conversaciones en los limoneros

“Tenemos que luchar por un envejecimiento digno con recursos suficientes, cercanos y amigables”

Carmen Rubio Armendáriz (Augusta, Georgia, USA, 1973) es, con sólo 49 años, catedrática de Toxicología de la Universidad de La Laguna (ULL) desde el pasado mes de julio de este año

Está claro que si a la ciencia se le une simpatía personal y ganas de comunicar de manera sencilla, el científico se hace mucho más apetecible de entrevistar. Carmen Rubio Armendáriz (Augusta, Georgia, USA, 1973) es, con sólo 49 años, catedrática de Toxicología de la Universidad de La Laguna (ULL) desde el pasado mes de julio de este año, tras 23 años de docencia y gestión en la propia ULL. Doctora en Farmacia, licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, ha sido vicerrectora de Internacionalización (2015-2019) y miembro del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Además, ha sido presidenta del Grupo de Trabajo de Internacionalización de CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) entre 2017 y 2019. Actualmente es vicepresidenta de la Hispanic Organization of Toxicologist (HOT) en la Society of Toxicologic norteamericana (SOT) y vicepresidenta de Universidad sin Fronteras, una asociación sin ánimo de lucro fundada junto al ex rector Antonio Martinón y otros compañeros de la ULL comprometidos socialmente con la cooperación internacional. A Carmen le cuesta y le duele recordar sus más de doce años ejerciendo como vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santa Cruz de Tenerife, de la que dimitió “por discrepancias con la gobernanza y las formas de una parte de su Comisión Permanente”. Recuerda, sin embargo, con mucho cariño los cuatro años de ejercicio como secretaria de la Junta Directiva del Real Casino de Tenerife. ¿Le pregunté por sus principales fortalezas?; no me acuerdo, pero ella insiste en su potente networking, especialmente en el ámbito internacional, y en su experiencia como mentora/tutora de jóvenes talentos a los que guía en su desarrollo profesional.

-¿Somos conscientes aquí, en España, de la relevancia de una adecuada seguridad alimentaria?

“Calidad, seguridad y sostenibilidad alimentarias van de la mano. Tanto en España como en Europa disfrutamos de una excelente seguridad alimentaria, pero yo creo que los consumidores no son realmente conscientes de este beneficio del primer mundo y del riesgo que conlleva la no seguridad alimentaria”.

-Somos unos privilegiados, entonces.

“Esas cosas se notan cuando viajas a países carentes de este paraguas sanitario o que sufren una guerra. Entonces valoramos las ventajas de esta seguridad y sostenibilidad sanitarias”.

-¿Son seguros, hoy en día, los alimentos que consumimos?

“Tanto los alimentos que producimos y que comercializamos, como aquellos que importamos, se suponen seguros. Es decir, cumplen con la reglamentación vigente. Pero ello no significa que la normativa no deba ser permanentemente revisada y actualizada para abordar y prevenir peligros y riesgos emergentes y monitorizar y reducir peligros y riesgos tradicionales”.

-Está claro: no se puede bajar la guardia.

“La calidad, la seguridad y la sostenibilidad alimentaria no son estáticas y pueden verse afectadas por múltiples factores como el cambio climático o el comportamiento y hábitos de los propios consumidores. Cuanto más apostemos por los productos locales y nacionales, mejor, pues la sostenibilidad de nuestro sector alimentario es responsabilidad nuestra”.

-De todas formas, los toxicólogos alimentarios no suelen ser alarmistas.

“No, es verdad. Analizamos los peligros y los riesgos alimentarios con cautelas, monitorizando continuamente tanto los niveles de contaminación como los hábitos de consumo. La dieta diversa y variada nos protege frente a los peligros potenciales. Mis recientes estudios de evaluación de riesgos sobre bebidas energéticas afirman que estos alimentos son seguros y sólo se vuelven inseguros cuando el consumidor abusa de ellos y los ingiere de manera irracional o de forma irresponsable”.

-¿Llegamos tarde a la hora de exigir a los fabricantes y expedidores de productos alimentarios la calidad que demandan los tiempos?

