Cuando tenía tan solo 13 años, Isabel Aguilar empezó a sufrir un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), una patología mental que afecta cada vez a un mayor número de adolescentes, y que hoy en día ha superado. Por ello insiste con su ejemplo en que “se puede salir” y vivir sin que el estigma le persiga a la víctima.
La situación de muchas afectadas por un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) en las Islas es la de encontrarse con que no hay unidades específicas que atiendan estos trastornos en Canarias, ante lo que piden una derivación a otros hospitales de la Península. El último caso es el denunciado la semana pasada en DIARIO DE AVISOS, el de la tinerfeña Vanessa Abreu Dóniz que sufre anorexia nerviosa, ha intentado suicidarse y ha iniciado una huelga de hambre, Isabel Aguilar señaló que “hasta hace poco tiempo no teníamos ningún dispositivo en los hospitales de tercer nivel de Canarias y había una deuda histórica desde las instituciones con estos pacientes en una edad tan vulnerable, donde precisamente necesitan estar acompañados por la unidad familiar y en muchas ocasiones tenían que ser desplazadas a la Península”.
Reconoció que “cada caso y tratamiento no es igual, y si en otras patologías puedes ir a la Península a una consulta o una operación y regresar en una semana, en las TCA esto supone un tiempo mayor y requiere de la implicación familiar y es importante trabajar también con ella. Soy optimista en que se ha dado un gran paso con la apertura de una de estas unidades recientemente en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), pero todavía queda mucho por hacer, comenzando por una labor de prevención muy importante y que las familias y la sociedad tengan una información muy sólida”.
Aguilar recuerda que no solo es importante el ingreso y hospitalización de la paciente con un trastorno de la conducta alimentaria en ese servicio, luego hay que mantener su seguimiento en un servicio u hospital de día. “El seguimiento y dar desde el primer momento una información clara de las consecuencias en su salud física es vital, así como acompañar y dar pautas a las familias. Podemos encontrarnos que las pacientes pueden estar recuperadas mentalmente pero tienen secuelas físicas y pueden verse perdidas dentro del sistema sanitario. Considero muy importante atajar este trastorno a tiempo y desarrollar un abordaje integral. La familia buscarácon qué terapeuta o profesional empatizan más, es crucial dejarse acompañar y buscar la información más sólida posible para tomar conciencia”.
Como ocurre con otras patologías mentales, en las TCA la incidencia en mujeres es muy superior a los hombres. “Los estudios hablan de una mayor prevalencia en la mujer que se duplican en ansiedad y casi los triplican en la depresión. Hay que diferenciar que no es lo mismo estar tristón por tener un mal día, por recibir una mala noticia, una posible perdida, o acordarnos de un fallecido en periodos cortos. Si esa situación perdura en el tiempo y se cronifica entramos en la depresión, hay que atajarlo y ponerse en manos de profesionales”.