En un mundo en el que cada vez hay más opciones dietéticas, es importante saber cuál es la mejor opción para reducir el riesgo de muerte en general, y de eventos cardiovasculares en especial. Para ello, un grupo de investigadores ha llevado a cabo una revisión sistemática y un metanálisis de ensayos clínicos controlados aleatorizados, analizando hasta siete tipos de patrones dietéticos y su relación tanto con la mortalidad como con el riesgo cardiovascular.
La dieta mediterránea, compuesta por alimentos como las lentejas o el potaje, resultó ser la mejor opción en cuanto a reducción de riesgo de mortalidad general, riesgo cardio y cerebrovascular, con evidencia de certeza moderada, en comparación al resto. Además, las dietas bajas en grasa también demostraron ser superiores a la intervención mínima, con certeza baja-moderada, respecto al riesgo de mortalidad por cualquier causa, infarto cardíaco o ictus cerebral.
Es importante destacar que estos efectos fueron más notorios en pacientes que ya tenían un elevado riesgo cardiovascular previo. Sin embargo, el resto de los planes dietéticos no obtuvieron una evidencia convincente para poder asegurar que reducen el riesgo de mortalidad o el riesgo cardiovascular.
Es necesario tener en cuenta que existen algunas limitaciones en este estudio, como la falta de información sobre la adherencia a las dietas durante el estudio y el hecho de que algunos programas dietéticos coexistían con tratamiento farmacológico y el intento de abandono del tabaco, lo que podría plantear que existan efectos secundarios a estas intervenciones y no solo por la dieta.
En conclusión, la dieta mediterránea y las dietas bajas en grasa probablemente reducen el riesgo de mortalidad y el riesgo de infarto de corazón no mortal en personas con mayor riesgo cardiovascular. Además, la dieta mediterránea en especial parece también reducir el riesgo de accidente cerebrovascular. Es importante tener en cuenta estos hallazgos a la hora de elegir una dieta saludable para reducir el riesgo de complicaciones asociadas a enfermedades.
En la actualidad, la alimentación es una de las principales causas de mortalidad y complicaciones asociadas a enfermedades. Es por ello que se han llevado a cabo numerosos estudios para evaluar los diferentes patrones dietéticos y su relación con el riesgo de muerte y enfermedades cardiovasculares. En este sentido, la revisión sistemática y metanálisis de ensayos clínicos controlados aleatorizados realizada por un grupo de investigadores resulta especialmente relevante.
Los investigadores identificaron 40 ensayos clínicos que cumplían los criterios, con un total de 35.548 pacientes y siete tipos de dieta a analizar: dieta baja en grasas (18 estudios), dieta mediterránea (12 estudios), dieta muy baja en grasas (6 estudios), dieta grasa modificada (4 estudios), combinación de dieta baja en grasas y baja en sodio (3 estudios), dieta Ornish (3 estudios) y dieta Pritikin (1 estudio).
Los resultados de la revisión indican que la dieta mediterránea es la mejor opción para reducir el riesgo de mortalidad general, riesgo cardio y cerebrovascular, con evidencia de certeza moderada, en comparación con el resto de los patrones dietéticos analizados. Asimismo, las dietas bajas en grasa también demostraron ser superiores a la intervención mínima, con certeza baja-moderada, respecto al riesgo de mortalidad por cualquier causa, infarto cardíaco o ictus cerebral.
Es importante señalar que estos resultados se observaron principalmente en pacientes que ya tenían un elevado riesgo cardiovascular previo. En este sentido, los efectos de estas dietas podrían ser especialmente relevantes en la prevención de enfermedades cardiovasculares en poblaciones de alto riesgo.
Sin embargo, es importante tener en cuenta las limitaciones del estudio. Una de las principales limitaciones es la falta de información sobre la adherencia a las dietas durante el estudio. Además, algunos programas dietéticos coexistían con tratamiento farmacológico y el intento de abandono del tabaco, lo que podría plantear que existan efectos secundarios a estas intervenciones y no solo por la dieta.
Otra limitación del estudio es que se modificaron las clasificaciones de programas dietéticos especificados en su protocolo para distinguir los programas bajos en grasa estándar, cuyo objetivo es reducir la grasa a <30% de la ingesta calórica, respecto a los programas con <20% de ingesta calórica basada en grasas, algo consistente con otras revisiones.
En conclusión, la dieta mediterránea y las dietas bajas en grasas probablemente reducen el riesgo de mortalidad y el riesgo de infarto de corazón no mortal en personas con mayor riesgo cardiovascular. Además, la dieta mediterránea en especial parece también reducir el riesgo de accidente cerebrovascular. Es necesario tener en cuenta estos hallazgos a la hora de elegir una dieta saludable para reducir el riesgo de complicaciones asociadas a enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, es necesario seguir investigando para poder obtener más información sobre los efectos de los diferentes patrones dietéticos en la salud cardiovascular.