“No, no creo que hayamos llegado tarde”.

-¿Por qué?

“Porque, al contrario de lo que preguntas, nuestros consumidores han sido y son muy exigentes, si bien esas exigencias van evolucionando y cambiando. La industria alimentaria está muy comprometida con la calidad y sabe responder a las demandas de esos consumidores”.

-¿Se ha reeducado la población en este sentido?

“Posiblemente nuestro mayor reto sea el de reeducar a la población en hábitos de consumos saludables y en supervisar la publicidad. Sólo consumidores formados e informados podrán tomar decisiones correctas en cuanto a su dieta. La información disponible es excesiva y a veces confusa, por lo que cualquier proyecto o intervención comunitaria que mejore el conocimiento de los alimentos y su impacto en la salud acercará a la industria, los consumidores, los reguladores y los investigadores”.

-Carmen, ¿cuál ha sido tu actividad principal en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria?

“Como miembro de su Comité Científico he participado en múltiples informes sobre la evaluación de los riesgos derivados de la exposición dietética a contaminantes químicos”.

-¿Por ejemplo?

“Pues, por ejemplo, metales pesados, plásticos, micotoxinas y coadyuvantes tecnológicos, entre otros, y la evaluación de sustancias cuyo consumo no responsable podría generar efectos no deseados, como es el caso de la cafeína. Este asesoramiento técnico e independiente a los ministerios correspondientes ha favorecido la gestión y comunicación oficial de riesgos y me ha permitido el trabajo colaborativo y multidisciplinar con profesionales de gran relevancia nacional”.

(Era mi intención acercarme más a la persona de esta joven catedrática amable, cercana y con una trayectoria profesional indiscutible. Por eso le pregunto por sus referentes, por las personas que más le han ayudado en su vida. Y me dice: “He tenido dos grandes maestros, los dos son hombres y en distintas disciplinas. En primer lugar, mi padre, Pablo Rubio, quien marcó mi vida, mi carácter y mi profesión gracias a su orientación, ejemplo y altísima exigencia. Me enseñó a ser responsable y una luchadora, creyó siempre en mí y me empujó a aceptar el reto de aprender idiomas. Él hablaba, como yo, inglés y francés, y vivió dos años en los Estados Unidos. Cuidó de mis hijos para permitirme asumir mis responsabilidades, pero nos faltó divertirnos más, no tuvimos tiempo, porque murió a los 71 años. No pasa un solo día que no lo recuerde. Mi segundo maestro ha sido Arturo Hardisson, catedrático de Toxicología en la ULL y bajo cuya tutela llevo más de 26 años. Arturo es académico por excelencia que cuida y defiende a su equipo y a sus amigos infatigablemente y con criterio. En Toxicología somos una gran familia multidisciplinar. Arturo nos guía y nos reta con cariño, al tiempo que sigue corrigiéndonos y nos exige al más alto nivel”. Tengo yo que añadir que el padre de Carmen era militar, que se retiró como coronel, que fue dos veces destinado a los Estados Unidos, que se licenció en Derecho ya mayor, y que su madre es catedrática de Instituto, jubilada, de Inglés).

-Por cierto, ¿te ha felicitado tu Colegio de Farmacéuticos por el acceso a la cátedra? Tú dimitiste como vocal en su día.

“Pues no, no me ha felicitado. Sí lo ha hecho el de Las Palmas e, incluso, la Embajada de los Estados Unidos en España, ya que creo que soy una de las pocas ciudadanas norteamericanas que es catedrática en una universidad pública española. Poseo la doble nacionalidad. Supongo que mi Colegio de Farmacéuticos, en el que trabajé doce años, no se ha enterado de mi acceso a la cátedra, pues de lo contrario sería injustificable. Y es una pena que una organización que representa a todas las actividades profesionales de la farmacia esté tan alejada de sus académicos e investigadores. Cuando dimití como directiva fue para mí un momento agrio, porque siempre me enseñaron quienes me formaron a trabajar en equipo, a compartir la toma de decisiones, a reconocer el éxito de mis compañeros y a representar a la institución sin individualismos; y esas condiciones no se daban allí en aquel momento”.

