Cintia Hernández Sánchez (La Laguna, 1980) es profesora contratada del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de La Laguna. Ha realizado un doble grado en universidades públicas europeas: Ciencias Ambientales y Gestión Integrada de Recursos Hidráulicos. Es también ingeniera de Obras Públicas (especialidad en Hidrología) y tiene un grado en ingeniería civil. Su carrera investigadora se centra en la salud pública ambiental, trabajando diversos temas relacionados con la contaminación. En los últimos años se ha centrado en el problema de los residuos plásticos y de los microplásticos. Tiene 37 aportaciones en revistas científicas y más de 70 en congresos y ha participado en 15 proyectos nacionales e internacionales. Desde marzo de 2023 es la directora del Secretariado de Sostenibilidad de la Universidad de La Laguna. No ha llegado a Los Limoneros en bicicleta, que es como circula normalmente, sino en un Smart, que es como una bicicleta con cuatro ruedas. Yo me sentía fatal ese día, pero charlamos lo suficiente para conocer algo de lo que hace y me resultó realmente muy interesante. Lo cierto es que Cintia incluso me dio consejos para curar mi catarro incurable. Ha trabajado en Senegal y Cabo Verde y hasta en la cárcel. En la cárcel como profesora.
-Me han contado que de pequeña querías ser basurera.
“Sí, mis amigas siempre me lo recuerdan. Me apasionaba eso de ir agarrada al camión de la basura. Además, su olor nunca me ha resultado desagradable. La basura huele a la flor del naranjo”.
-¡No me digas!
“Durante dos veranos, que es cuando los días duran más y podíamos estar más tiempo en la calle, mis amigas y yo parábamos el camión para preguntar al chófer si nos dejaba subir. Él nos saludaba y nos respondía: “Hoy no, pero mañana seguro que las dejo”. Nos íbamos ilusionadas, pensando que mañana sería el gran día. Algunos nos consolaban diciéndonos que sí, que nos dejaría subir, pero qué va. Al día siguiente repetía la misma canción. Y es que la inocencia es muy bonita”.
-¿Cuándo esperas que nos carguemos el mar para siempre y entre todos?
“Yo espero que nunca”.
-Pues a este paso.
“Se están buscando muchas iniciativas y estrategias para protegerlo y conservarlo. En general, tenemos más conciencia y conocimiento de los beneficios ecosistémicos que nos aporta el océano y sabemos que sin los océanos no podríamos vivir”.
-Pero le tiramos de todo.
“Antes pensábamos que el mar no tenía límites y que se lo tragaba todo y lo hacía desaparecer. Ahora sabemos que esto no es así. Ahora tenemos figuras de protección, como zonas de especial conservación, con sus medidas correspondientes. Lo importante es que la población las conozca y las cumpla. Mira, se está tratando de crear, por ejemplo, el primer parque nacional 100% marino en El Hierro. Todo esto da a entender que vamos a mejor, no a peor”.
-Has trabajado en Senegal y en Cabo Verde. ¿Están peor que nosotros?
“En muchos aspectos, sí”.
-Problemas de salud pública.
“Cabo Verde no tanto, pero Senegal sí tiene más problemas de salud pública en general, por la nula vigilancia y control de la contaminación. Aunque lo más que me impactó, puede que por deformación profesional, fue el tema de los residuos. Las deficiencias o incluso la mala gestión de los residuos está haciendo mucho daño y, por supuesto, lo más grave es el problema de los plásticos”.
-Todo el mundo señala a los plásticos.
“Es que la materia orgánica, el cartón y el papel se degradan, el metal tiene un valor, pero el plástico es más persistente y estable, por lo que se acumula. Un plástico hoy, otro mañana, otro pasado por cada individuo son muchos plásticos en el medio, que tardan años, e incluso siglos, en degradarse. Si nadie los recoge, pasa lo que pasa”.
(Hace años que me estoy ocupando de los vertidos al mar. De la falta de medidas para evitarlo. He hablado con expertos, he consultado datos. Me encuentro en un callejón sin salida. Por eso quería conocer la opinión de una auténtica experta medioambiental. Y la tengo a mi lado).
-Cintia, Canarias lanza millones de litros diarios de vertidos al mar. ¿Hay solución?
“Por supuesto que la hay, pero todos tenemos que poner algo de nuestra parte”.
-Cuéntame.
“No sirve culpar a los políticos sin ver qué hago yo mal como ciudadano. Creo que la población sabe de sobra que no debemos tirar toallitas húmedas, preservativos, compresas, tampones o cualquier otro objeto por el váter, pero se sigue haciendo. Estos residuos generan roturas y obstrucciones en el sistema de saneamiento. Entonces se tienen que realizar obras de emergencia con dinero público, dinero que estaba destinado a otras obras de mejora que jamás podrán ser ejecutadas”.
-¿Hay un censo de vertidos?
“Claro y existen muchos vertidos que no entrañan riesgo, por ejemplo la salida de agua de una piscina natural es un vertido, según la ley, pero luego no hay técnicos competentes para hacer el papeleo y autorizarlos. Me consta que existe voluntad política ya que la Consejería de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias ha solicitado a la ULL y a la ULPGC el desarrollo de un curso de experto universitario en vertidos desde tierra al mar y en esas estamos. La burocracia tiene sus tiempos, pero pronto dispondremos de técnicos que puedan autorizar, controlar y vigilar estos vertidos. Todo lo que afecta al medio ambiente termina por afectar a nuestra salud”.
-Mira, Cintia, no podemos vivir sin el plástico, pero todo el mundo condena al plástico, como si fuera un criminal. ¿No es una contradicción?
