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La redención de los Maradona en Tenerife

Diego Maradona Sinagra, hijo de la leyenda argentina, llega a la Isla para asumir el reto de salvar a la UD Ibarra
La redención de los Maradona en Tenerife
Diego Armando Maradona Sinagra. DA

El 3 de enero de 1993, Diego Armando Maradona jugó en la Isla de Tenerife con el Sevilla un duelo que prometía dejar huella en la historia del fútbol regional. El estadio Heliodoro Rodríguez López vibraba de la emoción: recibía al hombre que firmó el que muchos consideran el mejor gol de la historia del fútbol y que aún hoy es para muchos el más grande futbolista de todos los tiempos.

La prensa local no tardó en darle forma a la épica: Maradona contra Redondo, un choque de titanes argentinos, con la presencia también de Simeone en las filas sevillistas, con “El Doctor” Bilardo en los banquillos del conjunto de Nervión y Jorge Valdano de entrenador en el equipo tinerfeño (curiosamente el primero había convocado al segundo para el Mundial del 86) en un partido que capturó la atención de todas las Islas. El partido se saldó con el conjunto blanquiazul sometiendo con un 3-0 al conjunto hispalense y, para hacer la leyenda más grande, Diego Armando fue expulsado por doble amarilla, dejando un recuerdo amargo de su primera y única visita al feudo de aquel equipo blanquiazul de altos vuelos, que llegó a jugar ese año la Copa de Europa y alcanzar las semifinales de la Copa del Rey.

Cuarenta y un años después, el apellido Maradona vuelve a resonar por todos los rincones de Tenerife. Está vez, es Diego Armando Maradona Sinagra, el único hijo varón del legendario futbolista, quien asume el desafío de redimir el legado familiar. Llega con la misión de levantar a la UD Ibarra de los puestos bajos de la clasificación de la 3ª RFEF, decidido a cambiar el rumbo del equipo y quién sabe, si con la mirada puesta en la redención de los Maradona en la Isla.

“El único que ganaba los partidos solo, está arriba”

Diego Armando Maradona Jr. nació en Nápoles en el año 1986, pocos meses después de que su padre conquistara el mítico Mundial de México 1986. Con doble nacionalidad argentino-italiana, ha pasado su vida en la ciudad de Pompeya, alejado de los grandes focos, pero siempre bajo la sombra del legendario “Pelusa”.

Como entrenador, ha estado al frente de equipos modestos, entre ellos el San Giorgio juvenil, el Napoli United, el Pompei —con el que consiguió un ascenso el año pasado pero decidió no continuar— y el Montecalcio, donde hace apenas dos semanas obtuvo su primera victoria de la temporada.

Llegó a Tenerife hace apenas dos días y afirma que se ha visto abrumado por la atención que ha despertado su fichaje por la UD Ibarra. “No he tenido tiempo para ver nada. He ido del aeropuerto a mi casa y de mi casa al campo”, cuenta con franqueza, mientras se viste en el banquillo para conversar con Diario de Avisos.

Ataviado con el polo de entrenamiento del equipo, con ambos brazos tatuados (en uno de ellos tiene un tatuaje del Che Guevara), mostrando una pose tranquila y con una mirada segura, Diego no evita hablar de todo tipo de temas: de fútbol, sobre todo, lo que más le gusta, también de la situación crítica de su equipo y sobre todo, de la necesidad de cambiar la dinámica y revertir una posible caída a los infiernos del descenso.

La situación del equipo no es la mejor. Eso Diego lo sabe. El Ibarra solo ha ganado dos partidos y empatado uno de siete encuentros en el breve periplo en el equipo aronero del que hasta hace poco era su entrenador, Francis Díaz. En estos momentos, el conjunto de El Fraile se encuentra a un punto del descenso en 3ª RFEF y este sábado, el equipo afronta un duelo trascendental recibiendo en su campo al Arucas, líder de la categoría. Aunque el momento del equipo es negativo, afirma Maradona Jr que “hay equipo de sobra para salvarse”. Tras dirigir su primer entrenamiento, no niega que es consciente de la realidad: “los entrenadores no tenemos una varita mágica. Si ha habido un cambio de entrenador, es porque había problemas. Algo no estaba funcionando”, admite con sinceridad.

Cuando se le pregunta por la calidad de su plantilla, evita destacar a jugadores individuales y prefiere centrarse en el colectivo. “El único que ganaba partidos solo, está allá arriba. Nosotros necesitamos al equipo”, dice, evocando el legado de su padre.

“Mi padre era irrepetible”

Sobre la posibilidad de redimir el pasado del apellido Maradona en Tenerife y reescribir la historia, responde con humildad: “yo con eso no tengo nada que ver, mi padre era irrepetible. Yo soy un tipo normal, no vengo con la vitola de estrella. Estoy aquí para trabajar y revertir la situación del club”. Sus palabras reflejan a alguien que, lejos de buscar vivir del mito, llega a la Isla con los pies en la tierra y con el fútbol como propósito.

La imagen de Diego Maradona Jr. contrasta con el peso legendario de su apellido, asociado tanto a los goles legendarios, como a la gloria, además de la polémica y la oscuridad. Estas dimensiones, innegablemente, son parte inseparable del legado de la familia Maradona, marcando a cada generación, por los hijos de los hijos. Como decía Calamaro: “Maradona no era una persona cualquiera”. Su hijo, sin embargo, sí lo es: un hombre común, con la mirada fija en rescatar al Ibarra.

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