El incendio de Tenerife podría haber afectado a un total de 60 especies protegidas tras arrasar 14.624 hectáreas, distribuidas en 12 municipios, según estimaciones del Gobierno de Canarias.
El director general de Espacios Naturales y Biodiversidad, Miguel Ángel Morcuende, ha subrayado que desde una perspectiva medioambiental, el fuego ha causado un impacto significativo en especies únicas en Canarias. “Según los informes que hemos recibido, el incendio ha tenido un impacto en más de 60 especies protegidas”, mencionó. Entre estas especies, destaca la preocupación por el Cheirolophus metlecsicsii, conocido como el “cabezón de Añavingo”.
Se trata de una especie en peligro de extinción que tenía solo dos poblaciones conocidas en todo el mundo. La primera de ellas se encontraba en Arico y fue devastada por un incendio en 2021. Hasta la fecha, no se han localizado ejemplares en esa área. El último núcleo poblacional se ubicaba en Añavingo, en Arafo, y ha sido indudablemente afectado por el fuego.
Además, otras poblaciones en peligro de extinción, como la Himantoglossum metlecsisianum, una orquídea endémica de Tenerife que crece estacionalmente entre diciembre y febrero, también han sufrido las consecuencias del incendio.
Otra especie en peligro de extinción, la jarrilla de Agache (Helianthemum teneriffae), se encuentra amenazada por la depredación de conejos, la competencia con otras especies vegetales y la actividad humana. Esta planta es endémica de la isla de Tenerife y se encuentra en una única localidad en Güímar, dentro del Parque Natural Corona Forestal.
El área calcinada por el fuego abarca un perímetro de 88 kilómetros en el Parque Natural Corona Forestal. Este espacio alberga masas forestales de pino, tanto naturales como reforestadas, así como vegetación de alta montaña, rodeando prácticamente al Parque Nacional del Teide. Con un total de 46.613 hectáreas, es el mayor espacio protegido en Canarias.
La Corona Forestal es el hábitat natural de numerosos endemismos que están en peligro. Se estima que el incendio ha afectado a 3.033,63 hectáreas de pinares endémicos canarios de un total de 9.360. También se han visto perjudicadas 1.860,03 hectáreas de brezales oromediterráneos endémicos con aliaga, y 703,42 hectáreas de brezales macaronésicos endémicos. Además, se debe tener en cuenta la destrucción de 172,06 hectáreas de laurisilvas macaronésicas endémicas de un total de 9.360.
Todas estas especies son hábitats de interés comunitario, y su desaparición tiene un impacto en los ecosistemas donde habitan diversas especies de hongos, bacterias, invertebrados y aves, algunas de ellas con estatus de protección especial, como el gavilán (accipiter nisus granti), el búho chico (asio otus) o el murciélago canario (barbastella barbastellus).
Finalmente, entre los pinares canarios, tanto naturales como reforestados, reside también una especie vulnerable: el pinzón azul. Este pájaro generalmente habita a altitudes superiores a los 1.000 metros, en medio de los pinos más maduros y escobones.