A falta de un techo en el que guarecerse, Lucía (un nombre que no es el suyo, pero que escogió para hacer oír su voz en un programa de radio) ha tenido que vivir al raso, en la playa, de la misma manera que lo hacen, a diario, trabajadores en el sur de Tenerife. Estos, quizá, en otros parajes, en sus coches o en furgonetas. Locales abandonados también son espacios frecuentes, tal y como ha puesto de manifiesto este periódico y han confirmado organizaciones como Cáritas o Cruz Roja.
Sin intervención en el alquiler vacacional o de iniciativa pública para construir viviendas, a Lucía no le bastaban los 1.500 euros de ayuda pública que recibió. Si es necesario presentar contrato de trabajo, hasta tres meses de fianza e, incluso, aval bancario, a esta vecina de Arona no le salían las cuentas.
Así las cosas, se fue a vivir a la playa de Las Vistas junto con su marido, que percibe una paga de 480 euros. Ella, con 59 años, y él, con 63. “Vete un fin de semana a la playa para que veas los gritos de madrugada. Te levantas asustada por la noche”, explica para asegurar:“ Yo fui a la Policía Nacional y a la Local para preguntar si podía dormir allí, y me dejaron. No le hacemos daño a nadie, pero es que el alquiler vacacional nos está matando. Familias desahuciadas con niños de tres años mientras otros hacen dinero negro. Pero ¿esto qué es?”, se pregunta.
La cuestión es que, hace días, y gracias a que su testimonio salió en un programa de la cadena Cope, Lucía y su marido han encontrado a quien le eche una mano. “Un alma caritativa que me oyó porque mi nombre no se reconoce, pero mi voz sí”. Es decir, que empezará una nueva vida después de 11 meses en la playa, de la que se va por la mañana y a la que se regresa ya de noche. Es decir, cuando ya no queda gente en ella que les pueda perturbar. El resto del tiempo se va con su marido a la plaza de La Pescadora a sentarse hasta que pasa el día. “Comemos un bocadillo de jamón y queso y una botella de agua”, dice.
“Hay mucha gente viviendo en el coche”
“Antes de eso sí tenía casa”, asegura esta mujer que va desgranando su vida. “Yo me vine al Sur a trabajar a los 16 años a un empaquetado de tomates y llevo 37 años en Los Cristianos. No sé lo que es una baja médica y el paro lo vine a conocer ahora. He estado toda la vida trabajando en tiendas y en hoteles de cuatro y cinco estrellas”, subraya.
“Hay mucha gente viviendo en los coches”, desgrana. “Camareros y trabajadores, además de mucha gente tirada en la calle. Son muchas familias sentadas en la plaza y por fuera de los supermercados”, explica.
Lucía tenía previsto mudarse a su nuevo hogar este fin de semana, gracias a la iniciativa de esta oyente altruista que, al parecer, no le cobrará en un principio, hasta que su situación, y la de su marido, vaya mejorando. Sin embargo, no por ello deja de poner el acento en uno de los problemas más graves que vive el sur de Tenerife: la emergencia habitacional en la que se encuentra.