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El éxito de Polaris Dawn, una misión para la historia

Un total de 36 experimentos científicos realizados y la prueba de los nuevos trajes de SpaceX durante el primer paseo espacial cien por cien privado de la historia ha sido el balance de cinco días de vuelo

Después de dos intentos fallidos, el primero por una fuga de helio y el segundo por condiciones meteorológicas adversas, a la tercera fue la vencida y la misión Polaris Dawn despegaba al fin. Lo hacía a las 9.23 horas (UTC) del pasado martes desde la histórica rampa 39A del Centro Espacial Kennedy, la misma que viera partir las misiones Apolo a la Luna entre 1969 y 1972. Y es que Polaris Dawn también emprendía un viaje con rumbo a la historia, donde sus logros ya han quedado registrados como hitos indiscutibles de la exploración espacial.


A bordo de la cápsula Crew Dragon de nombre Resilience, que realiza su tercer vuelo al espacio, los estadounidenses Jared Isaacman, 41 años, comandante; Scott Poteet, 50, piloto; Sarah Gillis, 30, especialista de misión y Anna Menon, 38, especialista de misión y oficial médico. Los cuatro, ninguno de ellos astronauta profesional, iniciaban un viaje de cinco días de duración durante los cuales realizaron 36 experimentos científicos para 31 instituciones diferentes.


Polaris Dawn es la primera de las tres misiones del programa Polaris, cofinanciado por SpaceX y por el propio Jared Isaacman, multimillonario y consumado piloto de aeronaves con varios récords de vuelo en su haber y que ya voló al espacio en 2021 en la misión Inspiration4, el primer vuelo espacial con tripulación totalmente civil de la historia.


El objetivo principal del programa Polaris es desarrollar y probar las tecnologías necesarias para las futuras misiones tripuladas, así como ampliar el conocimiento de los efectos de la radiación del espacio profundo en el cuerpo humano y en los sistemas de las naves espaciales de nueva generación.

ROMPIENDO RÉCORDS


En su primer día, Polaris Dawn ascendió durante 15 horas hasta establecer una órbita elíptica que alcanzó en su apogeo los 1.400 kilómetros de altitud, lo que supuso para los cuatro astronautas convertirse en los seres humanos que más lejos han estado de la Tierra desde el Apolo 17 en 1972. La altitud alcanzada también rompió el récord de la mayor órbita terrestre en una misión tripulada, ostentado hasta entonces por Charles ‘Pete’ Conrad y Richard ‘Dick’ Gordon durante la misión Gemini 11 de la NASA en 1966, cuando superaron los 1.373 kilómetros.


Por otra parte, ese apogeo orbital coronó a Sarah Gillis y Anna Menon como las dos mujeres que más lejos han estado nunca de nuestro planeta. Se da también la circunstancia de que ambas trabajan en SpaceX, Gillis como ingeniera y directora del programa de entrenamiento de astronautas y Menon como ingeniera principal de operaciones espaciales, y son las primeras personas empleadas por la compañía en volar al espacio en sus más de 22 años de historia.


La altitud de 1.400 kilómetros llevó directamente a Polaris Dawn a adentrarse en los cinturones de Van Allen, zonas de partículas de alta energía generadas por el viento solar que han sido capturadas por el campo magnético de la Tierra y que se extienden a partir de 1.000 kilómetros sobre la superficie terrestre. Es en este entorno tan extremo donde cobraron mayor importancia las mediciones y experimentos relativos a los efectos en el cuerpo humano de estas radiaciones presentes en el espacio profundo y que a día de hoy suponen uno de los grandes retos a superar en los cada vez más cercanos viajes tripulados a Marte.
Del mismo modo, tuvieron especial importancia las pruebas tecnológicas. Hay que tener en cuenta que en más de 50 años ninguna misión tripulada ha alcanzado una altitud tan elevada y, por lo tanto, no se ha visto expuesta a tal nivel de radiación. Este hecho implica que hasta ahora no hubieran podido tomarse mediciones y datos con técnicas modernas ni tampoco probar en ese contexto las tecnologías actuales de las naves espaciales como, por ejemplo, las pantallas táctiles desde las cuales se controla la Crew Dragon.


La misión se programó de manera que la nave solo pasara 10 horas en ese entorno de alta radiación, el tiempo mínimo necesario para la realización de las mediciones y experimentos programados sin poner en riesgo a la tripulación. No obstante, en esas 10 horas en el interior de los cinturones de Van Allen los astronautas recibieron una cantidad de radiación equivalente a la que reciben en tres meses los que habitan en la Estación Espacial Internacional, en una órbita casi 1.000 kilómetros más baja.


