Rebeca Paniagua y el arte de la ignorancia (parlamentaria)

Cuando se aterriza de golpe y porrazo en un parlamento regional después de haber sido bendecida por la gracia (o el dedo) de Manuel Dominguez, líder de los populares en Canarias, procedente de un plató de televisión con tintes sensacionalistas, se corre el peligro de padecer durante el proceso de aclimatación una ceguera temporal a causa de la exposición a los focos y objetivos indiscretos de las cámaras. Eso es lo que le ocurre a la ignorante parlamentaria Rebeca Paniagua, sentada en la presente legislatura en uno de los caros asientos de la cámara autonómica.

Ayer la presentadora, ahora Ilustre Señoría, se vino arriba en plena manifestación popular en Santa Cruz de Tenerife, convocada por su partido contra la amnistía, liderando cánticos con lemas que cruzan la frontera de lo permisivo en democracia. Como demuestran las grabaciones virales que ya circulan por las redes, Paniagua, gritaba y cantaba alegremente ‘Pedro Sánchez a prisión’. Una cosa es discrepar y protestar contra un proyecto con el que no se está de acuerdo, y otra bien distinta es que desde un puesto electo, con posadera bien retribuida se muestre una ignorancia tan extrema de las normas de funcionamiento que rigen un Estado Constitucional.

A ver, si en sus ratos libres en el Parlamento de Canarias, la imberbe diputada televisiva, busca un ratito para repasar, o quizá leer por primera vez la Constitución Española. La legitimidad es el reconocimiento por parte de la población, y de los ciudadanos electos en las instituciones, de que los gobernantes de su Estado tienen derecho a crear y aplicar normas jurídicas. Si se equivocan, serán los tribunales los que decidan. La justicia preventiva, y las algaradas resultan impropias para su señoría Paniagua. Quizá se dejó llevar por la emoción. Debe entender la ignorante diputada, que una manifestación, no es lo mismo que una procesión religiosa, a las que concurre casi todas las semanas. Es lo que tiene el nuevo show-business en la histórica sede de Teobaldo Power, un edificio atestado de aprendices.