Atehortúa: “Cuando uno es colombiano, no hace las películas que quiere, sino las que puede”

El cineasta ha estrenado en España su ópera prima, 'Testigos mudos', un proyecto que partió del fallecido director Luis Ospina, en el marco del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria
El cineasta colombiano Jerónimo Atehortúa. / Quique Curbelo

Por Benjamín Reyes / Jerónimo Atehortúa ha estrenado este martes en España su primera película, Testigos mudos, en el marco del 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, un certamen que visitó hace varios años al asistir al mercado Mecas. En su ópera prima, que es un proyecto que partió del fallecido director Luis Ospina, se adentra en el cine de apropiación a través de fotogramas históricos del cine mudo colombiano. La cinematografía de este país se alzó en la última edición del Festival de San Sebastián con la Concha de Oro gracias a Los reyes del mundo.

-¿Qué momento está viviendo el cine colombiano?

“Un buen momento en lo creativo. Es un cine muy potente, pero que no lleva espectadores en su propio mercado. El mayor problema del cine colombiano es la imagen que tiene el público, que cree que todo es cine de narcos. Y la verdad es que hay muy pocas películas sobre narcos. El cine colombiano es mucho más diverso. Para el resto del mundo los colombianos somos más sujetos sociológicos que sujetos estéticos”.

-¿Cuál ha sido el recorrido de ‘Testigos mudos’?

“Se estrenó en el circuito independiente con 15 funciones en un mes. El público ha dado una buena respuesta. Los grandes exhibidores no van a coger una película como esta. Era con algo con lo que contaba desde la misma realización de la película, ya que tiene que ver con la memoria del patrimonio cinematográfico. Presentamos la película al Fondo Colombiano y uno de los jurados dijo: ‘Es una película muy bella, pero no es urgente”.

-¿’Testigos mudos’ es cine de apropiación?

“Es una de la denominaciones que se le da. Otras veces se le llama ficción experimental, otras collage cinematográfico”.

-Luis Ospina fallece en 2019. ¿Cómo fue el paso de tener que asumir la dirección?

“Ha sido un gran aprendizaje. Cuando uno es colombiano, uno no hace las películas que uno quiere, sino las películas que uno puede. Acepté esta especie de mandato porque todos mis cortometrajes están basados en material de archivo. También he producido dos películas de archivo. De forma accidental me he convertido en un cineasta de archivo”.

-¿Cómo fue el proceso de rescate de imágenes?

“Ha sido largo. Después de un trabajo muy arduo, pude acceder a las copias de exhibición de 35 mm. La mayoría carecen de intertextos. Verlas con otros ojos fue muy bello, me generó la fantasía de crear otra película. La trama de mi película no solo se concibió yuxtaponiendo imágenes antiguas y agregando texto, sino como un diálogo con la literatura colombiana de principios del siglo XX, sobre todo, en el tercer acto”.

-¿Ha tenido como referencia la novela ‘El corazón de las tinieblas’, de Joseph Conrad?

“Sí, la comparación me la suelen hacer. Fue una novela que tiene una estructura parecida a una novela colombiana titulada La vorágine, de José Eustasio Rivera, que para mí es la mejor novela escrita por un colombiano. La novela es un viaje al corazón del horror”.

“El mayor problema del cine colombiano es la imagen que tiene el público, que cree que todo es cine de narcos”

-¿El guion se fue adaptando a las imágenes encontradas?

“Luis Ospina dejo un guion, que parecía más una lista de deseos que un guion convencional. Este proyecto surgió porque Luis ya no tenía energía suficiente para rodar una nueva película y creía poder hacer una nueva película sin tener que filmar una sola imagen. Cuando él muere, solo se habían montado cinco minutos. Su pareja me comentó que él quería que yo terminara la película. Volví a ver toda su filmografía y escribí el guion cumpliendo las premisas de Luis, entre ellas la aparición del sonido”.

-¿Se pretende engañar al espectador?

“No. Es una especie de película imaginaria. Se trata de dar una nueva vida a las imágenes que conforman nuestro patrimonio audiovisual. Se trata de generar un nuevo dispositivo narrativo. Existe un componente ético que creo que no se puede rebasar. Aunque esta película este hecha con imágenes de hace 100 años, estamos hablando desde 2023”.

-Háblenos del diseño sonoro.

“El diseño sonoro lo hicieron tres personas. La película contempla la aparición del cine sonoro en Colombia, que fue obra de los hermanos Acevedo, cuya compañía se fue a la quiebra”.

-¿Se restauraron las imágenes?

“Las imágenes no están restauradas porque es importante conservar las heridas. La posproducción es la nueva producción”.

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