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Jaime Díaz Fraga: “Algunos creen que el abogado es una especie de bombero”

Jaime Díaz Fraga es abogado, miembro de la Subcomisión de Extranjería del Consejo General de la Abogacía
Jaime Díaz Fraga: "Algunos creen que el abogado es una especie de bombero"

Jaime Díaz Fraga (Los Llanos, La Palma, 1978) se formó como licenciado en Derecho en la Universidad de La Laguna, con un expediente impecable. Su labor profesional la ejerce en toda España, singularmente en Canarias, donde mantiene dos despachos y es CEO de Min Solomon-Movilidad Internacional. Su especialidad como letrado gira en torno a esta última, precisamente la Movilidad Internacional. Forma parte de la Subcomisión de Extranjería del Consejo General de la Abogacía, que se reúne en Madrid cada tres meses para discutir asuntos de la profesión. Jaime Díaz Fraga tiene un hobby: colecciona libros de Derecho. Es un lector infatigable y posee una de las mejores bibliotecas jurídicas de Canarias. Su amor por los libros me ha beneficiado porque me regala un tomo de misceláneas editado en 1895 y me lo dedica, con la inscripción al revés y con estas palabras: “La movilidad internacional abarca la belleza del mundo”. Yo me había olvidado de leer al revés, tras aprender a hacerlo en las cajas de plomo, en mis tiempos de La Tarde. Todos los redactores sabíamos leer al revés. Jaime lleva más de veinte años dedicado a la abogacía. Tenía que informarme por él de esta moderna especialidad del Derecho: la Movilidad Internacional. Y por eso dirigí en ese sentido mi primera pregunta.


-¿Qué es, exactamente?
“Lo mejor sería acudir a Leonardo Da Vinci, que entre otras cosas escribió un libro que se titula “Tratado de la pintura”. Leonardo decía que “los ojos abarcan la belleza del mundo”.


-¿Y?
“Si pones los ojos en Canarias te darás cuenta de que se están produciendo varios fenómenos. Por ejemplo, buena parte de los turistas se están convirtiendo en tele trabajadores internacionales. Esta nueva modalidad genera relaciones mercantiles, laborales y civiles de diversa índole, que se proyectan por todo el mundo. Como abogado que soy intento comprender y abarcar esa realidad en beneficio de mis clientes”.


-Algunos dicen que el abogado es una especie de bombero, de apagafuegos.
“Se han escrito muchas cosas de nosotros. Socialmente, y hablo en general, la gente acude a un abogado cuando tiene algún problema y pretende, sí, que el abogado apague su fuego, como si fuera un bombero”.


-Y no es así.
“No, porque, en el ámbito jurídico, los abogados atesoramos una máxima que se deriva de la experiencia que vamos acumulando a lo largo de muchos años. Todas las facetas de la vida tienen un trasfondo jurídico. Si te asesoras previamente podrás minimizar cualquier problema. Mi padre decía siempre algo tan obvio como eso de que “el que sabe, sabe”.


-Cuando entrevisto a un letrado, siempre le hago la misma pregunta: ¿cuándo veremos a la Fiscalía en un edificio distinto al de los juzgados?; ¿cuándo veremos, como en los Estados Unidos, que jueces y fiscales no entran en la sala de audiencias por la misma puerta?
“Yo creo que los jueces y los fiscales hacen su trabajo de la mejor manera posible, al margen de esos detalles. Sin embargo, muchas de las cosas que ocurren dentro de la Administración de Justicia tienen su origen en el siglo XIX y han ido trasmitiéndose de generación en generación, perdurando en el tiempo. Creo que lo importante está en saber con qué medios, materiales y humanos, se cuenta en la propia Administración de Justicia. Si en un determinado partido judicial duplicáramos esos medios, los personales y los logísticos, muchos problemas se solucionarían de una manera rápida y ágil. Pero ello supondría que los jueces, fiscales y abogados nos convertiríamos en protagonistas sociales, en detrimento de los políticos”.


-Hablando de movilidad internacional. ¿Es España un país con suficientes garantías jurídicas para los que visitan o vienen a establecerse en su territorio?
“En España, y también en Canarias, se pueden hacer grandes cosas. Tal vez lo que se eche de menos es algo de sensibilidad por parte de la Administración Pública. Y hablo, por ejemplo, de la electrónica. Existe una tendencia generalizada de particulares y empresas a relacionarse con la Administración por medio de la electrónica. Este hecho es bueno para profesionales y clientes, pero puede provocar problemas judiciales. Por eso hay que asesorarse bien”.


-Y ahí es donde entran ustedes.
“Hace tiempo que un grupo de abogados trabajamos en un nuevo proyecto de servicios jurídicos referidos a lo que se llama Movilidad Internacional y que hasta el momento sólo abarcaba lo relativo a inmigración. Ahora estos servicios ofrecen cobertura jurídica tanto a las relaciones mercantiles, como contratos; a las relaciones empresariales, laborales y también las de índole civil. Y otras que abarcan relaciones más personales, como divorcios, cumplimiento de resoluciones extranjeras y problemas de herencias. Todas ellas nacen de la globalización, que nos mantiene en conexión continua en todo lo relacionado con el Derecho”.


-¿Por qué en España, y no en el resto de Europa, los medios de comunicación son tan aficionados a los juicios paralelos? ¿Por qué se permite que el Derecho Penal sea utilizado como un arma arrojadiza contra las personas?
“El problema que persiste en España desde hace siglos es que no existe una cultura jurídica básica. Cuando en el siglo XIX se definió nuestro sistema jurídico, sobre todo a través del Código Civil y de las leyes procesales, nadie se preocupó de que los destinatarios de las normas jurídicas llegaran a comprender el alcance y el significado de los mandatos normativos. De alguna manera, esta tendencia también se mantuvo con la aprobación de nuestra Constitución del 78. De modo que resulta imposible que a las audiencias de los medios de comunicación se les pueda exigir que entiendan la diferencia que existe entre la moral y las normas jurídicas”.


