Los vecinos de Las Maretas, en Arico, sufrieron ayer lo peor del fuerte oleaje que ha azotado la costa sureste de Tenerife. El oleaje obligó al ayuntamiento a desalojar de sus casas a los habitantes de este pueblo costero. Más de una decena de casas y unos 20 o 30 vecinos fueron evacuados debido al fuerte oleaje que azotó la costa de Arico y las inundaciones que se dieron en la madrugada en sus domicilios.
A partir de las 3 de la mañana de ayer, los vecinos fueron sorprendidos por la fuerza del mar, que llegó a entrar en las casas. Los bomberos y patrullas de seguridad llegaron inmediatamente a ayudar a los afectados. La marea, enrabietada y alta, llegó a inundar muchas de las casas del primer nivel de la costa. Algunos vecinos relataron ayer cómo fueron levantados de sus camas por la riada y tuvieron que sacar fregonas y toallas para paliar la imparable fuerza del agua.
Muchos tuvieron que recoger televisores, ordenadores u otros enseres. “Me desperté con un fuerte estruendo, pensé que había sido la caldera, pero, de repente, vi mi casa inundada de agua”. “Me llegaba el agua hasta las rodillas. No he visto algo así jamás”. “La casa estaba llena de agua y todas mis cosas echadas a perder”, relataban muchos perjudicados de la zona.
La noche fue un absoluto infierno, pero la mañana, aunque el agua no llegaba al interior de las casa, no fue diferente. Tras los avisos del Ayuntamiento de Arico y la AEMET, los vecinos, desde muy temprano, empezaron a preparar sus viviendas para el segundo golpe del mar. Se esperaba una riada de las mismas características. Lo peor había pasado, pero el oleaje volvió a asestar otro golpe por la tarde.
Las ayudas no se hicieron esperar: patrullas de Policía canaria, Guardia Civil, Cruz Roja, Bomberos y Policía Local llegaron a la zona para terminar de acordonar, coordinar, preparar y desalojar a los afectados.
La avenida Santiago, de la localidad de Las Maretas, fue el punto neurálgico donde las fuerzas de seguridad pusieron el foco. La cercanía al mar, las nulas superficies que hicieran de “muralla” y el oleaje incesante obligaron ayer a desalojar a los ciudadanos de sus domicilios hasta, por lo menos, mañana.
David estaba ayer fuera de su hogar junto a sus familiares y vecinos con un rostro triste: “No he dormido, he estado sacando agua toda la noche”, explica. Poco a poco, los vecinos comenzaron a recoger sus enseres, bloquearon sus puertas y entradas y se fueron de sus viviendas con el miedo ante lo que pueda pasar. “Lo que más me aterraba era la niña, pero, gracias a Dios, nos pusimos a salvo rápido”, explicó David a este periódico mientras acaricia el pelo de su hija, de 7 años.
Sacos, piedras, tablas de madera… lo que sea para tapar las entradas principales de las viviendas de otra futura inundación. Los vecinos presagian otro golpe de mar similar y, por ello acondicionaron presas para frenar la entrada del agua. Los sacos y costales que se llenan de arena son el mejor aliado para proteger las casas. Uno de los afectados relata cómo, “tras la inundación, ha perdido su casa”. “Me levanté y me llegaba el agua a la cintura. Una cosa increíble”, lamentó.
Desde las 10 de la mañana, Tomás ayuda a los vecinos que residen en la primera línea de mar. El octogenario es uno de los más volcados en socorrer a sus cercanos, situando sacos en las entradas de las casas y rellenándolos previamente de arena y escombros con pala y azada. Es el primero en agarrar la pala, llenar los costales y transportarlos. Él mismo se da un paseo llevando varios sacos vacíos y bridas para preguntar, casa por casa, si alguien requiere de su ayuda. Según remarca, “esto no se ve todos los días. Llevo más de 60 años en el pueblo y no he visto una cosa así desde hace mucho tiempo”. Además, indica que “se han unido varios factores que han hecho de esta una tormenta perfecta”.
Los servicios policiales ayudaron a los vecinos a prepararse para la pleamar de las 15:00 horas, momento en el que el oleaje pegó con más fuerza desde la madrugada. El agua entraba por las puertas de las viviendas que daban a la costa y salía por los garajes, hacia el otro lado de la calle. Incluso, llegaba a superar la altura de los hogares. Un fenómeno meteorológico que dejó anonadados a los vecinos, curiosos y servicios de emergencia y seguridad.
El Ayuntamiento de Arico ha habilitado el centro de día de Abades para alojar a los vecinos evacuados de las zonas afectadas . Gracias a la coordinación de la dirección insular de Seguridad y Protección Civil del Cabildo de Tenerife y Cruz Roja, se reubicó a siete vecinos y vecinas que fueron desalojados de sus domicilios, mientras otros pasaron la noche del miércoles a hoy acogidos en casas de familiares, amigos y vecinos.
La alcaldesa de Arico y responsable del área de Seguridad, Olivia Delgado, señaló que “se continúa supervisando todas las incidencias y coordinando el operativo para tomar medidas de seguridad”. “Queremos hacer especial hincapié en acciones de precaución, como alejarse de zonas arboladas y del mar, respetar siempre las indicaciones de los efectivos de seguridad y acudir a los canales oficiales para obtener más información”, apuntó la regidora.
El núcleo de Las Maretas sufre lo peor de la rabia del mar
El fuerte oleaje inunda varias casas de la zona costera de Arico y obliga a unos cuarenta vecinos a abandonar sus viviendas y protegerlas con sacos como medida de prevención
