa no era su vocación. Así que volvió a la Universidad para estudiar Química, mientras seguía trabajando como dependienta, materializando así su pasión por la investigación. “Me encanta lo que estoy haciendo, llego cada día ilusionada porque es lo que quiero hacer”, resalta al DIARIO DE AVISOS.
-Es la primera ayuda de investigación en Canarias de la AECC, vaya responsabilidad
“Estoy muy contenta y agradecida a la AECC en Santa Cruz de Tenerife, que financia mi ayuda, gracias a la cual trabajo de manera remunerada en lo que me gusta y aportando mi granito de arena en la lucha contra el cáncer, de lo cual me siento muy orgullosa. Esta ayuda está destinada a costear los gastos derivados de mi contratación como investigadora predoctoral. El contrato tiene una duración inicial de tres años, con la posibilidad de un año más de prórroga. Es la primera vez que la AECC otorga una ayuda predoctoral en Canarias, sin embargo, lleva años apoyando la investigación contra el cáncer de manera muy activa con diferentes ayudas que se convocan a nivel nacional y, de hecho, algunas se han otorgado a investigadores canarios, como fue el caso de mi director de tesis Romen Carrillo”.
-Ha sido, entonces, una afortunada por lograr una ayuda predoctoral.
“Había solicitado otras ayudas predoctorales, pero estas son bastante escasas y muy competitivas, principalmente en áreas como ciencias o ciencias de la salud, por lo que no había tenido suerte, pese a no contar con un mal currículum. Estoy matriculada en el programa de Ciencias Médicas y Farmacéuticas, Desarrollo y Calidad de Vida de la ULL. Por fin, en la convocatoria de 2022, conseguí una ayuda predoctoral del Gobierno de Canarias. Sin embargo, semanas antes me habían notificado que era beneficiaria de la ayuda predoctoral de la AECC y me había llamado y felicitado el presidente provincial, Andrés Orozco. Es para mí un honor trabajar con la AECC”.
-¿Para una investigadora trabajar de manera remunerada es casi una quimera?
“Investigar de forma no remunerada es desafortunadamente muy habitual en el sistema de ciencia español y habría que intentar evitarlo. Además, en la ayuda predoctoral del Gobierno de Canarias se establece como requisito para poder solicitarla, estar ya admitido en un programa de doctorado y no vale una carta de preadmisión. Exigir dicha admisión hace que los investigadores predoctorales, al menos de la ULL, pasemos meses en el mejor de los casos matriculados en los programas de doctorado. Lo ideal sería que se pudiera pedir estando matriculado en el máster o ya realizado, pero trabajando de forma remunerada en otra cosa o haciendo lo que sea. Y si finalmente resultas beneficiario tener el suficiente tiempo como para poder matricularte en el programa de doctorado e iniciar el contrato a la vez, sin gastar tiempo de tesis, ni estar investigando sin remuneración”.
-¿Usted compaginaba estudios y su inicio investigador con el trabajo en una tienda?
“Sí, antes de la ayuda de la Asociación Española Contra el Cáncer, compaginaba la investigación con un trabajo a media jornada en una tienda, en la que llevaba varios años y gracias a la cual podía hacer frente a mis gastos diarios. En la tienda estaba indefinida y me encontraba a gusto, pero tenía claro que lo que quería hacer era investigar. Además, me apasiona aprender y descubrir, me fascina todo lo relacionado con cómo funciona el cuerpo humano. Aunque no sé qué será de mi futuro, lo que sí sé es que me gustaría poder seguir investigando en química biológica y, a poder ser, en Canarias”.
-¿Se plantea salir fuera?
“Me gustaría en algún momento salir para formarme o especializarme, pero preferiría estancias cortas y desarrollar mi carrera investigadora aquí. Para ello las autoridades canarias deberian invertir más para que los científicos de las Islas podamos seguir haciendo ciencia desde casa y que no tengamos que alejarnos para trabajar como científicos, o tener que dejar la carrera investigadora y dedicarnos a otra cosa para quedarnos. Pese a tener claro que quiero investigar, también realicé el máster en Formación del profesorado de Secundaria, porque me parece una alternativa laboral con la que podría sentirme feliz y realizada”.