“Cuando uno se adentra en este entorno se enfrenta a realidades totalmente diferentes a las que se encontrarían, por ejemplo, cuando se viaja a la Estación Espacial Internacional”, declaró Isaacman. “Es mucha energía la que entra en la nave y es mucha energía la que hay que extraer de la nave al regresar a casa. Es un entorno de radiación diferente. Tenemos mucho que aprender en términos de salud humana, ciencia e investigación”.


Durante el segundo día de misión, Polaris Dawn descendió hasta situarse en una órbita con un apogeo de 740 kilómetros, muy por debajo y a distancia segura de los cinturones de Van Allen y su radiación. En esa órbita permaneció durante el resto de la misión, hasta el momento de iniciar las maniobras de frenado para encarar el descenso para la reentrada. En esta segunda jornada la tripulación continuó con algunos de los experimentos programados y con tareas de divulgación y beneficencia desde el espacio.

EL PASEO ESPACIAL


La esperada actividad extravehicular tuvo lugar el jueves, durante el tercer día de vuelo. A las 10.48 horas (UTC) se abría la escotilla frontal de la Crew Dragon y poco después Isaacman se asomaba al espacio.


Como se había destacado en titulares e informaciones previas a la misión, se trataba del primer paseo espacial llevado a cabo por personal civil en la historia. Un acontecimiento destinado a pasar a los libros de historia por varios motivos: el carácter privado de la misión es uno de ellos, pero no lo es menos el estreno de los trajes espaciales que SpaceX prevé destinar a las tripulaciones que viajen en el futuro próximo a la órbita terrestre, al espacio profundo y en la primera misión tripulada a Marte.


El objetivo principal de la prueba era comprobar la correcta funcionalidad y operatividad de los nuevos trajes y para ello los astronautas debían evaluar aspectos como la movilidad, los sistemas térmicos de regulación de temperatura, las comunicaciones y el soporte vital. Cada uno de ellos, primero Isaacman y luego Gillis, realizó un turno en que se repitieron las pruebas, mientras en el interior de la nave, Poteet y Menon supervisaban los datos y sistemas de soporte vital.


Como se pudo observar, estos trajes distan mucho de aquellos tan aparatosos que acostumbramos a ver en las actividades extravehiculares de los astronautas de la Estación Espacial Internacional, los cuales son totalmente autónomos y llevan todo el sistema de soporte vital en la voluminosa mochila que cargan a la espalda. Los de SpaceX, por el contrario, con un diseño futurista y digno de película de ciencia ficción, van en todo momento conectados a la nave por umbilicales que transfieren al traje el oxígeno y la electricidad necesarios para el soporte vital, la regulación térmica, las comunicaciones o la visualización de datos en el interior de la escafandra.


La Crew Dragon no cuenta con una esclusa de aire, por lo que los cuatro miembros de la tripulación tuvieron que vestir los nuevos trajes espaciales, ya que, para poder abrir la escotilla, fue necesario despresurizar la nave por completo, quedando todo el interior expuesto a las hostiles condiciones del vacío del espacio. Fue la primera vez que cuatro personas han estado expuestas al espacio al mismo tiempo, pero tan solo Isaacman y Gillis, que a sus 30 años se convirtió en la persona más joven que haya realizado jamás un paseo espacial, se turnaron para asomarse al exterior del vehículo. Fue, sin duda, el punto álgido y más esperado de la misión y pudo ser visto en directo gracias a las cámaras instaladas dentro y fuera de la nave y en los cascos de los propios astronautas, que permitieron la retransmisión vía streaming de todo el evento. Muy probablemente, SpaceX ha recopilado una enorme cantidad de imágenes que podrían formar parte de un completo documental, como ya ocurriera con la misión Inspiration4.


A las 11.14 horas (UTC) la escotilla frontal de la nave volvía a cerrarse y SpaceX daba por concluida satisfactoriamente la prueba de los trajes espaciales. La tripulación tuvo que volver a presurizar el interior de la nave una vez cerrada para luego verificar que los niveles de oxígeno y la presión interior fueran correctos, antes de poder quitarse finalmente los trajes espaciales.

LAS PRUEBAS STARLINK


El viernes, durante la cuarta jornada de vuelo, tuvieron lugar las pruebas programadas de comunicación mediante enlace láser entre la nave y satélites Starlink de SpaceX, ubicados en una órbita 200 kilómetros por debajo de la nave. Se espera que estas pruebas allanen el camino para crear conexiones de mayor velocidad de transmisión de datos en el espacio. En la red social X se publicó un vídeo musical en el que Gillis interpretaba al violín Rey’s theme, una de las piezas de la banda sonora de Star Wars: el despertar de la fuerza, compuesta por John Williams.


La tripulación dedicó el resto de la jornada a los preparativos necesarios para afrontar la reentrada a la atmósfera terrestre al día siguiente, que tuvo lugar frente a las costas de Florida.


Polaris Dawn ha sido una misión plagada de récords e hitos que se ha ganado por derecho propio su lugar en la historia de la exploración espacial tripulada.

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