“Yo siempre digo que el plástico es un súper material. Es ligero, maleable, impermeable, elástico, flexible, resistente a la corrosión, aislante térmico y acústico y además puedes elegir propiedades en base a los aditivos que le añadas. Si quieres que sea duro, lo puedes conseguir, si necesitas que sea elástico, igualmente. Pero sin duda la propiedad que hace que se consuma el plástico de forma exponencial es su coste. Es un material barato, por lo que todos los sectores (agrícola, informática, medicina, ganadería) lo han integrado. Ese bajo coste ha hecho que la sociedad de consumo pueda demandar más y más plástico y más barato”.
-Hay un tema terrible. He escuchado que los miles de muertos de la inmigración, en la llamada ruta canaria, están influyendo en la contaminación del mar.
“No lo sé y tampoco lo puedo saber porque no conocemos cuántas personas salen de destino, no hay cifras”.
-Pero lo has oído, ¿o no?
“Es lo que me comentó en julio, durante mi viaje a Senegal, el profesor Ali Tandian, de la Universidad Gaston-Berger, en Senegal, que tuve el placer de conocer, junto a la vicerrectora de Internacionalización y Cooperación de la ULL. La conversación que mantuvimos los tres me hizo plantearme muchas cosas sobre la inmigración. Nunca había pensado en lo duro que debe ser que un familiar se suba a un cayuco y esperes su llamada un día y otro y otro, hasta tener noticias de este familiar… o no. Si esa llamada nunca llega, tampoco se da parte a nadie, lo lloras en silencio”.
-Bueno, regresemos. Las depuradoras, ¿por qué no dan abasto?
“Cada persona consume de media al día 100 litros de agua, según la OMS. En ciudades relativamente grandes, como Santa Cruz, o La Laguna, el consumo es mayor, pudiendo llegar hasta los 300 litros por persona al día. Somos mucha gente en unas islas muy pequeñas. La planificación hidrológica está ahí para estimar lo que vamos a necesitar en el futuro, pero como todos los procesos de planificación, están expuestos a partidas presupuestarias y a que la población se oponga rotundamente a las obras que se planifican. Entonces, pues tú verás. Y eso que todo se somete a información pública”.
-¿Contaminan las jaulas de pescado en nuestras costas?
“Si existen granjas de vacas, de cabras, de cerdos y de ovejas, ¿por qué no granjas de peces? Lo imprescindible, lo importante, es que contemos con buenos programas de control de la contaminación. Obviamente, no es lo mismo los excrementos de un pez que de miles, y más en un espacio limitado. Es lo que se conoce como una contaminación puntual y obviamente hay que controlarla. Una buena evaluación de impacto con adecuadas medidas preventivas y correctoras aseguran que no se desarrollen problemas más graves que su solución”.
-¿Tú crees en personajes tan pintorescos como Greta Thumberg?
“Mira, en mi caso, si una alumna no viene a clase todos los viernes, la suspendo, aunque su ausencia responda a la lucha por el cambio climático. Comparto que a veces hay que hacer algo de ruido para despertar las conciencias, pero es mejor centrarse en otras metodologías para sensibilizar y concienciar a la población. Y para eso está la ciencia. Necesitamos más investigación y transferencia”.
-Una duda existencial. ¿Cuál es la diferencia entre un ecologista y un ambientólogo?
“Un ecologista es una persona que defiende la protección del medio ambiente, tenga estudios y conocimientos sobre esto o no. Los licenciados/graduados en medio ambiente, o ambientólogos, son profesionales con estudios que se dedican a promover el desarrollo sostenible, dando igual importancia al medio ambiente, a la sociedad y a la economía. Vamos en pro del desarrollo, pero de una manera controlada y con matices. Porque está claro que sin desarrollo no hay bienestar”.
-Una curiosidad. ¿Qué es lo más raro que te has encontrado en el mar?
“Con el proyecto Implamac, que estudiaba el impacto de los plásticos en las costas de la Macaronesia, desde el grupo de investigación AChem, realizamos muchos muestreos”.
-¿Y?
“En cada uno de ellos encontrábamos alguna basura.-tesoro. Quizá el más irónico fue un alga de plástico. Otro al que le tenemos mucho cariño fue una brida de jaulas de langostas de Canadá del año 1983, que hallamos en Playa Grande en 2021. Nunca habíamos visto una tan antigua. También tenemos de recuerdo muchos juguetes plásticos, muy viejos y degradados. Mis hijos tienen palas y rastrillos de playa gracias a esos muestreos. Fue una pena que no consiguiéramos financiación para continuar con el estudio porque estábamos obteniendo resultados muy interesantes”.
-¿Hacen algo nuestras universidades por el medio ambiente?
“Pues, sí, mucho. Y desempeñan un papel fundamental en la conservación del medio ambiente. En el caso concreto de la ULL, desde el Vicerrectorado de Sostenibilidad e Infraestructuras, estamos trabajando duramente para ello”.
(Y los datos avalan lo que Cintia dice: han conseguido registrar el cálculo de la huella de carbono, trabajan por una movilidad más sostenible, junto con el Cabildo de Tenerife, realizan campañas de concienciación y voluntariado ambiental y están ultimando un plan de sostenibilidad ambiental. Tienen, además, la encomienda de formar a los futuros profesionales que ejerzan en Canarias “y es muy importante”, dice Cintia, “que adquieran conciencia medioambiental para hacer cumplir todo lo que hemos tratado aquí: los mares, los residuos, los vertidos, el cambio climático”).
Y añade:
“Todo lo que está relacionado con el medio ambiente tiene una vinculación importantísima con la sociedad. Pero si la sociedad no está formada, no hay voluntad política que consiga hacer funcionar la cosa”.