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El anticiclón de las Azores estuvo ‘missing’

A comienzos de mes, cundió el pánico entre los meteorólogos canarios por la ausencia de un fenómeno clave para disfrutar de los vientos alisios. El miércoles irrumpió por sorpresa, en vísperas de la primera ola de calor
El anticiclón de las Azores estuvo ‘missing’

Antes de que se anunciara una eventual ola de calor en Canarias desde mañana para pre-inaugurar un verano que está tocando con prisa en la puerta, los meteorólogos se llevaron las manos a la cabeza a principios de este mes. Comprobaron que el anticiclón de las Azores había desaparecido misteriosamente. Y al paso de los días, seguía sin haber noticias de él. “No está, se ha ido, y no sabemos si volverá”, dijeron. La fuga del fenómeno, de confirmarse, traería consecuencias, y los expertos comenzaron a hacer conjeturas. De consolidarse la ausencia del anticiclón, había que prepararse para posibles adversidades climatológicas serias.

El mar se calentaría sobremanera, con riesgo de gotas frías y borrascas intensas. “Tener mares muy cálidos es como tener frente a tu casa un bidón de gasolina pura abierto al aire libre. Estrictamente, no pasa nada, pero si tiras una cerilla, explota”, dijo gráficamente el meteorólogo Francisco Martín León.

Lo habitual desde que se tiene memoria es que el anticiclón de las Azores salude a esta región del mundo con el comienzo de junio y permanezca en su sitio, indefectiblemente, como un veraneante más, todo el trimestre estival dentro del cinturón de altas presiones en esta latitud. El anticiclón de las Azores es un viejo amigo de los canarios, un clásico. Como los alisios o la corriente marina que lleva nuestro nombre.

Es la fábrica de los vientos que nos alegran la canícula, como si de unos privilegiados se tratara. ¡Los alisios! Ya quisieran otros. Ruego a los vientos alisios, escribió el poeta Rafael Arozarena. “Atravesar la vidriera de los ojos/allá afuera ser libre dejando/atrás el vuelo lento de las mariposas”, así empieza el poema.

Los alisios fluyen con dirección nordeste y dan un sentido histórico al buen clima de Canarias. Hemos nacido en su agradable compañía y conocemos muy bien el efecto refrescante de su brisa durante los días más calurosos, algo que se agradece especialmente por las noches para coger el sueño.

La palabra alisio está en la punta de nuestra lengua desde niños. Hemos nacido con ella en la boca, porque todo el mundo hablaba siempre de esa bendición, que algunos describen como senderos trazados por el viento, como si fueran ríos de aire que hubieran fidelizado en algún momento de la historia su ruta atlántica y visitaran puntualmente las Islas para refrigerar milagrosamente el verano. Al alisio se le relaciona etimológicamente con un vocablo francés, aleser (alisar, pulir) y con el término griego als, que significa mar.

¡Eureka! ¡Apareció el anticiclón de las Azores!

Todo cambió de la noche a la mañana. “Por fin apareció el anticiclón”, celebró este miércoles David Suárez, el delegado territorial de la Aemet en las Islas, y compartió su alegría con DIARIO DE AVISOS. Tímidamente, ese día, asomó la cabeza sobre las Islas Británicas, todavía al norte de las Azores, pero era evidente que había regresado para quedarse. Volvía a casa. “Confío en que en los próximos días vaya encontrando su habitual emplazamiento”, dijo Suárez, cuando se le preguntó si podíamos dormir tranquilos. Al parecer, lo previsible desde este momento es que el anticiclón vaya rodándose hacia latitudes más altas desde el Noroeste de la Península Ibérica hacia el Archipiélago de las Azores, desplazamiento que podría estar culminado, precisamente, hoy domingo, según todas las previsiones.

El anticiclón se había hecho invisible y comenzó una serie de extrañas migraciones cambiando de lugar, lo que descolocó a los meteorólogos, que han vuelto a respirar hace apenas cuatro días. El 90% del verano suele estar presente en su palco fijo, dando garantías de normalidad. Nunca falla. Su ausencia provocó ciertos fenómenos anómalos en los primeros días de junio, con alguna borrasca atlántica no propia de las fechas, como Óscar, la decimoquinta de mayor impacto de la temporada 2022-2023, que descargó abundante agua acompañada de rachas fuertes de viento.

Viene, por tanto, la primera ola de calor. Se adelanta el verano, que no suele ser tan cálido en junio. Una masa de aire caliente africano causa desde este fin de semana en la Península un ascenso térmico (con máximas de 40 grados) que durará varios días y que mañana se dejará sentir en las Islas.