-Hablemos de drogas. ¿Tenemos un problema en España?

“El consumo de sustancias psicoactivas de abuso en España es un asunto de salud pública que ha recibido poca atención y financiación”.

-¿Y?

“Aunque no me gusta generalizar, en el análisis del consumo de drogas habría que detallar la situación de cada sustancia. España supera a algunos países de su entorno en cuanto a prevalencia de consumo. No sólo importa cuánto se consume sino también el perfil de los que consumen y qué se consume. El Plan Canario sobre Drogas debe ser reeditado y rediseñado y nuestra comunidad debería ser innovadora en políticas y en estrategias. Ahora que la salud mental ha sido reconocida como una prioridad a abordar, toca recordar que gran parte de la psicopatologías se derivan o son consecuencia del abuso y dependencia de sustancias químicas”.

-¿Es buena la formación farmacéutica en la ULL?

“Sin duda. Nuestros graduados son reconocidos fuera de nuestra región. Yo estudié en la ULL y he visitado o impartido docencia en la mayor parte de las facultades de Farmacia del Espacio Europeo de Educación Superior; y las competencias y habilidades que nuestro alumnado adquiere les hace competitivos a nivel global. Además, la ULL cuenta con unos docentes excelentes, de muy alto nivel. Pero debemos mejorar los laboratorios y la alianza con la industria y la distribución farmacéutica debe ser más relevante. Ellos, con su compromiso social, pueden impactar generando este cambio”.

-Eres muy viajera. ¿Qué debemos hacer para que los profesionales que están fuera regresen, y para los que siguen aquí no se vayan?

“Pues dedicar más financiación y promoción al talento joven. Debemos evitar sobre todo la fuga de nuestros profesionales y rescatar a los que se marcharon. Es preciso ofrecer salarios y condiciones competitivas y dotación económica para equipos y laboratorios. Potenciar la relación entre la universidad y las empresas y construir parques científico-tecnológicos entre la industria y la academia”.

-Tu labor en la ULL ha sido extraordinaria, Carmen.

“No soy yo la indicada para decirlo. Pero sí ha sido una actuación comprometida con el servicio a la institución en sus tres dimensiones: la docencia, la investigación y la gestión. Nuestro grupo, sin embargo, merece más atención. He publicado mucho, he impartido muchas conferencias y cursos, soy directora del master de Seguridad y Calidad en los Alimentos, pero mi mejor etapa ha sido como vicerrectora de Internalización, con un gran equipo y con un rector que confió en mi instinto y en la estrategia que establecimos”.

-¿Hasta qué punto una alimentación adecuada influye en la esperanza de vida?

“El factor más relevante para retrasar el envejecimiento es la vida social, las relaciones humanas. Así lo ha demostrado el Estudio Harvard. Sin embargo, una dieta rica en antioxidantes parece asociarse a una mejor y más larga vida. Pero, ¿quién quiere vivir tanto? Creo que es agotador vivir existiendo. Traslado a nuestros dirigentes la urgencia de apostar por un envejecimiento digno, con recursos socio-sanitarios suficientes, cercanos y amigables. Cuidar a nuestros mayores es una responsabilidad y debe ser un placer”.

-¿Y estamos enterados de lo que consumimos?

“Aunque el consumidor presuma de que sí, a veces sus fuentes no son fiables. Hay mitos que tenemos que desmontar. En cuanto al etiquetado, tenemos que estar satisfechos porque nos aporta mucha y buena información”.

(Quedaron muchas cosas en el tintero, soy consciente. Pero habrá otro día. Incluso para que Carmen Rubio, que como persona es encantadora y como científica una crack, me cuente más cosas de su larga carrera docente. A los 26 años era profesora asociada; a los 33 años consiguió la plaza de profesora titular; a los 49 años ha alcanzado la cátedra. Y, en medio, una trayectoria científica impecable. Enhorabuena).

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