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Zayra: la tinerfeña de 12 años que ha superado una leucemia gracias a la médula de su hermano Yoel

“Nuestro deseo es que Zayra viva y disfrute la infancia que se merece”, dicen sus padres
La historia de Zayra: la tinerfeña de 12 años que ha superado una leucemia gracias a la médula de su hermano Yoel

Zayra Medina González es una luchadora de 12 años, una pequeña valiente que ha superado la leucemia tras recibir un trasplante de médula de su hermano mayor Yoel. Hace casi dos años, Rosi y David recibieron un mazazo, su hija padecía leucemia. Tras el impacto inicial tuvieron que recomponerse y comenzar la lucha, también inspirados en Zayra, que con su fortaleza les empujó y ayudó a sobrellevarlo, junto al apoyo de familiares, amigos, compañeros de clase y profesionales de la Asociación Pequeño Valiente en Tenerife. “Seguimos todavía en la lucha, sabemos que no ha acabado, pero hemos vuelto a la normalidad y nuestro deseo es que viva y disfrute la infancia que se merece”, recalcan.


Zayra es una niña que hacía una vida normal, acudía al colegio y practicaba desde los 4 años gimnasia rítmica. Sin embargo, su mamá Rosi decidió llevarla al médico para que le hicieran una analítica porque no la veía bien. “Ella no se cansaba, pero tenía la cara pálida, tenía ojeras, le salían muchos morados en las piernas sin ningún motivo, y tenía esa preocupación”. Los médicos le dijeron que no tendría nada y que no era necesario, pero ante su insistencia aceptaron hacerle una analítica. “El 23 de febrero de 2022 a las 8.00 horas le cogieron las muestras y a las 14.00 horas nos llamaron del Hospital de La Candelaria para que fuéramos urgentemente con la niña para hacerle más pruebas”.


El primero en recibir el resultado fue David Medina, que se quedó impactado. Los médicos le recordaron que su familia tiene antecedentes de poder padecer leucemia y él tuvo problemas con la sangre cuando era pequeño. “Al principio fue muy duro y no lo asimilas, entras en shock, te vienes un poco abajo pero hay que sacar la cabeza y luchar”. Reconoce que lo peor “fue la impotencia de no tener en tus manos la solución, pero con el paso de los meses, tras superar el primer ciclo de quimioterapia, todo comenzó a rodar solo, empezaron a llegar las buenas noticias, la primera que no era genético, después la compatibilidad con su hermano, el traslado a Madrid para el trasplante, la recuperación, la vuelta a casa… Han sido casi dos años muy intensos”, confirmó.


Cuestionados por cómo abordó la familia el proceso, Rosi González destacó que le sorprendió que Zayra “fuera mucho más fuerte que nosotros. Ella se lo tomó con naturalidad, ¡vale, tengo una enfermedad en la sangre que se llama leucemia!, y es un tipo de infección grave que se cura haciéndome un tratamiento de quimioterapia. Voy a perder el pelo, pero lo voy a superar, porque el pelo crecerá otra vez”, decía. “Tengo la imagen grabada de cómo lloraba cuando le hice el moño porque tenía el pelo largo antes de cortarle el pelo, sin embargo ella me animó y me sorprendió que tuviera una fortaleza que desconocía. Al ver sus ganas y el optimismo que tenía, nos vinimos arriba, fuimos mucho más positivos. Nos sorprendió que lo llevara tan bien”, destacó.


Es normal que en esos primeros momentos llegaran las dudas y las preguntas por parte de Zayra. “Es verdad que nos hizo muchas preguntas sobre la enfermedad, la primera recuerdo que fue ¿Me voy a morir?, y le respondí que no, y le recalqué que vamos a hacer todo lo posible”, señaló.


Un cáncer infantil “nunca se espera, es como una bomba que impacta a los miembros de la familia, pero también la paraliza, comenzando por la vida y la rutina diaria con la estancia en los hospitales y siguiendo por la economía en casa al no poder acudir a trabajar con regularidad, las dificultades para pagar algunas cosas, sobrevivir con un sueldo”. “Te cambia la vida por completo, cambia tu vida, la de tus hijos y la de los que están alrededor”, señaló Rosi.


Zayra estuvo un mes y medio ingresada en el Hospital de La Candelaria recibiendo los primeros tratamientos, tuvo que dejar aparcado el colegio, a sus compañeros de clase y de gimnasia, a sus amiga especial, y no pudo tener mucho contacto físico con ellos, salvo por videollamada, porque una vez en tratamiento se expone a muchas enfermedades. “Cuando le daban permiso para salir del hospital aprovechamos que tenía las defensas altas para visitar el colegio (protegida con mascarilla) para saludar a sus compañeros y profesores, para que vieran que estaba bien, porque es cierto que algunos amigos lo pasaron muy mal”.


En la hospitalización recuerdan que se tomaba todo con humor. “Estaba con la quimio y sacaba fuerzas en la habitación para hacer gimnasia”, y a nosotros “nos dejaron adornar la habitación de carteles, fotos, globos, pegatinas…, creo que ella lo agradeció mucho, se sintió apoyada por la familia y los amigos”, reconocieron sus padres, que agradecieron el trato y apoyo de todo el personal del hospital en esos momentos.


Las enfermeras y médicos se portaron genial “me dibujaban las bolsas de suero haciendo gimnasia”, recordó una vergonzosa Zayra que fue cogiendo confianza durante la charla.
Después se desplazaron a Madrid, donde permanecieron durante tres meses entre la Casa Roma y el Hospital Niño Jesús, en el periodo previo y posterior al trasplante que se realizó el 19 de julio 2023. Todo salió muy bien, tanto que el 5 de octubre regresó a Tenerife y en noviembre ya estaba en gimnasia. Actualmente cada seis meses toca revisión en Madrid y asumen que Zayra seguirá siendo una paciente oncológica y deberá cuidarse.


Zayra es vergonzosa, pero fue cogiendo confianza durante la charla. Toda la familia ha vuelto a su vida normal y ella inició este curso las clases en el Instituto, donde se ha adaptado y saca las asignaturas pese a estar casi dos años con clases online y apoyo.


Recuerda con mucha emoción la visita de sus amigas al hospital, tanto en La Candelaria como en Madrid y, sobre todo, el recibimiento cuando regresó a su colegio. “Hicieron un pasillo, tenían flores, mis compañeros tenían un pañuelo en la cabeza, había una batucada..”.
Daniel y Rosi recuerdan con emoción esos momentos “que no se olvidan y te marcan” y agradecen a todos los que les ayudaron en este duro trance.

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