En un mundo lleno de desafíos y actividades emocionantes, siempre hay gente dispuesta a superar los límites de lo posible, como es el caso de Amanda Negrín, una joven tinerfeña que ha encontrado su pasión en el mundo de la apnea. Esta disciplina, que implica retener la respiración durante largos períodos de tiempo, se ha convertido en su estilo de vida.
Amanda Negrín comenzó a practicar apnea en 2020, el año de la pandemia. Cuenta que durante el confinamiento se aficionó al yoga, una práctica que ya llevaba experimentando desde las Navidades anteriores y a la que empezó a recurrir a diario. “Entonces leí un artículo que relacionaba el yoga con la apnea, ya que en ambas disciplinas consigues un estado meditativo muy profundo”, explica.
Fue entonces cuando a la joven se le presentó la oportunidad de tener su primera experiencia de inmersión: un amigo le invitó a hacer bautizo de mar en Apnea Canarias, una de las escuelas con mayor actividad de toda Europa en esta disciplina. La actividad consistía en una formación teórica, seguida de prácticas para tratar de controlar la respiración y luego intentarlo en el agua.
“Al principio pensé ‘¿Qué hago aquí?'”, confiesa, “pero cuando me metí en el agua, la sensación fue adictiva”. Amanda logró sumergirse el máximo posible estipulado para esta primera experiencia: 15 metros. “Me gustó tanto que quería seguir bajando”, reconoce.
La canaria explica que no le resultó complicado, pues sus conocimientos de yoga le ayudaron a la conciencia corporal, la respiración completa y a la flexibilidad del diafragma. “La gente piensa que la apnea es solo capacidad pulmonar, y hay muchos más factores que influyen”, apunta.
45 metros de profundidad y casi dos minutos de inmersión
En ese momento decidió comenzar a formarse y entrenar con la escuela, ubicada en Radazul, Tenerife, donde entrenan los mejores apneístas del mundo. A día de hoy, Amanda ha conseguido tres niveles, convirtiéndose así en asistente instructor. Su calendario marca el domingo como el día de entrenamiento en dicha costa, aunque también se ejercita en la piscina de entrenamiento del complejo deportivo del pueblo.
En apenas tres años, la tinerfeña ha conseguido importantes logros: estar cuatro minutos y 20 segundos en apnea estática (sin movimiento), mientras que bajar 40 metros le supone, aproximadamente, un minuto y 40 segundos. Su cifra récord de descenso ha sido 45 metros con scooter submarino, un aparto que ayuda a sumergirse a una mayor velocidad. Sin embargo, ha alcanzado los 42 metros de inmersión sin asistencia, tan solo con su propia capacidad pulmonar.
“Se requiere mucho control de la situación, presencia, paz y relajación corporal para conseguir bajar”, explica. Amanda compara la apnea con la sensación de dejar la mente en blanco, en la que hay que luchar contra los pensamientos negativos y centrarse en la relajación. “Es un momento de estar conmigo misma. Lo que experimento debajo del agua no lo logro fuera, ni siquiera cuando medito”, asegura.
La Rapadura y Baja California, las experiencias más asombrosas de Amanda
Durante estos años, la apneísta ha tenido la posibilidad de explorar las profundidades de Tenerife y ha descubierto sitios que dejarían atónito a cualquiera. Entre ellos destaca La Rapadura, uno de los paisajes submarinos más sorprendentes de los fondos de la Isla. El monumento natural se encuentra en La Quinta, en la costa del municipio de Santa Úrsula. Se trata de una plataforma rocosa con una profundidad de 45 metros que el mar ha resquebrajado en enormes bloques prismáticos, lo que le da la apariencia de un órgano de catedral.
Para Amanda fue todo un reto, pues tenía que bajar a 37 metros de profundidad e intentar estar el mayor tiempo posible. En ese momento fue clave concentrarse en la compensación para evitar que la presión afectara a los oídos. “Cuando llegué al fondo, abrí los ojos y vi tal preciosidad, quedé alucinada. Impresiona mucho y da bastante respeto estar frente a esas tremendas columnas de basalto. Te sientes muy chiquita”, cuenta emocionada.
Las columnas de Montaña Amarilla, las cuevas de las piscinas naturales de Los Abrigos o la biodiversidad de Abades también se encuentran en la lista de los sitios que más han llamado la atención de la protagonista.
Más allá de Canarias, la tinerfeña ha llegado a bucear en Baja California, México, un lugar apodado “el acuario del mundo” por la cantidad de fauna marina que alberga. Tortugas, lobos marinos, tiburones toro, mantas mobula, incluso ballenas jorobadas son algunas de las especies junto a las que pudo nadar Amanda. Esta última es precisamente la única que consiguió asustar a la canaria: “Ver cómo tira agua daba bastante impresión, es un bicho muy grande”, afirma.
La apnea como terapia de autoconocimiento
La joven lamenta que este sea un deporte que apenas se experimenta en las Islas. “Me entristece porque en el Archipiélago somos cuatro canarios quienes lo practicamos”, confiesa, y reitera que en Canarias las condiciones son maravillosas y existen lugares realmente increíbles.
Asimismo, considera que no todo el mundo se atreve porque es una lucha mental que no cualquiera se atreve enfrentar: se trata de estar con uno mismo y escucharse para conectar con su cuerpo. “Para mí es como una terapia de autoconocimiento en la que tú eres tu propio rival”, reflexiona. “Por eso lo recomiendo a todo el mundo. Al final lo que aprendes con la apnea, lo termines aplicando en tu día a día”, concluye.