La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto bélico que ha dejado una dolorosa huella hasta hoy. En el Archipiélago, golpeó especialmente a aquellas familias que vieron cómo sus hijos eran obligados a combatir en un conflicto fratricida.
Fue en las Islas donde se tejió el golpe militar, convirtiéndose en la primera región en unirse al alzamiento franquista. Fruto de ello, los jóvenes fueron movilizados, en su totalidad, para luchar en el Ejército Nacional. Muchos de ellos regresaron marcados psicológicamente para siempre, mientras que otros nunca volvieron.
Por parte del municipio de Arafo, 11 jóvenes acudieron al conflicto. Todos perecieron en la batalla. De estos, siete eran naturales del municipio y cuatro habían nacido fuera, algunos en lugares tan distantes como Cuba. La mayoría de ellos murieron en combate o por las heridas sufridas durante el mismo, con solo un caso de fallecimiento por enfermedad.
Primer caído
El historiador y cronista Octavio Delgado relató el papel de estos jóvenes en la guerra. El cabo Jesús Santiago Guanche Fariña fue el primer caído, el día 21 de enero del año 1938, en el Frente de Madrid.
El destino parecía proteger a los combatientes de Arafo durante los primeros meses de la guerra, pero la guerra, entre 1938 y 1939, se aceleró y adquirió un ritmo brutal y despiadado. Es en ese momento cuando los diez jóvenes restantes fallecieron, todos en un periodo de menos de doce meses.
Una vez finalizada la guerra, ya en el año 1940, se instaló en el municipio la Cruz de los Caídos, exactamente en la pared externa de la Capilla del Cristo del Valle de la iglesia parroquial, a modo de tributo a los caídos naturales de Arafo. En esta rezaba la mítica frase: “Caídos por Dios y por la Patria”; la relación comenzaba con José Antonio Primo de Rivera y en ella figuraban los jóvenes araferos fallecidos en la contienda.
En 2001, el grupo socialista en Arafo criticó la restauración de la lápida de la Cruz de los Caídos, argumentando que “este debería haberse retirado o reemplazado por un monumento más inclusivo, que recordara a todas las víctimas, independientemente del bando en que lucharon”. Tras la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en 2007, este monumento, poco tiempo después, fue retirado.
Divergencias
El alcalde de Arafo, Juan Ramón Martín, ha destacado los esfuerzos realizados en su municipio, antes y en la actualidad, para cumplir con la Ley de Memoria Histórica. “Nos hemos dedicado a eliminar todos aquellos símbolos del régimen anterior que existían, ya sea en la simbología como en la denominación de las calles”, explicó en una reciente declaración. “Hemos retirado la calle General Franco, Calvo Sotelo, Héroes del Alcázar, Onésimo Redondo… todos nombres con símbolos franquistas”, apuntó el regidor arafero.
Martín ahondó en que, tras varias actuaciones, el municipio estaría “aparte de una excepción, la cual se solucionará más pronto que tarde, exenta de elementos franquistas en el municipio”.
La eliminación de los símbolos franquistas en Arafo se puede extrapolar a la reciente polémica en torno al conocido como Monumento a Franco situado en la avenida de Anaga de la capital tinerfeña. El Cabildo informó hace meses que inició un expediente para declararlo Bien de Interés Cultural (BIC).
Además, recientemente Coalición Canaria y el Partido Popular anunciaron la presentación en el próximo pleno del Cabildo de Tenerife una moción para renombrarlo como el Monumento a la Concordia”, que ha generado una gran polémica .