El pasado lunes, la Aemet puso las cartas boca arriba: Canarias registraba una anomalía de 1,1 grados por encima de lo habitual en la temperatura media del agua en la superficie del mar tras la primavera más tórrida desde 1940 y la más seca desde 1961. Ahora se espera un verano muy caluroso. Estamos advertidos.

Pero nada sería comparable con lo que hubiera pasado de no haber reaparecido el anticiclón. Habríamos echado de menos las ventanas abiertas por donde entran los alisios como Pedro por su casa, desde los trópicos hasta el ecuador. Las Palmas sentiría la falta de la panza de burro típica de estas fechas, y se encenderían todas las alarmas: el recalentamiento de las aguas no prometería nada bueno. El citado bidón de gasolina delante de casa.

El meteorólogo y climatólogo Font Tullot (una celebridad en la materia, autor del libro de referencia Climatología de España y Portugal) detectó los alisios canarios ya en los años 50 del siglo pasado. Son producto típicamente del anticiclón. Según su descripción, “la circulación de los alisios en verano tiene un carácter casi permanente, mientras que en invierno suele alternar con otras circulaciones de la zona templada”. Habitan en regiones subtropicales como la nuestra, en el Atlántico Sur y en el Pacífico.

Pero no se entiende Canarias en verano sin los alisios, sería insufrible vivir estos meses en las Islas sin ese ventilador natural. Los expertos creen que desde esta repentina resurrección del anticiclón se puede esperar que gocemos de alisios durante el próximo trimestre estival. Lo dan por garantizado.

La ‘Corriente de Canarias’

Y luego está la Corriente de Canarias, no menos famosa, que es una rama de la corriente de Azores. Cuando Robert Maxwell murió, ahogado en deudas, en nuestras aguas, en noviembre de 1991, su misterioso final, habiendo sido considerado un exagante del Mossad (servicio de inteligencia israelí), obligaba a encontrar como fuera el cuerpo flotando en el mar de las Islas, tras abandonar su yate Lady Ghislaine, pues, de lo contrario, se temía que nunca hubieran dado con él, a causa de la Corriente de Canarias. Este fenómeno nace en el norte, continúa hacia el sudoeste, en paralelo a la costa africana, y gira por último hacia el oeste casi infinito del océano Atlántico. Su tesoro es que aporta agua fría. Refresca toda la región marítima bordeando el litoral africano, a su paso por Canarias, en la zona donde se inician los alisios.

La nubosidad asociada a estos vientos consanguíneos con el anticiclón explica el alma del clima del Archipiélago: lluvioso al norte y oeste y excesivamente seco hacia el este, en Fuerteventura y Lanzarote.

Venimos de tiempos anómalos casi de un modo sistemático, producto, qué duda cabe, del cambio del clima mundial. Las Islas ya están advertidas de los efectos previsibles, del ascenso de la superficie del mar y de los riesgos consiguientes de inundación de las poblaciones costeras. Al borde de este verano, el director de la Aemet en Santa Cruz de Tenerife, Víctor Quintero, subrayó que la primavera ha sido la más seca registrada. El 30 de marzo fue el día más caluroso en Canarias desde 1961, con máximas superiores a los 30 grados.

La llegada del verano inflama la información del tiempo. En la España continental se alumbran los primeros umbrales exorbitados de calor. Algunos expertos desempolvan un viejo síndrome: el peligro de huracanes y ciclones tropicales en un Atlántico cada vez más ardiente, que trae a la memoria la tormenta tropical Delta de 2005. El incremento de la temperatura en el Atlántico y el Mediterráneo provoca la convección del agua en las áreas donde se eleva el calor. El Niño y la Niña, episodios que se ceban con intensas lluvias en el Pacífico de América del Sur, aumenta la cizalladura del viento y disuade de tales procesos radicales, pero, en contraste, el calentamiento de las aguas lo aviva.

Resulta inevitable estos días mirar al cielo, fijar la vista en el sol hasta cegarnos, adivinar el color de las nubes y las tonalidades de las capas atmosféricas, y hacer cabañuelas de andar por casa entre profanos como el que suscribe. Ahora sabemos que una masa de aire caliente africana afectará a Canarias a partir de mañana con temperaturas elevadas en las horas centrales del día. La Península ibérica ya da cuenta de ello. Mañana, la provincia canaria oriental se acalorará a buen seguro. Tenerife y Gran Canaria soportarán el martes los rigores del tiempo, junto a La Gomera, El Hierro y La Palmas.

Así habla el verano, bajo el consiguiente manto de calima, que siempre es la opción de atuendo que tiene a mano el aire que sopla en las islas. Con el transcurso de la semana, irán decreciendo las temperaturas y los proverbiales alisios serán motivo de celebración. La mano que mece esa cuna no es otra que el anticiclón de las Azores, cuyo fantasma acabamos de conocer.

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