Nada que ver con la polémica del monumento a Franco en Santa Cruz y la última decisión de un juzgado. La cruz que dominaba hasta ahora la plaza del Ayuntamiento de Güímar, en honor a los caídos por la Guerra Civil (de un bando, el de los sublevados “nacionales”), ha desaparecido en los últimos días. Aunque se había anunciado, inicialmente, su traslado al cementerio municipal (de índole civil), ha sido al final demolida con un martillo eléctrico, allanando así el terreno para remodelar la plaza.
Esta actuación fue llevada a cabo tras la solicitud de un vecino que instó a la administración local a eliminar este símbolo que vulnera la Ley de Memoria Democrática. Además, también se efectuará el cambio de nombre de la calle Alférez Luis Hernández Bertrán de Lis, el güimarero con mayor rango (alférez) en la Guerra Civil en la facción del ejército que dio el golpe de estado junto a Franco, Mola y demás.
El monumento de la cruz, diseñado por los técnicos Tomás Machado Méndez y Fernández de Lugo, se erigió como una pretendida representación de la historia local. Estos arquitectos también fueron responsables de la fachada del Cabildo de Tenerife, el edificio de Correos y la cruz de la plaza de España de Santa Cruz de Tenerife, así como de la fachada del cementerio de Güímar.
En 1984, durante el gobierno del PSOE en el consistorio, se removieron algunos símbolos franquistas de la propia cruz, incluyendo el yugo, las flechas, la corona de laurel y el nombre grabado de José Antonio Primo de Rivera, quedando únicamente en la estructura los de los fallecidos que habían nacido en el municipio bajo el título: Güímar, a los caídos por la Guerra Civil. De esta forma, la localidad se convirtió en la primera de Canarias en eliminar símbolos franquistas mucho antes de ser tramitada la Ley de Memoria Histórica, casi 20 años después.
“ESTOS SÍMBOLOS INFRINGEN LA LEY”
Con el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica del año 2007, la retirada de la cruz se volvió una opción real. Pese a los cambios realizados en los años 80, un vecino de Güímar y exconcejal local en los años 90, Gonzalo Hernández, solicitó en 2018 la eliminación de la cruz en su totalidad y el resignación de la calle, argumentando que estos monumentos suponen “un exaltamiento de la sublevación militar”.
Aunque la solicitud inicial no prosperó, la reiteración en 2022, bajo el actual gobierno de CC y PSOE, y con la vigencia de la actual y renovada Ley de Memoria Democrática, llevó al equipo gobernante, tras un estudio minucioso, a la decisión final de derribar la cruz y comenzar el proceso de cambio de nombre a la calle Alférez Luis Hernández Bertrán de Lis.
José Miguel Hernández Fernández, concejal de Servicios Sociales e Igualdad del municipio, señaló ayer que su gobierno ha cumplido con la Ley de Memoria Democrática. “Esta establece que las administraciones públicas deben llevar a cabo este tipo de eliminaciones en acción de oficio, pero en este caso, ha sido a instancia de parte”, aludiendo la solicitud del vecino. El edil procedió con la petición de eliminación de ambos elementos tras determinar el resto del gobierno local que “vulneraban la Ley de Memoria Democrática”.
Gonzalo Hernández es el vecino que presentó al ayuntamiento el requerimiento expreso de eliminar estos símbolos. Hernández aseguró ayer que “veía la cruz todos los días cuando iba a trabajar y le generaba dudas”. Tras acceder al archivo local, el exedil constató que los nombres eran de algunos de los partícipes del golpe de 1936. “No eran en su totalidad los nombres de los caídos de Güímar, sino personalidades afines al golpe”, asiente.
“Presenté una solicitud que determinaba que estos elementos incumplían la ley de Memoria. La primera no obtuvo respuesta. La segunda fue presentada en el año 2022 y fue aceptada por la administración”, explica. Hernández se muestra feliz de haber conseguido esta actuación, aunque dice “no entender por qué hay que darle tanto dramatismo a esta cuestión”. Argumenta que “existe una ley que hay que cumplir y estos símbolos claramente la infringían”.
El espacio donde la cruz estuvo erigida durante más de 80 años ahora permanece vacío, simbolizando un capítulo, aparentemente, cerrado en la historia de Güímar. Mientras los ciudadanos y las autoridades navegan por las aguas de la memoria histórica, el debate sobre cómo recordar el pasado sigue abierto.