-Era aparejadora, ¿qué motivó cambiar a Química?
“Concluí el grado de Arquitectura Técnica en julio de 2012. Entonces tenía solo 21 años y la crisis de la construcción estaba en auge, por lo que lo tenía difícil para encontrar trabajo. Además, aunque había hecho esta carrera, no sentía que fuese mi vocación real. Así que en 2013 decidí volver a estudiar, en esta ocasión Química. Fue una excelente elección, ya que desde el primer minuto me encantó la carrera, pese a que estudiaba y trabajaba a la vez, algo que en algunos momentos fue estresante y duro. No tenía claro el área de la Química que me gustaba más ni lo que quería hacer, pero en el último año en la asignatura Sustancias Bioactivas aprendí cómo se propagaba el impulso nervioso a través de las neuronas o como actuaba el cisplatino, un conocido fármaco para el tratamiento del cáncer, todo ello desde un punto de vista bioquímico. Entender esto me fascinó y descubrí que me gustaba la Química aplicada a la biología”.
-¿Cómo llegó al grupo de Romen Carrillo en el IPNA?
“El primer paso para poder acceder a un programa de doctorado era hacer el máster en Química de la ULL del cual fui Premio Extraordinario de mi promoción. Además, durante este año disfruté de una beca de colaboración del MEC que me permitió realizar una estancia en los laboratorios del departamento de Química Orgánica de la ULL. Después logré una beca JAE-Intro de nueve meses de iniciación a la investigación del CSIC en el grupo del doctor Romen Carrillo en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA). Además de la gente genial que hay me fascinó una de sus líneas de investigación en la que tratamos de desarrollar estructuras moleculares inteligentes y funcionales. Es decir, moléculas que, ante la aplicación de un estímulo, realizan una función determinada. Esto tiene aplicaciones biológicas y médicas muy interesantes. Un ejemplo de ello es mi proyecto de tesis en el que trato de desarrollar moléculas de este tipo, para el tratamiento más selectivo del cáncer de colon”.
-¿Nos puede explicar su trabajo con la tetrazina?
“El cáncer tiene lugar cuando se produce un cúmulo de mutaciones en algunas células del organismo que hacen que estas comiencen a dividirse de manera rápida y descontrolada. Para los fármacos es muy difícil decidir en qué células deben actuar, y lo que suele ocurrir es que actúan destruyendo tanto las células que se dividen muy menudo, como son las tumorales, pero también otras células sanas, por ejemplo, las de la piel o de la sangre. Esto es lo que da lugar a los efectos secundarios desfavorables que ocasiona la quimioterapia. La idea de este proyecto es ayudar a los fármacos a saber en qué células deben actuar. Para ello lo primero es encontrar una característica que pueda hacer diferente a las células tumorales. Afortunadamente hay algunas sustancias químicas que se producen en mayor cantidad en estas células. Un ejemplo es el sulfuro de hidrógeno (H2S), cuya concentración es atípicamente alta en algunos tipos de cáncer de colon. Teniendo en cuenta esta característica diferenciadora, intento desarrollar moléculas funcionales que transporten de manera segura un compuesto con actividad antitumoral pero que reaccionen con H2S y liberen el fármaco. De esta manera, podría conseguirse un tratamiento más selectivo y un aumento de la presencia del fármaco en la célula tumoral, lo cual podría traducirse en una mayor eficacia y una reducción de los efectos secundarios. En abril de 2022 publicamos un artículo, en colaboración con un grupo del País Vasco, en el que utilizamos una estructura química que se llama tetrazina, como sistema que responde ante el H2S, liberando un fármaco. Actualmente estoy sintetizando otras moléculas funcionales con este objetivo y en las que incorporo también este anillo de tetrazina. Mi idea es comprobar la actividad y selectividad de estas moléculas en cultivos celulares. También estoy aprendiendo a hacer los ensayos de fitotoxicidad en células, que no había hecho antes, aunque llevaba tiempo queriendo hacerlos. Así que estoy muy ilusionada y contenta por ello”.