-¿Nos tenemos que resignar?
“No, pero si el gran público supiera distinguir entre la moral y una consecuencia jurídica, probablemente una gran parte de las noticias que aparecen en los medios de comunicación perderían el interés mediático y diríamos adiós al sensacionalismo, que es cierto que vende mucho”.


-¿Y tener al Derecho Penal como una lanza contra todo y contra todos?
“Me parece absurdo, porque la máxima del Derecho Penal es la intervención mínima. Te pongo un ejemplo: un tema genuinamente civil, como es un desahucio, también se puede enfocar como un delito de ocupación, previsto en el Código Penal. Lo que ocurre es que el legislador, en vez de dotar de medios a la Administración de Justicia para que no se eternice ese desahucio en la vía civil, crea un tipo delictivo en el Código Penal. En ocasiones, el trasfondo del remedio penal lo que supone realmente es un fracaso de las vías civil y administrativa”.


-¿Se guardan las formas en los tribunales? Quiero decir si los ciudadanos podemos estar tranquilos.
“Por lo general, sí. Aunque muchas veces los clientes no entienden, por ejemplo, la vestimenta de los actuantes, sobre todo tras ver las series y las películas americanas, en que todo el mundo viste normal, menos el juez. Pero, hablando de formas, te contaré, como mera anécdota, que en cierta ocasión, hace muchos años, cuando salía de un juicio vi al juez y a la entonces secretaria (hoy se llaman letrados de la Administración de Justicia) chocarse las manos, como si estuvieran en un partido de baloncesto, una vez que concluyó la vista. Yo soy aficionado al baloncesto, pero…”.


(Tiene Jaime Díaz Fraga aficiones musicales y filosofa sobre la insularidad. “Se habla de insularidad y hasta de doble insularidad, pero yo creo en la infinita insularidad. Esta forma de sentir me ha hecho formar mi biblioteca jurídica, que está en continuo crecimiento. Y cuando cojo un libro y lo leo siento que existe en el mundo otra persona que está haciendo un gran esfuerzo para ver y transmitir lo que ocurre a su alrededor. Y ahora en España vivimos una edad de oro en cuanto a publicaciones especializadas, que afortunadamente no reproducen el Boletín Oficial del Estado, sino que intentan sistematizar una controversia, bajo el paraguas de los principios generales del derecho”).


-¿Echan de menos ustedes, los juristas jóvenes, a los grandes maestros del siglo XX, por ejemplo, García de Enterría, Alejandro Nieto, José María Stampa Braun, Manuel Jiménez de Parga? ¿Ha sucumbido la Abogacía al dinero y al poder?
“Puede parecer que los abogados vivíamos mejor en tiempos pasados. En alguna ocasión he visto alguna escritura pública notarial de los años 60, en cuyo encabezado se leía: Notario-Abogado. De ello deduzco que, en tiempos pretéritos, los notarios también querían ser abogados. En la actualidad, el ejercicio de ambas profesiones es incompatible”.


-Defíneme tu profesión.
“Un abogado es el profesional liberal por excelencia, pero esta perspectiva no la veo en los planes de estudios que he podido leer recientemente. Tampoco parece que la profesión vaya en la actualidad por esa línea”.


-¿Entonces?
“La vida tiene un enorme trasfondo jurídico. Mi opinión como abogado es que ese trasfondo no sólo tiene que verse desde un punto de vista racional, sino también razonable”.


-¿Cada día son más especialistas los letrados?
“Sí. Hay una tendencia generalizada a que así sea. Sin embargo, si destapamos el bote de las esencias de la profesión de abogado te darás cuenta de que la especialización en sí supone una quimera. No existe ningún asunto que pertenezca a una rama determinada del Derecho. Por eso creo que más bien deberíamos hablar de división del trabajo y de ver el trasfondo jurídico como si lo hiciera un arquitecto, en perspectiva: alzado, perfil y planta”.


-¿Crees que el ciudadano se encuentra desamparado ante el poder? Aquí en España te puede embargar la Agencia Tributaria, un Consorcio de Tributos, un Ayuntamiento. Te desvalijan la cuenta y en ocasiones ya estás muerto cuando ganas la reclamación o el pleito.
“A lo que comentas en la pregunta se ha añadido en la actualidad un gran problema, que gira en torno a que se ha reconvertido la forma en que el ciudadano se relaciona con la Administración. Aunque desde el punto de vista legal el ciudadano no tiene que relacionarse con ella de forma electrónica, muchas personas marcan ingenuamente esa opción, como si fueran a enviar un whatsapp, un correo o un SMS. No es así. Por desconocimiento, el ciudadano se puede quedar sin plumas y cacareando si no sabe lo que envía. Y esta situación está creando muchos casos de indefensión ante la propia Administración”.


-Pues estamos apañados.
“El otro gran contratiempo es que no hay una norma que nos advierta a qué nos podemos atener en el caso de que la sede electrónica no funcione. Una pregunta sin respuesta también genera indefensión. Imagina que debes presentar una documentación en el último día del plazo, pero resulta que Internet no funciona o que la sede electrónica de una administración se vuelve del color de un conocido club de fútbol. Por eso aconsejo no dejar la presentación del papelito para el último día”.


-¿Puigdemont ha puesto en entredicho la credibilidad de la justicia española?
“En las causas en las que una de las partes alega un trasfondo político, lo mejor es aplicar los principios del otro “marxismo”, el de Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.


-Palabra de Dios, Jaime.

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