la laguna

Ismael González Ramos: el ‘poeta de Bajamar’

Nació en el barrio de El Batán hace 87 años y antes de escritor fue cabrero, cantero, marinero mercante, camarero, conductor de guaguas y hasta campeón de atletismo
Bajamar

Ismael González Ramos, más conocido por el poeta de Bajamar, es un hombre con un recorrido largo y duro. A sus 87 años de edad, tiene múltiples historias que contar de una vida en la que ha tenido que hacer de casi todo. Hijo de Francisco González Martín y Saturnina Ramos Hernández, se casó con Antonia Martín González, de cuya unión nacieron 6 hijos (tres varones y tres hembras), 12 nietos y tres bisnietos.

En realidad, Ismael nació en El Batán (Las Mercedes). Al recordar su infancia, señala que con tan solo ocho tuvo que dejar el colegio para ir a trabajar y ayudar a la familia. “Un trabajo duro y sacrificado como era cuidar las cabras que tenían mis padres. Más tarde -relata-, con 14 años estuve cargando leña en el monte para luego bajar a la Punta del Hidalgo, con el objetivo de venderla. Con 15 años, trabajé cargando piedras y tierra en la finca de los Tabares. También, trabajé en Las Canteras (La Laguna), sacando bloques. De la misma manera, trabajé en la finca de doña Eugenia, en la platanera y en el pozo de agua”.

Ni que decir tiene que la infancia de este hombre fue muy sacrificada, pues a pesar de su corta edad tuvo que realizar los trabajos más duros de la época. “Más tarde -agrega- tomé la decisión de buscar empleo en los barcos, donde trabajé cinco años como camarero y marinero, recorriendo gran parte del mundo entre África, Europa y América”.

Al terminar esa aventura marinera, decidió instalarse en el pueblo de Bajamar, “donde por ese entonces solo había unas 60 casas”, explica. “Casi todos los vecinos trabajaban en la agricultura, salvo los cuatro terratenientes que vivían allí. Tengo que recordar que en los años 50 aún no había turismo en Bajamar. En este bello lugar costero del noreste de la isla de Tenerife comencé a trabajar como camarero en el hotel Nautilos y en Los Tejaditos”.

“Más adelante -prosigue su relato Ismael González-, me fui a trabajar como chofer a la compañía de transporte de guaguas Vimar. En esa empresa estuve diez años. Una vez que decidí abandonar la empresa Vimar, trabajé 11 años como chofer en Titsa”.

Uno de los hechos más drámáticos que recuerda de Bajamar, su pueblo de adopción, es sin duda, el 11 de abril de 1977 cuando una gran tormenta golpeó el casco de La Laguna. “Sin embargo, una de las zonas más afectadas fue el núcleo costero de Bajamar, que en aquellos momentos estaba en auge con el turismo”. Ismael González no puede evitar la emoción al recordar ese suceso. “Fue un día muy triste, doloroso y terrible para el Bajamar, Punta del Hidalgo y el resto de la ciudad de La Laguna. Resultó ser una riada descomunal. Yo estaba en una cafetería y con mi furgoneta aparcada. De repente escuché un estruendo de agua bajando por el barranco y salí corriendo”.

“En esa época -prosigue el poeta, Bajamar tenía cuatro hoteles: Neptuno, Nautilus, Tinguaro y Delfín Laguna. Ante ese fenómeno de la naturaleza, muchos vecinos colaboramos para desviar el agua hacia el mar. Fue terrible. Comercios y coches quedaron sepultados por las grandes piedras, lodo y agua. Creo que a partir de ahí comenzó la debacle del turismo en Bajamar”.

CAMPEÓN DE ATLETISMO

En sus tiempos mozos, Ismael fue un buen deportista, corredor de fondo, y logró muchos trofeos y diplomas. “Era joven todavía y quería estar en forma. Con el paso del tiempo me fue gustando y participaba en casi todas las carreras que se hacían en la isla de Tenerife. Fue unja etapa más de mi vida”.

A la pregunta de cómo nació su afición por la poesía, Ismael González indica que comenzó a escribir poemas en el año 2010. “Eran especialmente narrativas poéticas dedicadas a las fiestas de Bajamar y a aquellas personas conocidas ya fallecidas. También, escribí un libro titulado Coplas de un montañero de los Batanes”.

Sobre cómo ve en la actualidad su querido pueblo de Bajamar, denuncia que “el núcleo carece de un ambulatorio, de una parada de taxis, de un médico, de una pensión, de un hotel. De la misma manera, hace falta alumbrado en la carretera que va de Bajamar a Tejina y una acera donde puedan caminar con seguridad los viandantes”.

Por último, Ismael González no quiso terminar su relato sin destacar que el pasado 4 de abril cumplió 64 años casado con su mujer, Antonia Martín González. “Hemos sido un matrimonio sacrificado por las circunstancias, pero feliz, donde hemos formado un equipo, con el objetivo de navegar en el mismo barco y en una misma dirección durante toda una vida”.

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