Hasta 124.295 vehículos llegan a circular en un día por la zona del Padre Anchieta (La Laguna), en la autopista del Norte, y 97.305 lo hacen a la altura de Los Cristianos (Arona), en la TF-1, según los medidores instalados por el Cabildo. Son los dos puntos en los que se concentra el mayor volumen de turismos, motocicletas, guaguas y camiones que transitan por las dos principales arterias de Tenerife, una isla que cuenta con uno de los mayores índices de vehículos por habitante y kilómetro cuadrado de toda Europa.
Tres factores influyen decisivamente en esta realidad que sufren cada día miles de automovilistas: la dispersión de la Isla, con tres grandes centros de población (área metropolitana, Norte y Sur), la falta de previsión durante decenios de los gobernantes a la hora de impulsar las infraestructuras viarias necesarias y una cultura muy arraigada del vehículo privado. Este último factor pone sobre la mesa un objetivo perseguido, sin demasiado éxito, durante años: que el transporte público no sea utilizado exclusivamente por quienes no tienen coche.
A eso hay que sumar un parque móvil de más de 800.000 vehículos en una isla de 2.034 kilómetros cuadrados (de los que la mitad son espacios naturales) habitada por un millón de personas, lo que representa 821 vehículos por cada 1.000 habitantes, muy por encima de la media española. Otro dato significativo es que el 45% de los turismos que conforman el parque móvil del Archipiélago circulan en Tenerife.
La información que aportan las estaciones desplegadas por toda la Isla del Servicio Técnico de Carreteras del Cabildo refleja un repunte de la intensidad media diaria de tráfico en las dos autopistas, con unos niveles de densidad que ya se equiparan a los del año previo a la pandemia (2019).
Los datos oficiales indican que los viernes, el día de mayor número de automóviles en circulación, hasta cuatro medidores del Cabildo entre Santa Cruz y La Laguna (Hospital de la Candelaria, Campus de Guajara, Padre Anchieta y Bomberos de La Laguna) registran más de 115.000 coches en 24 horas en un tramo mayoritariamente de ocho carriles (cuatro de subida y cuatro de bajada). Son casi 40.000 más que en la TF-5 (con la mitad de los carriles) a la altura de La Matanza o La Orotava. El pico mayor se localiza en la zona del Padre Anchieta, con 124.295 unidades en 24 horas.
Pero en el Sur, la situación no es mejor. A los 97.305 automóviles que se contabilizan de media cada viernes en la TF-1 en el término municipal de Arona (donde solo existen dos carriles en dirección sur y otros dos en sentido Santa Cruz), las estaciones del Cabildo revelan que las colas ganan cada vez más kilómetros, extendiéndose a varios municipios. Por ejemplo, a la altura del cruce de Fañabé (Adeje), donde se superan los 80.000 vehículos en un día o en el aeropuerto (Granadilla de Abona), donde ya se roza esa cantidad.
Se da la circunstancia de que tres de cada cuatro desplazamientos en la zona meridional de la Isla, principal polo de atracción turística de Tenerife, se realizan en coche propio, lo que agrava los embotellamientos y genera mayor contaminación. Se calcula que el 5% del volumen general de tráfico corresponde a vehículos pesados.
Horas más concurridas
En cuanto a los horarios, se aprecian algunas diferencias entre el Norte y el Sur. Mientras el principal flujo de la TF-5 (entre el Hospital de la Candelaria y Bomberos de La Laguna) prácticamente se mantiene uniforme entre las ocho de la mañana y las siete de la tarde, en el caso de la mayor concentración de vehículos en movimiento de la TF-1, la peor opción es conducir desde las tres de la tarde hasta las seis, tramo horario de largas caravanas entre Playa de Las Américas y Guaza.
El informe anual del Servicio Técnico de Carreteras y Paisaje del Cabildo subraya que la alta densidad del tráfico influye de forma directa en la calidad de la circulación, ya que a los conductores les resulta más difícil mantener la velocidad que desean y se ven obligados a realizar un mayor número de maniobras, entre ellas, cambios de carril, aceleraciones, frenados, con constantes paradas y arranques, lo cual afecta también a la seguridad.
La Dirección General de Tráfico advierte sobre las consecuencias del estrés al volante, por cuanto altera las capacidades para conducir de forma segura y, por tanto, dispara el riesgo de accidentes, tal como recuerdan sus campañas informativas. Además, las kilométricas colas son un foco de contaminación al multiplicarse las emisiones de gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera.
Las estaciones del Cabildo que miden la intensidad media diaria del tráfico se utilizan, sobre todo, para el planeamiento de las vías: desde su clasificación, cálculo de índice de accidentes y programas de mejora y conservación, hasta la realización de estudios económicos, determinación de tendencias y proyectos de señalización e iluminación.